En verdad, es satisfactorio que un simple mortal pueda tener un efecto curativo en alguien que se imagina un semidios. Lo digo porque la risa es terapéutica, y provocársela a Germán Carrera Damas puede contribuir a aliviar algunos de sus males.
La indigestión, en cambio, tiene muchas maneras de curarse, la más sencilla y antigua consiste en expulsar por los orificios naturales del cuerpo aquello que la causó. Si estuviéramos en el Leander bastaría con acudir a su sentina. Quiero expresar mi coincidencia con el diagnóstico que hace el doctor Carrera de la democracia venezolana, es cierto: sufre una indigestión. Sólo añadiría que tratándose de toda una sociedad la que padece de democracia dispéptica, 11 años de implementación del Proyecto Nacional democrático, participativo y protagónico no bastan para expulsar de la mentalidad conservadora, 300 años de coloniaje y dos siglos de liberalismo oligárquico y burgués, de los cuales 40 años fueron de democracia diarreica, para decirlo en términos escatológicos.
Por otra parte, confieso mi imposibilidad de sentir piedad por alguien. Desde las bajuras de mi humanidad apenas si puedo sentir nostalgia, sobre todo cuando releo a un antiguo maestro, fundador de la cátedra de Historia de la Historiografía venezolana, quien en 1968 afirmaba que el desarrollo de la burguesía nacional, a partir del último cuarto del siglo XIX, obedeció a un proceso de acumulación de capital mediante el peculado amparado por el poder público, la subasta de concesiones petroleras y la extensa libertad de explotación de campesinos y obreros.
Decía además, con la claridad propia de un historiador marxista:
“Ese desarrollo de la burguesía como clase conlleva ingentes esfuerzos por la definición de una ideología apropiada, y lo que es claramente perceptible en el orden de la vida política no podía menos que proyectarse en el campo de los estudios históricos. De allí que la burguesía venezolana se encuentre desde hace algún tiempo en trance de reescribir la historia (…) Esta nueva historiografía tiende a exaltar valores como el de la continuidad institucional, oponiendo el concepto de evolución al de revolución; reivindica los valores civilistas burgueses y propone, para uso de una clase que no ha ganado laureles en el campo de batalla, una ampliación y diversificación del concepto de héroe.
Pero, no todo es nuevo en esta historiografía, así como conserva usos y tradiciones en el aspecto metodológico, continúa también la subestimación del pueblo como agente histórico, presentando como motor del proceso histórico no ya al hombre providencial, sino a restringidas elites.”(G.C.D. Metodología y estudio de la Historia. Caracas, Monte Avila Editores, 1980. p.190.
Si entendimos al maestro, la burguesía tiene más de un siglo reescribiendo la historia y utilizándola como un instrumento ideológico que le sirva para mantener su lugar privilegiado de dominación, explotación y saqueo de los recursos que nos pertenecen a todos. Se propuso entonces y procura ahora, esa misma clase y sus ideólogos, no sólo seguir escribiendo la historia en su beneficio, sino que pretende que el pueblo no escriba la suya. Para ello se valen y han valido de la expoliación del patrimonio documental que le pertenece al pueblo, de la invisibilización del protagonismo popular en la construcción del proceso histórico, de la malintencionada actitud de monopolizar los saberes y de la crasa manipulación de las fuentes históricas.
Esos ideólogos disfrazados de “científicos sociales” han pretendido que la historia sólo la han hecho unos señorones de levitas y sotanas, quienes además de hacerla la escriben y la reescriben a su antojo.
¿En qué quedamos entonces maestro, se puede o no se puede reescribir la historia?
¿Reescribirla es o no es una necesidad histórica de una clase social?
¿Será que ahora piensa que se debe seguir subestimando al pueblo como motor del proceso histórico y que la burguesía es la única que puede reescribir la historia?
Una pequeña precisión: cuando Marx se refirió al papel revolucionario de la burguesía en el Manifiesto Comunista, está hablando de una clase “que en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, directa, brutal y descarada (…) una clase que ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio”. Marx caracteriza a la burguesía como “retoño fatal” y a su época revolucionaria, como una etapa donde: “Todo lo que era sólido y estable es destruido; todo lo que era sagrado es profanado y los hombres se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas con desilusión”.
Para finalizar, quiero resumir el manifiesto que hemos hecho desde el Ministerio del Poder Popular para la Cultura: Con la ayuda del Dios de verdad, que creemos está en el cielo; con la fuerza movilizadora del pueblo venezolano y nuestroamericano; con el auxilio de los saberes que hemos logrado en los ambientes de aprendizaje en que hemos compartido con obreros, campesinos, profesores y estudiantes; con el impulso telúrico de la Revolución Bolivariana; con la inspiración que nos brinda el pensamiento y la acción revolucionaria de Bolívar y Miranda; con el orgullo que nos produce que este país y esta revolución la dirija un líder continental como los es el Comandante Chávez; con la certeza de que este proceso bolivariano socialista y humanista logrará que nuestros hijos y nietos viva en una sociedad de equidad y justicia social: Vamos a reescribir la historia y vamos a transformar la historiografía para el pueblo y con el pueblo.
Nada sino un hombre
sybelle_padua@yahoo.es