Cadivi, Cadivi, Cadivi...¿Qué debo hacer?

Habrá que “llover sobre mojado” y hacer de la denuncia (como debe ser) parte de nuestra acción política, no debe ser de otra forma. Atrás debemos dejar las complicidades estratégicas y las displicencias que tanto gustan a los burócratas vestidos de rojo. Una Revolución es o no es. CADIVI, ese órgano que administra nuestras divisas, es (cómo decirlo, cómo enunciarlo, desde qué forma lo planteo): INEFICIENTE. Varias son las razones que apoyan mi tesis de la INEFICIENCIA  de CADIVI. Estoy haciendo un curso doctoral en Argentina e inicié hace casi cuatro meses. Soy profesor ordinario, categoría asistente de la UBV, además de ser fundador de esa casa de estudios (eso puede dar luces sobre mis inclinaciones políticas); he acompañado este proceso desde sus inicios y aún sigo pensando que este es el camino y no otro. El asunto va por este lado y es así de sencillo: para un venezolano cualquiera, sea rico, pobre, chavista, escuálido, negro, blanco, pardo, zambo; en suma, a un venezolano como cualquiera, estudiar en el exterior se le hace más difícil que a cualquier otro ciudadano del mundo. No sólo por el hecho de sortear los desafíos académicos e investigativos que suponen los estudios de postgrados, sino que además de eso debe dedicarse a llenar minuciosamente y de forma absolutamente meticulosa las planillas de CADIVI  para la adquisición de divisas para estudios en el exterior. Este texto es una continuación del texto escrito por la camarada Joelena Barón Blanco, denominado: ¿COMISION DE ADMINISTRACIÓN DE DIVISASO ADMINISTRACIÓN DE  INCOHERENCIAS? aparecido en aporrea hace un par de semanas.

No intento hacer un análisis exhaustivo de esa institución del Estado, ni siquiera pienso meterme en los intríngulis burocráticos inherentes a esa institución. Mi escrito es más sencillo, pero más visceral, está guiado por un sentido de rabia ante la inoperancia de un órgano que uno supone debería facilitar las cosas a los venezolanos que salimos a estudiar al exterior. Me causa pena, por decir lo menos, saber que países hermanos (e ideológicamente afines a nuestra Revolución), como Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil, sus estudiantes no pasan por los mismos problemas para adquirir divisas para sus estudios en otras latitudes, de hecho en Ecuador la gente saca dólares americanos del cajero automático; pero un venezolano no, un venezolano debe esperar que CADIVI, como es mi caso, le devuelva a su madre la solicitud dos veces, la primera porque había una “o” minúscula en el apellido de mi madre (mi representante legal en el país para el trámite de divisas ante CADIVI) y ahora, luego de mi madre introducir nuevamente otra planilla de solicitud, CADIVI le sale con otra de las “suyas” aduciendo que por qué hay dos planillas de solicitud ¿Será por qué una la devolvieron por la bendita “o” minúscula y me vi en la necesidad de hacer otra planilla ante la inhabilitación de la planilla primera? ¿Díganme señores de CADIVI, cómo hago?, de verdad, por favor demando una respuesta en este sentido (hace más de un mes les escribí y aún espero por su respuesta).

Uno supone que viene a estudiar, a prepararse para volver al país a trabajar por él, a poner el pecho por delante para hacer de Venezuela un mejor país cada día más, pero no es así. Hay dos tiempos para los estudiantes venezolanos en el exterior: el tiempo académico, el de las horas de estudios, de indagación y producción. Por otro lado está un tiempo psicológico que te dice directamente: ¿cómo rayos estudio sino tengo para comer ni cómo mantenerme en X país?, pues CADIVI no da las divisas, una “o” minúscula en la planilla puede signar tu futuro como estudiante en el extranjero, por eso, amigos y camaradas venezolanos, es posible que un alguien como yo, como cualquiera, desista y se regrese al país con las manos vacías, sin el título que fue a buscar legítimamente a ese otro país. Una “o” me tiene en esta disyuntiva existencial de quedarme o regresarme con el tiempo perdido, con mucho dinero invertido ¿o pensará CADIVI que yo estoy en la Argentina subsistiendo con los 500 dólares que me dieron como viajero? ¿En verdad, qué pensarán ellos a ese respecto, cómo creen que llevo viviendo cuatro mese en otro país sin las divisas de CADIVI a sabiendas de que acá no trabajo? No es un “misterio de la ciencia”, tuve que hacer como TODOS los venezolanos en estos casos puntuales, adivinen… (Espacio en blanco para no meterme en problemas), pero basta decir que hice lo que TODOS hacen en estos casos puntuales y quieren estudiar afuera, o sea, que la cosa me salió bastante cara, carísima diría yo.

Todo esto sin mencionar los varios trámites que se deben hacer en el país donde estudias para conseguir cada papelito que te pide CADIVI para certificar que tú  no eres un embustero y en efecto estás estudiando. Un ejemplo en ese sentido: los trámites en la Argentina son relativamente rápidos y gratuitos, aunque es medio engorroso que un Rector te firme una constancia de estudio, cosa que pide CADIVI taxativamente, como si un Rector no tuviese otras cosas que hacer y en la universidad donde estudias no existieran personas habilitadas para firmar esa constancia de estudios (hasta en eso nos diferenciamos de otros países, la nuestra debe estar firmada por el Rector); pero ese no es el asunto, acá en la Argentina, para efectos del Registro Consular, ese proceso dura semana y media, es decir, que es largo. Pero hay que hacerlo, las veces que sea necesario o te la calas o te devuelves, esa es la consigna.

Entre tanto, es irónico, el control cambiario es el propiciador del mercado paralelo, crease o no, pero es así. Simbólicamente el dólar, moneda del Imperio gringo, tiene para nosotros los venezolanos no sólo un valor de cambio excesivo, sino que simbólicamente tiene un valor adicional. Los dólares de un mexicano o un chileno pueden estar ajados, desgastados, usados y roídos, pero los de un venezolano están pulcros, limpios, nunca doblados ni rayados (¡Ave María purísima!). Los atesoramos con mucho cuidado, tienen dos valores importantes: el de cambio y el valor simbólico. Esta sobre valoración simbólica es extraña, amamos la moneda del Imperio, la cuidamos más que a nuestro bolívar.

Decir que CADIVI debe revisar sus procedimientos y flexibilizar los asuntos para la adquisición de divisas a los venezolanos que estudiamos en el extranjero, es lo mínimo que uno pide; no estamos pidiendo otra cosa, sólo queremos estudiar CAMARADAS DE CADIVI, estoy seguro que la mayoría de nosotros no queremos hacernos ricos negociando nuestras divisas en los caminos verdes; son para estudiar, para mantenernos, para subsistir. Escribo esta carta de un “tirón”, acicateado por la impotencia al escuchar la voz de mi madre diciéndome hace apenas un par de minutos: “hijo otra vez me rebotaron la planilla, ahora debo volver al Banco de Venezuela y perder toda la mañana y parte de la tarde a ver qué me dicen”.  “A ver qué me dicen”, es una expresión de desasosiego, como una sensación de desesperanza y cansancio ante la INEFICIENCIA  de un organismo que debe aplicar celeridad en sus procesos, sobre todo a los estudiantes que como yo, no tenemos ningún tipo de beca (Fundayacucho es otro capítulo aparte) y que sólo contamos con nuestros ahorros para mantenernos en el exterior. Que alguien responda por favor o me debo regresar al país ante esta realidad que raya en lo surrealista. Veremos.

(*) Estudiante de Doctorado en Comunicación de la

Universidad Nacional de La Plata-Argentina 

johanm2705@hotmail.com



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Johan López (*)


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