17 de diciembre muerte de Simón Bolívar

Efemérides, 180 años después: la espada de Bolívar camina por América Latina

En la Quinta de San Pedro Alejandrino Santa Marta Colombia, el 17 de Diciembre de 1830 a la 1 p.m. muere el gigante de la política Latinoamericana.
Después de una larga travesía desde Cartago hasta Santa Marta se desvanece la ilusión de consolidar la unión de los estados latinoamericanos, pero su ideario sigue retumbando en los oídos sordos de quienes aún se resisten a creer que existió un hombre excelso en la política, y que desde niño abrazó sus ideales al servicio de los excluidos y excluidas de este continente, heredados de su gran maestro Simón Rodríguez.

180 años después de su muerte  queremos recordar el ideario bolivariano, y que su espada golpetea todavía la injusticia, la mentira y el odio heredados de la corona española, amalgamando su pensamiento libertario, preguntándonos ¿Qué es ser bolivariano? A esta pregunta, la respuesta de Bolívar fue la siguiente: Ser bolivariano es “Ser republicano”, es decir, “un amante de la libertad”.
Libertad que no la han querido negar los necios del sistema, negando el principio de la dignidad, que después de su muerte aun las aristocracias latinoamericanas sienten nostalgia de látigo,   cadenas y grilletes. Arrastrándonos a la pena de seguir siendo “esclavos sin ser esclavos”.

Como decía el venezolano Felipe Larrazábal: “la palabra del libertador era de un encanto irresistible. Poeta por el sentimiento, por la imaginación y por la armonía; inteligencia expresiva y delicada. Bolívar había espiritualizado el mundo del modo que reanimaba en las almas americanas la fe en la patria y el amor delirante de la libertad. Si es cierto lo que escribe Séneca: que las palabras son el semblante del ánimo, ¡qué bello debemos creer nosotros y creerá la posteridad que fuera el de Bolívar!”
Retrato moral de Simón Bolívar en doce pinceladas:
 
1.  Noble y rico por nacimiento, la naturaleza le dotó con un genio capaz de todo, listo, enérgico. Emprendedor.
2.  Su cuerpo participó de su actividad moral. Educado como caballero, su instrucción era brillante. Siendo católico, respetó todos los cultos y sectas.

3.  La razón le hizo amar la filosofía: la filosofía a la justicia.

4.  La revolución de su patria le proporcionó campos de batalla. Su valor le consiguió el mando del ejército: la victoria le brindó el del estado. Entonces fue cuando desplegó la fuerza de su genio, consolando al nuevo mundo y asombrando al viejo con el brillo de sus espléndidos talentos.

5.  Jefe absoluto del estado, disponía de su tesoro; y siempre fue pobre. Ídolo del ejército, participaba con el soldado de sus peligros y fatigas y conservaba la disciplina. Querido del pueblo, obedeció como siempre la ley.

6.  El desprendimiento, el desinterés, la virtud en él parecían instinto. Su pasión dominante era la ambición: su ambición la gloria; su gloria el hacer bien.

7.  Esta gloria era la amante que cortejó, la deidad que idolatraba – una sed que la fortuna no pudo saciar, ni la desgracia apagar.

8.  Desdeñó la corona que sus hazañas merecían, porque en aceptarla se asemejaba a Napoleón; y no se contentó con libertad su patria, porque Washington había hecho otro tanto: recorrió nuevas regiones para fundar a Bolivia y dar libertad al Perú.

9.  La infancia de su carrera fue favorecida de la fortuna y no se corrompió. Siguieron desastres y le encontraron superior a ellos. Su alma era siempre la misma, noble, generosa, erguida.

10.  Vencedor o vencido, en Boyacá o en la puerta, en su patria, o prófugo en el destierro, en Caracas o en Haití, la constancia era su fe, la libertad su esperanza.

11.  Para realizar esa esperanza, sueño encantador de su juventud, no perdona los medios, cualquiera que fueren. Los sentimientos del hombre, cedieron a los del patriota; y sobre las aras de la necedad sacrificó su filantropía, aceptando la guerra a muerte más apenas el triunfo selló la independencia de su país, enjuagando con el laurel de la victoria. Las lagrimas de la sensibilidad, el ilustre vencedor, monopolizando la generosidad por toda venganza dictó la regularización de la guerra.

12.  Libre Colombia por su espada y constituida, por su virtud. El Jefe. El Héroe. El Libertador, por única recompensa pidió el título de “buen ciudadano”.
La espada y la idea:
 
La historia la hacen pocos hombres. Solo aquellos cuya mente posee la llama vivaz del genio, cuya férrea voluntad creadora no encuentra obstáculos insuperables. Bolívar fue uno de ellos. Su existencia se encuentra en tal forma ligada a nuestros primeros pasos de nación independiente como puede estarlo el hijo con el padre. Es nuestro padre de la patria, el libertador.

Las luchas ciclópeas del libertador son apenas comparables al majestuoso panorama de los Andes Americanos, que sirvieron en aquellos años de pacífico e impresionante escenario a hechos tan numerosos y de tal magnitud que quizás no tienen par en toda la historia de la civilización contemporánea.

En verdad, si no fuera por la realidad amable y verificante del progreso en que se desenvuelven en nuestros días las cinco repúblicas por él creadas, esas mismas hazañas no podrían menos de parecer a los neófitos de las historia como legendarias ilusiones de la fantasía. Su espada de guerrero no fue nunca superada. Su profundo pensamiento filosófico y político es como un guion luminoso y certero para las naciones que crecieron a su influjo, huérfanos en aquel entonces de un pasado de siglos gloriosos, como las que hicieron levantar la cabeza imperial a la madre España para otear en lejanos horizontes una esperanza en ésta nuestra América, nueva, fuerte y núbil.

La fuerza irreductible de Bolívar es el mejor legado que nos dejó, no dejar apagar la llama de la resistencia, resistencia para morir de viejos, con la frente en alto, cortando las cadenas que aun nos oprimen (la miseria, la injuria, humillación, barbarie). Representada en el capitalismo salvaje que sigue expoliando nuestros recursos naturales, pero que hoy en día Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Cuba como el faro de la revolución serán los nueve puñales que se fundirán en América en un solo ideario, el ideario de Bolívar y Martí. Y como rayos y centellas enceguecerán el águila del norte y así extirpar la humillación regentadas 180 años después de la muerte de nuestro libertador Simón Bolívar.

Simoníada:
 
Oh, Simón, cuantos crímenes, cuantos atropellos se cometen en tu nombre, de qué modo, viejo, te han robado el barro, la pintura, los destellos de tu sueño, visto a través de zafio catalejo. /

No te dejaron siquiera morir bien, apenas la compasión para premiar tu esfuerzo te ofrecieron, mientras el rio de tus penas se congelaba grisáceo bajo violento cierzo. /

Pero tu espada entre nosotros, día a día, despierta con su fulgor nuestra conciencia y anima a nuestros pueblos, con paciencia, a hacer lo que según Martí nos falta todavía. /

Cuenta, Simón, con que algún día del imperio haremos trizas y nuestras vidas salvaremos de la opresión, el sino fatal, improperios y de esta tierra hórrida un cielo haremos.

Fuentes y Citas

1-Biblioteca Básica de autores venezolanos / páginas escogidas / Ávila editores 2004 / Consejo nacional de cultura de Caracas / Daniel Florencio O’Leary / Páginas 137 – 137 /
2-Pensamiento del libertador tomo 1 / Ignacio de Guzmán / año 1952 /
3-Poema Simoníada / Gulliermo Bustamante./

jjsalinas69@hotmail.com


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Jhon Jairo Salinas-Dirigente social

Dirigente Social, Promotor de Derechos Humanos, Activista del Movimiento Social por la Paz en Colombia, Poeta y Escritor.

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