Egipto y la decadencia de un modelo

Pareciera que el nuevo milenio insiste en la caída de los paradigmas y modelos nacidos en el transcurso de la contemporaneidad (siglo XX), bastase con dar una mirada a los últimos acontecimientos, sin duda históricos, que se han producido y se producen en  todo el planeta. No ha sido suficiente el bloqueo informático e informativo de las grandes cadenas multinacionales de comunicación, o manipulación, para minimizar o tergiversar los hechos, digámoslo de manera más didáctica: Los aparatos de control ideológico en el mundo globalizado no lograron sus objetivos lo que ya de por si representa la caída de un paradigma.

Al menos dos paradigmas rodaron por el suelo en el discurrir de los escasos 10 años de siglo XXI, el primero que establecía una suerte de inexorable dependencia de los pueblos del control mediático transnacional, lo que dados los resultados de este control en los procesos de transformación en sur América y el Caribe, y ahora en el oriente medio (Túnez, Jordania, Yemen), sobre todo en Egipto, queda desmentido. Lo que no significa, por cierto, que los aparatos mediáticos utilizados por el Imperialismo no incidan en algunos momentos en la conducta de los pueblos, pero que sin embargo cuando estos avanzan determinantemente en sus procesos de transformación, estas maquinarias de control político y social se derrumban aparatosamente dejando perplejos a académicos e ideólogos reproductores de las tesis deterministas occidentales.

El segundo ejemplo de las caída de los paradigmas occidentales acerca de los procesos que viven los pueblos, es el relativo a la imposibilidad que tienen estos de iniciar  transformaciones sin una vanguardia preclara e iluminada o un Partido, nuevamente surge el fantasma de los acontecimientos en sur América y el Caribe, cuyo epicentro fue y es Venezuela, para derrumbar esta premisa, acontecimientos que unidos a la actualidad del Oriente Medio ponen de manifiesto  el carácter eminentemente popular de las rebeliones, así como también los levantamientos que han dado inicio a revoluciones “atípicas” e inéditas en estas latitudes. Son las masas populares y los movimientos sociales los que han marcado la pauta en los hechos históricos de los diferentes continentes, expresando una rica variedad organizativa que se ha llevado por el medio los formatos clásicos occidentales, los cuales sin duda tendrán que ser objeto de revisiones profundas tanto de sus tesis como de sus paradigmas.

Pero no han sido nada mas los paradigmas lo han derrumbado los movimientos populares en el mundo, son los modelos socio – económicos que en su decadencia, posibilitan la explosión de fuerzas arrolladoras nacidas de las entrañas de cada uno de los pueblos, lo que ha imposibilitado el etiquetado o calificativo intelectual de lo que acontece, y también, la reacción ordenada desde los centros del poder mundial.

Hemos visto en el caso del Oriente Medio y más específicamente el de Egipto, como se crean matrices sobre el origen y devenir de lo acontecido, unos hablan de levantamiento popular, otros de rebelión de las masas, y algunos de revolución, es mas hasta se crean escenarios, numerados incluso, todo lo cual se entiende dada la importancia geoestratégica  y trascendencia de los países involucrados, estos ejercicios sin duda alguna representan un aporte importante. Sin embargo conviene destacar: que la historia la hace el ser humano en su sentido más amplio, o lo que podríamos definir como pueblos, de allí surgen los liderazgos y posiblemente una vanguardia; que el devenir no se puede determinar, pues la historia no se escribe al revés, es decir, primero están los hechos y luego las interpretaciones. De tal manera, que por más que lo intentemos la realidad terminara imponiéndose por encima de elucubraciones, interesadas o no, estableciendo la profundidad, la velocidad y las características de los procesos humanos. Esto parecería de Perogrullo pero cuando pasamos revista a todo lo escrito y publicado, antes, durante y después,  de las transformaciones habidas durante la última década en el mundo nos damos cuenta de cómo, desde los centros de poder mundial tratan de influir, tergiversar y manipular los procesos de transformación en las diferentes latitudes, en su afán de evitar lo que al parecer ya es inevitable, como es la decadencia del Modelo Capitalista Imperialista Mundial.

Tratemos de hacer un ejercicio de aproximación de los hechos acaecidos en el Oriente Medio, situación pre conflicto: En lo Político, la existencia de una dictadura con rostro de democracia burguesa que aplastaba toda disidencia política, incluyendo las de derecha; En lo Económico, la implantación de un modelo neoliberal emanado desde el FMI y el Banco Mundial, con sus características privatizaciones y abandono de programas sociales por parte del estado; En lo Social, una abismal polarización de clases , en la cual un 20% de la población recibe beneficios y privilegios muy por encima del 80% de la restante población, la cual se encuentra en estado de pobreza, de esta ultima la mitad vive en pobreza extrema; En lo Cultural, la imposición opresiva de modelos occidentales los cuales chocan contra una cultura milenaria cuna de la civilización, como es el caso de Egipto; En lo Internacional, un neocolonialismo soporte del avance sionista en la región, y tentáculo del Imperialismo estadounidense para el desarrollo de sus planes de control estratégico. Con esta caracterización luce lógico pensar que el estallido de las diferentes sociedades en el Oriente medio se produce como consecuencia de múltiples factores que determinaron la decadencia del Modelo Capitalista impuesto desde los centros de poder mundial. Salvando las enormes distancias histórico – culturales, podríamos establecer algunas similitudes con  los recientes procesos de transformación acontecidos en sur América y el Caribe.

(*) Lic. En Historia



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Henry Navas Nieves (*)


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