AHÍ RECORDAMOS a la llamada "foforito" Valera.
¿Cómo es posible que el enemigo
nos ladre desde dentro de la jaula y no podamos hacer nada por evitarlo?
¿Por qué un revolucionario admite que el enemigo es duro de vencer?
Hace falta un ala radical dentro de la revolución, quién manda
¿AD, Copei, Primero Justcia o el PSUV? ¿Cómo podemos pensar en un
hombre nuevo cuando en estos lugares la jauría burocrática siguie
incólume? Y es más: la jauría burocrática obrera.
EL HOMBRE NUEVO que buscamos
tiene que ser alguien aséptico, libre de cualquier sospecha, valiente
y ejemplar. Digamos que al INCES envían un nuevo caporal que no tiene
ni la más leve inteligencia política para hacer la metamorfosis desde
el lugar que lo colocan. ¿CÓMO CREER EN UN HOMBRE que se hace llamar
revolucionario, si lo primero que piensa es en adquirir una camionetota,
un vehículo de lujo y que además pasa el tiempo hostigando a obreras
y obreros? Eso es traición al principio chavista.
Por eso el sindicato que se
quiere conformar es cobarde: le tiene miedo a las cúpulas y sumisamente
admite que ésta es poderosa sin haberle lanzado una flecha encurarada.
Da sentimiento escuchar a estos venezolano que aún llevando las mejores
intensiones, no saben que solamente los más aptos triunfan en
la guerra social. EL hombre nuevo que buscamos además de lo arriba
anotado, debe poseer instinto. No es lógico que en cualquier lugar
del Inces estén trabajando hombres que ya pasan de los 60 años y ninguno
de estos caporales y sindicaleros lo saben. En el Inces son los
mismos trabajadores los que hacen sus diligencias, porque la burocracia
oficinera es estática, innnoble y parasitaria, además de cipaya y
sumisa.
¿Cómo encontrar al hombre nuevo entre un grupo de viejos que se van a tomar aguardiente en horas de trabajo?
¿Cómo encontrar al hombre
huevo entre otro grupo que se evade, que se esconde para irse sin haber
cumplido su horario, y que pasa todo el tiempo preguntado por un bono,
mientras el alcahuete de turno le firma la salida? Por eso el sindicato
que se quiere conformar debe primero estar al tanto de todas estas
calamidades y no utilizar la palabra revolución para esconderse en
ella, buscando adeptos. El hombre nuevo no está en el irresponsable
que se quiere jubilar a los 40 años, ni menos entre quienes no
son capaces de colocar la factura de su último vehículo en la cartelera
de la oficina para dar ejemplo a los que hablan de que "está guisando".
El sindicato que quiere reemplazar
a los ineptos de Sintrainces, debe ser un detective que siga al pie
de la letra todos los problemas que algún día ha de encontrar
y no una tarima de mujeres y hombres contándoles sus problemas personales
a los trabajadores. Hace falta un nuevo sindicato, pero debe estar enmarcado
en la figura del hombre, la mujer útil, decente, generosa (o), responsable
y amigo(a) Y esto es porque quienes defienden a Sintrainces, llevan
consigo el veneno inyectado desde 1959 por los viejos ladrones de la
patria, los escuálidos que anhelan seguir chupando sin hacer nada.
Es hora de emplazar a las cúpulas del Inces. Es necesario que la revolución,
no se detenga ante quienes se imaginan dueños del Instituto Nacional
de Educación Socialista.
Es justo que se busque al hombre nuevo, que no puede ser un vampiro que ve en los lujos la meta que se ha planteado: hace falta un hombre honesto de alma y criterio, conciencia y patriotismo y no un mastodonte cuartenario atado al complejo de la Cuarta República, de que los entes del Estado son cajas chicas de donde sacar riquezas. El nuevo sindicato puede triunfar, pero para eso debe tener en los obreros y empleados, el libro de donde ha de sacar sus mejores proyectos. Hace falta el trabajo, pero igualmente hace falta el alimento y éste no se compra con sudor: se adquiere con un buen salario.