Marzo… Imposible hablar de marzo, sin vestirlo con aroma de mujer, sin dejar de recordar la lucha permanente de nuestras mujeres trabajadoras, sin rememorar a aquellas valientes obreras de la industria textil que en 1911, levantaban su voz en reclamo por sus derechos laborales y quienes fueron vilmente asesinadas por los poderosos de entonces, por los que ayer fueron y hoy continúan siendo enemigos de las clases oprimidas. Marzo… que tu luz de mujer luchadora nos impregne el camino, ¡Nos guíe en la senda y nos permita PARIR un nuevo mañana, todo dignidad, todo equidad… Un amanecer socialista está en el horizonte!
El día internacional de la mujer surge en la Conferencia de Mujeres Socialistas en Copenhague, Dinamarca en el año 1910, cuando se solicita un día de acción internacional por los derechos de paz y progreso social de las mujeres de todo el mundo. Esta petición fue hecha por la revolucionaria Clara Zetking, quien fuera parte del sindicato Internacional de obreras de la confección.
Sin embargo, hubo que esperar hasta 1944 para celebrarlo por primera vez en Venezuela. Pero fue sólo eso, un simple día bordado en la historia para recordar que las mujeres tenemos derechos ¡que las madres tenemos derechos! que la hermana, la abuela, la niña, la mujer tenemos derechos… Un buen modo de alienar a la mujer, regalarle un día para recordarle lo que tiene, pero que le es negado en el mundo capitalista. Esto es imposible entenderlo en un sistema neoliberal, sino veamos la diferencia de la mujer venezolana y sus derechos, ¡hoy tangibles! La mujer Venezolana y sus sueños ¡hoy realizables! Hermanos, hermanas, únicamente en socialismo, es cuando este simple día tiene sentido ¡pues los 365 días del año somos mujeres con derechos plenos y posibles! Los 365 días del año somos mujeres a quien la revolución les rescata sus derechos de equidad y de justicia social, por eso simplemente gracias Hugo Chávez, las mujeres de tu país te agradecemos el encender la mecha de la hoguera que hoy da calor en este mundo capitalista y frio, te agradecemos por ser el más apasionado e incansable luchador por nuestros derechos, porque gracias a tu liderazgo, hay leyes, entes e instituciones y más por y para las mujeres. Tú sabes que la emancipación de las mujeres, le otorgará a la patria hijas e hijos nobles y libres, por lo tanto ¡la mujer del mañana, el hombre del mañana serán Socialistas! Pues a la mujer de hoy la libera esta semilla del socialismo que la revolución bolivariana ha sembrado en estas tierras fértiles, tierras para el humanismo, para el hombre y la mujer nueva… Tierras para la vida.
Este Marzo de 2011 recordamos una nueva fecha; se nos fue Lina Ron, una gran combatiente, una mujer hecha del coraje y la pasión propias de las mujeres libertarias, una heredera de Apacuana, de Josefa Joaquina, de Juana la Avanzadora, de Ana María Campos, de Luisa Cáceres, en fin, de aquellas que se sacrificaron para que hoy vivamos en un mundo mejor. Mujer humilde, irreverente, siempre del lado de los pobres. Irreductible y sobretodo leal a sus principios y a su comandante Chávez, atacada con saña por la derecha rancia que la identificó como el símbolo de las y los patas en el suelo y desdentados. Podemos disentir de algunos de sus procederes, sin embargo, a Lina hay que valorarla por la virtud principal de enseñarle los dientes al imperio. Para nuestra soldada revolucionaria Lina Ron quien cumple ahora la misión, junto a muchos y muchas de vigilar con su ejemplo la marcha de los pueblos hacia su libertad, que no es otra que la hermosa luz del socialismo, un sentido homenaje salido de nuestro espíritu guerrero, que acaricie su alma irreverente y necesaria.
Hablar de la mujer es hablar de la Pachamama, la madre tierra, dadora de toda la vida. Fíjense bien, cualquiera que sea la religión que profesemos, nuestros pueblos indígenas concibieron a la madre naturaleza en femenino, vinculando la génesis de la existencia a la función reproductora de la mujer, fuente de toda la existencia misma, y no como lo hace la cultura mediática que nos presenta como simples objetos para engendrar la especie. Así hablar de la mujer, es hablar de la Pachamama y de la comunión con la naturaleza de la que el sistema dominante pretende enajenarnos. Hablar de la mujer pues, es hablar de la cosmogonía de la vida, del planeta que debemos conservar para las generaciones futuras.
Celebramos también hoy que, en lugares en los cuales era impensable que el pueblo estuviera, nos den vocería a las mujeres de base, a las madres del barrio, a las mujeres con discapacidad o con sus hijos con discapacidad, a la hermana indígena, a nuestras afrovenezolanas, a la estudiante que no desaprovecha la oportunidad de ser mejor, a la luchadora que diariamente empuja el autobús colectivo de la historia, a nuestras ancianas que formaron a los actuales hijos e hijas de la patria y no tienen seguridad social, a las cultoras que reparten sueños por doquier y temen envejecer y encontrarse solas sin pensión ni reconocimiento laboral, a las privadas de libertad que esperan por sus procesos generalmente muy lentos, a las mujeres víctimas de las lluvias del pasado año que han sido ejemplo de desprendimiento y organización en cada uno de los refugios, a las desplazadas por conflictos bélicos en nuestras fronteras, a las mineras del estado Bolívar en situación de perenne riesgo, a todas aquellas mujeres que el estado burgués que heredamos del puntofijismo y su aliada la burocracia, le impiden disfrutar los nuevos tiempos del socialismo. También, como olvidar a la Sra. Miguelina Rodríguez de Puerto Ordaz, que trabajó 36 años en el colegio de monjas Nazareth, sin faltar un solo día, hasta que una mañana enfermó y fue despedida con 5 mil bolívares en el bolsillo. De todas ellas intenta ser la voz que acá se manifiesta.
Si queremos avanzar hacia un socialismo feminista hay que redimensionar la lucha al lado de las mujeres pobres. Históricamente el llamado feminismo en Venezuela ha sido encabezado, en su mayoría, por mujeres que provienen de la clase media alta y los sectores académicos, por eso debemos apuntar entonces a la articulación con las mujeres de los sectores populares, y desde allí, en sus condiciones de vida concretas y su grado de conciencia, fortalecer el poder popular y las conquistas planteadas para el género.
Comandante Chávez, cuando en uno de los refugios te acercaste a una de nuestras mujeres humildes y te tuteó, nos sentimos verdaderamente representadas en ella, puesto que las humildes de este país, las dignificadas de esta nueva era, y que daríamos la vida por este proceso, somos las guardianas de esta revolución, somos las que sin pelos en la lengua te diremos siempre que se está haciendo bien y que no dentro de los espacios cotidianos de vida donde se implementan los planes del gobierno bolivariano, con el mismo coraje pero con la más profunda fe, así como lo hacemos con un hijo, un hermano, un compañero, un padre, un camarada. Desde ya, no sólo reivindicamos, sino que asumimos, nuestro más sagrado derecho a participar en la construcción del poder popular, pero no para limpiar el local del Consejo Comunal ni servir el café en las reuniones, tampoco para disputarnos las tareas con algunos pseudorevolucionarios anclados en el pasado que nos limitan. Comenzamos a comprender seriamente el papel que nos asigna la historia, y lo hacemos nuestro, con el mismo carácter de irreversibilidad que caracteriza a nuestra revolución. Usted, Presidente Chávez lo ha dicho: no se es revolucionario sino se es feminista. Nosotras decidimos superar nuestra condición de oprimidas sumándonos a la revolución y agregamos: no se puede ser feministas sin ser revolucionarias. Y ser revolucionarias, entre otras cosas, significa criticar y luchar por enmendar los errores.
No buscamos aislar las luchas por la liberación de la mujer del contexto mayor de la lucha por la liberación del género humano, sin negar ciertamente su especificidad. No hay liberación de la mujer sin liberación de la humanidad en general. Y es que la lucha no es contra los hombres, de alguna manera víctimas también y en los peores casos victimarios víctimas de la ignorancia y la labor embrutecedora del capital. No nos interesa una falsa liberación para que continúe el actual sistema de dominación. Me refiero a la falsa liberación de las divas del espectáculo que ganan millones de dólares, mientras son objeto de la propaganda consumista o de, para citar un ejemplo más concreto, la liberación de Condolezza Rice, que superó las cadenas del racismo y el machismo para convertirse en decisora y representante de un monstruoso régimen, que sigue masacrando a las mujeres y sus hijos en Irak, en Afganistán y en la heroica Gaza. En última instancia, la lucha de todos y todas, es contra un sistema sexista que margina a las mujeres, como también a las minorías étnicas, sexuales y culturales, un sistema que tritura la individualidad y la expresión genuina del ser humano en aras del lucro irracional.
La sociedad burguesa se maquilla de apariencias y propugna la doble moral, favoreciendo formas ocultas de opresión hacia el género femenino. Todos sabemos que en nuestro país el embarazo temprano es un problema que afecta a toda la sociedad sin distingos económicos ni políticos. Por supuesto, los casos se agravan si le sumamos la exclusión social. Hemos conocido cantidad de madres niñas sometidas a difíciles condiciones de vida por tal circunstancia. ¿Porqué no abrir un gran debate sobre el tema? ¿Qué está funcionando mal? ¿Qué debemos hacer? ¿Cuáles son las soluciones? Es un tema pendiente. A los compatriotas legisladores: ¿Por qué no someter a discusión y consulta pública una Ley que posibilite la interrupción de los embarazos no deseados de manera legal? ¿Qué se discute del tema más allá de las charlas reaccionarias de algunas entidades ultraconservadoras? El capítulo del Código Civil que penaliza el aborto, aunque posteriormente ratificado, fue aprobado en 1915. Es necesaria esa discusión superando el temor a los conservadores. Como vemos son aspectos difíciles de tratar pero de entrada y por simple asomo delatan en parte la pesada cruz que llevamos las mujeres en esta nuestra Patria. Lo siento si incomodo a algunos o algunas, pero son angustias del día a día de muchas compatriotas venezolanas. Podremos seguir escondiendo la cabeza como el avestruz pero esos problemas seguirán presentes.
Cierto que en los últimos doce años podemos comprobar grandes avances en materia de leyes y decretos que empujan la transformación y la liberación de la mujer. Son logros que hasta aquellos que adversan la revolución han reconocido... bueno no todos ni todas, ya los conocemos, pero si, en los que priva la sensatez. Sin embargo, lo logrado hasta ahora no basta.. La historia demuestra que las transformaciones sólo son permanentes cuando han pasado a constituirse no sólo en leyes o decisiones políticas, sino en ideas sólidamente consolidadas en la conciencia de la mayoría convirtiéndolas en práctica social.
Somos afortunadas cuando contamos con el respaldo de un presidente y una revolución que se declaran feministas y asumen la transversalidad del género en todas las instancias de la sociedad, pero eso no es suficiente… Hay males que debemos superar de manera acelerada. Las mujeres organizadas del Estado Bolívar desde hace años libramos una batalla contra la violencia de género, en una alianza generada desde los espacios del poder popular articuladamente con las instituciones del estado, pero donde las protagonistas centrales son las mujeres de los barrios, que tomamos en las manos las riendas de nuestro propio destino, organizándonos de manera comprometida en un verdadero movimiento social de base que apunta no sólo a la liberación de la mujer, sino a la creación de familias formadas en valores socialistas. Son muchos los problemas, frustraciones y dolores que enfrentamos diariamente, aún así estamos seguras que vamos por el camino correcto, confiamos que un día la violencia de género será el aborrecible recuerdo de esta sociedad descompuesta que luchamos por cambiar.
Y es que nosotras amamos tanto la patria porque primero la hemos sentido como Matria desde esa constelación que entretejen nuestros dolores y gemidos, desde ese territorio que conforma la única razón de nuestras luchas y quereres: los hijos, pero cuando decimos hijos también decimos el hermano, el padre, el esposo, el compañero... La Matria es la amorosa por excelencia, y nosotras mujeres también, junto con ella. ¿Acaso el Padre Libertador al referirse a “la” Patria—qué difícil, creo que imposible, es decir “el” Patria—no había entrevisto su carácter profundo de Matria?: “La nuestra es la madre de todos los hombres—y Mujeres, decimos hoy—libres y justos, sin distinción de origen y condición”, dirá contundente el 27 de agosto de 1820.
Somos entonces Pachamama, y como dijo un poeta tuvimos un hijo y este hijo se convirtió en todos los hijos y las hijas de nuestra América, en los hijos de Bolívar que están hechos millones regados por todo el continente, por todo el planeta, hijos que en este momento histórico se sienten acompañados y no esperan que nadie les transfiera el poder. Ellos y ellas se organizan y exigen; ¡¡¡Si!!! “exigen” una palabra prohibida por cierto en la extinta cuarta república. Esta batalla por los derechos de todos y todas, por darle voz a los y las que nunca la tuvieron, ya se escapó de nuestros predios y avanza repartiendo esperanzas alrededor del mundo.
De allí la extraordinaria responsabilidad que tenemos por ser ejemplo DE COMPROMISO REVOLUCIONARIO, DE VOLUNTAD POLITICA Y DE AMOR DESINTERESADO…
Citando a Eva Perón:
“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad.
Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar”. Fin de la cita
¡¡¡Por un verdadero SOCIALISMO basado en la igualdad para todos y todas!!!
¡¡¡Patria socialista!!
MOVIMIENTOS DE MUJERES ESTADO BOLIVAR
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