Me imagino que Sabaneta de Barinas debe ser un apacible pueblo llanero, lleno de historias, con hombres de camisas curtidas arremangadas, donde se dejan ver las huellas del sol. Mujeres trigueñas, morenas de coloridos vestidos, conocedoras de legendarias recetas de comidas llaneras y bregadoras infatigables por la educación de sus hijos.
Pero muchas personas de estos pueblos, ni por imaginación creerían lo que existe aquí en Caracas, nuestra capital. La imagen acostumbrada es Plaza Venezuela, echando agua por todas partes, a un lado, obras de arte en acero de autores famosos, cuyos autores uno desconoce.
Pero lo que vemos en la ciudad capital no tienen nombre, o al menos, es difícil nombrar los escándalos que observamos. De estos, muchos conocedores se hacen los tontos para no nombrarlos.
Sin duda, esta revolución tiene mucho dinero y poco sacrificio. Lastimosamente se desestimo el trabajo voluntario, llegando al bajo nivel de avergonzarnos del mismo. Ningún ministro se atreve a promoverlo, ninguno, pues hacerlo para ellos sería vergonzoso.
La inversión en obras bandera y su posterior reinversión o inyección de nuevos recursos, hacen que los desastres presupuestarios ministeriales, den cuenta en muchos de ellos de gastos sin precedentes.
Es deshonesto ver a los nuevos “bolivarianos y revolucionarios” paseándose en Hummer, frente a la mayoría que no tiene nada. Sin ningún pudor hablan de revolución y de sus nuevas obras en lujosos restaurantes, tiendas de moda.
La rectora de la UCV no sale de las tiendas Bahías, comprando ropa con el robo que hace del presupuesto universitario. Y nuestros “camaradas” compiten con ella desde las tiendas Timberland, Culumbia, Adidas.
Otros, colocan escandalosas fotos en Facebook en viajes de disfrute a otros países. Los más atrevidos con altos funcionarios de estado a su lado.
Algunos afirman que esta revolución esta secuestrada y que grupos de nuevos ricos se debaten importantes ministerios como suyos.
Y todo esto sucede, mientras en algunos ministerios le trancan las puertas a los más desposeídos. Algunos ministros y ministras mandan a desocupar pasillos enteros por donde entraran a sus oficinas para no encontrarse a nadie a su paso.
La leguleyeria hace lo suyo en tribunales, Ministerio Público y Tribunal Supremo de Justicia, mandan como si aquellas instalaciones fueran su reinado. En este último organismo un ascensor descansa, solo, durante horas una señora que lo opera, espera sentada a que salga un Magistrado y lo llamé, el resto del día estará detenido, así los demás ascensores estén repletos, nadie puede montarse en el de los “magistrados”.
La matraca, abusos y prepotencia de todos los cuerpos policiales, llevándose el récord del chantaje y la usura los fiscales de transito y las policías regionales. Molesta en todos nosotros que a tantos años de revolución, esas deviaciones empeoran aun más. Son verdaderas bandas de sicarios cobrando vacunas.
La soflama anual de desarmar a la población civil se parece cada vez más a los discursos de la cuarta república, y tienen como resultado un espejismo más. No sé han podido desarmar las cárceles que las controla el estado, donde se dan tiros durante horas entre los internos de un pabellón a otro. menos vamos a poder desarmar a zonas enteras.
Todas las Misiones y programas sociales funcionan aquí en Caracas con toda la logística y vemos a ministros atendiéndolos personalmente, Pero, ¿y el resto del país donde queda?
Recordemos la chispa que incendió la pradera en Túnez el pasado 17 de diciembre, la auto-inmolación de Mohamed Buazizi, un vendedor ambulante de frutas, quien se incendio, denunciando la pobreza y los abusos de un estado intocable.
Esto, mas las redes en cadena que desarrolla la oposición por los celulares, Facebook, Twitter, correos electrónicos y los canales de televisión, denunciando y exagerando la vergüenza de hechos escandalosos por culpa de ministros, mas la polarización en los estados de quienes se han tomado el PSUV.
Estas estrategias de enjambre convulsionaran los problemas que parecieran minúsculos
Presidente
no sea inocentón, mire que Caracas no es la sucursal del cielo y el
resto de país tampoco es, el apacible pueblito de Sabaneta.
Para: www.aporrea.org
11 de abril de 2011