La trampa, no puede constituir jamás una estrategia en la discusión
lesgislativa. Ella en sí misma, tiene valor de ilegalidad. La
ilegalidad, iletigima la acción de lesgislar y arrastra consigo a la
persona lesgisladora.
La trampa, le dá valor de tramposo a quien
la practica. Un lesgislador no debe ser tramposo. Si lo fuera, entonces
no solo es indigna su acción sino ilegal. No debe ser autorizado para
tal fin.
Si los integrantes de una sociedad, pretenden construir
ó reconstruir su estructura, no puede permitir a sus representantes
que anden de ardid en ardid; a menos que lo que se quiera construir sea
una sociedad de tramposos y a partir de allí, tendrian que atenerse a
las consecuencias. De ese tipo de sociedades, existen muchos ejemplos.
En sus calles es muy comun escuchar: "quien hace la ley ,hace la
trampa".
Lo anterior, indica para mi, que el pueblo vió y
captó el comportamiento de sus Diputados y Senadores en el antiguo
Congreso Nacional, por ejemplo.
Hoy todavia quedan en nuestra
memoria imagenes, de "aquellos viejos personajes", que no vale la pena
recordar.Expertos en mentirle al pueblo y conceptualmente volubles,
cuando el interés material apuraba.
Actualmente, en La Asamblea
Nacional, la trampa NO DEBE ser la norma en la acción lesgislativa; sin
embargo. hemos podido ver a través de los medios, como fantasmalmente
"aquellos viejos personajes" pareciera incorporarsen a algunos
"Diputadillos" y discurrir a través de ellos, su tramposeria
discursiva.
Por el más elemental respeto al lugar, la directiva
de La Asamblea Nacional, debe sancionar al lesgislador tramposo; crear
así, presedentes de conducta ciudadana y contribuir de esta manera a
erradicar la impunidad. En la casa, donde se hacen Las Leyes.
berdarias@hotmail.com
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