Henry López Sisco: el monstruo que creó la CIA para combatir el comunismo lo protege EE UU. Tras la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, el comunismo en Venezuela avanzaba. La estrategia de EE UU era frenarlo para salvar la democracia. En toda sociedad destacan los sabios y competentes; pero en la basura también se encuentra algo útil que rescatar.
El “rambo” criollo recibió honores y condecoraciones por los Gobiernos de la IV. Nunca fue removido de su cargo en la Digepol ni Disip, a pesar de cambiar gobiernos de AD y Copei. Era difícil sacar al hombre de la CIA en Venezuela. Para EE UU era problema de Estado mantenerlo en el sector de la “inteligencia”.
Después de pasar dos años en la antigua PTJ, entre los 60 y 70 López Sisco es llevado a Estados Unidos e ingresa a la Escuela de Fort Bragg, sede del Centro de Entrenamiento en Guerra Psicológica. De allí regresa e ingresa a la “nueva” Disip con la misión de destruir todo aquello que se relacione con el comunismo maldito. Crea los famosos Grupos Comando, aquel temible escuadrón que arrasaba todo lo que rociaba con balas pagadas por el Estado.
Henry Rafael López Sisco, C.I. V-3.150.542, nació un 24 de octubre de 1945 en el estado Sucre. Típico macho hembrero, bebedor de whisky y conversador. Un ex compañero de la Disip le recuerda como un tipo hábil y resteado cuando iba a los cerros de Catia a “quebrar” malandros con un tiro de gracia en la frente. Bueno, era su gracia. Obsesionado por su lucha contra la guerrilla, este sujeto se formó en Inteligencia, contrainteligencia, operaciones de sabotaje y destrucción del enemigo (comunismo). Sin ser militar, llegó a “estudiar” en la Escuela de las Américas, aquel centro donde EE UU formaba a los mercenarios para defender la democracia. Igual hizo cursos en Israel cuando el Mossad se infiltró en la Disip.
Me relata un confidente, un episodio poco conocido por la sociedad venezolana. El 29 de julio de 1984 dos secuestradores, un haitiano y un dominicano, secuestraron el avión de Avensa, siglas YV-21C con destino Maiquetía-Curazao. En esa operación Jaime Lusinchi ordenó a López Sisco rescatar a los rehenes que se encontraban ya en Curazao. Ambos secuestradores murieron. Después se supo que el “Rambo” los mató ya rendidos. Inmediatamente voló a Caracas y fue recibido con honores por el beodo Jaime. Allí le entregó un fajo de dólares en efectivo, me cuenta quien fue jardinero de Miraflores para la época. Blanca Ibáñez se hizo admiradora hasta tal punto que sus encuentros se hicieron seguidos en La Guzmania entre cantos de sirena, vasos de whisky y sexo sin rock and roll.
Henry persiguió hasta los hijos de los guerrilleros muertos de la época, Silva, Betancourt y Michinaux, entre otros. En Caracas se infiltró en un grupo de salsa conformado por los hijos de un famoso guerrillero caído en combate, haciéndose pasar por un seguidor de la música caribeña. Los muchachos eran asiduos invitados por Sisco a restaurantes y bares de Las Mercedes y Altamira. Una madrugada muy borracho, el policía abrió la maleta del carro para meter unos instrumentos musicales y llevar a los chicos a casa. El mosqueo fue mayor cuando vieron ametralladoras, rifles, balas y granadas. El grupo fue disuelto por miedo. Era nada más y nada menos que Henry López Sisco. Hoy refugiado en Costa Rica con apoyo de EE UU: El su antiguo agente de la CIA en Venezuela. Y compañero de Luis Posada Carrile.
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