En todas estas nuevas naciones, además, se practicaría la exclusión de otros grupos, a quienes no se les permitiría ni siquiera vivir en estas nuevas comarcas territoriales. De hecho, las etnias yukpa y barí mantienen un enfrentamiento irreconciliable, pues ambas se disputan parte de los mismos territorios y exigen la salida de la otra de éstos. Así mismo, otros venezolanos también serían excluidos de los nuevos espacios geográficos, lo cual no sólo es inconstitucional sino absurdo y siniestro, mucho más en un régimen que tiene a la exclusión como su gran enemiga.
Como Venezuela no tenía los problemas étnicos que se ven en otras regiones, algunas lumbreras del racismo al revés han decidido crearlos, en estrecha colaboración con la OIT y la ONU, que “sobrecogidas de dolor” les exigen a los países latinoamericanos lo que no les piden a ingleses, españoles, estadounidenses, australianos y otros. Se trata de una política dirigida al descuartizamiento de nuestros países, para que sus recursos naturales, entre ellos los energéticos, el agua, bosques y selvas, puedan negociarse con ventajas con las etnias “originarias”.
El caso de la intervención antinacional de las Nuevas Tribus quedará pálido ante este nuevo intento de apoderarse de nuestros recursos. Las naciones aborígenes se situarían en las fronteras con Colombia (Zulia, Apure y Amazonas), Brasil (Amazonas y Bolívar) y Guyana (Delta Amacuro), sitios ricos en petróleo, carbón, oro, diamantes, fuentes de agua dulce, minerales estratégicos y con extensos bosques y selvas, de gran riqueza maderera y recursos de todo tipo.
Para ser consecuente con esta concepción étnica, debemos adelantar la creación de otras naciones en el país: La etnia amarilla, con todos los chinodescendientes; los árabedescendientes, los de ancestros rubios, la etnia de los moreno claro, los aceitunos, para lo cual el censo incluiría unas preguntas como las que se le hacen a los descendientes de África. Así, realizaríamos el sueño de acabar con ese país llamado Venezuela, producto del error y la locura de Bolívar, Sucre, Miranda, Urdaneta, Páez, Negro Primero, Mariño, Arismendi, Piar y otros desquiciados.
Podríamos añadir a la bandera nacional tantas estrellas como grupúsculos estableciéramos, para que se pareciera a la bandera de Estados Unidos, con lo que muchos de los impulsores de estas ideas completarían su sueño.
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