Para Thomas Kuhn,
científico y hermeneuta, una paradigma es más un paradigma mientras
más inconsciente es. En estos tiempos interesantes, donde en nuestro
país se procura tomar el acto creativo y liberador como punta de lanza
para originar el Hombre Nuevo, revolucionario y humanista y por tanto
consciente e informado sobre lo que lo rodea y sobre sí
mismo, considero importante transcribir para su provecho un artículo
completo de un colega argentino, que amablemente me ha permitido y yo
diría hasta solicitado su divulgación. Es imposible llegar a los cometidos
nombrados sin hacer conciencia nosotros, los padres, de que muchas veces
lo inconsciente del paradigma capitalista no lo hace
“captable” en toda su plenitud y puede llevarnos a remar en un mismo
bote en dos direcciones distintas, que cual juego obsesivo, deberemos
evitar para llegar a la orilla revolucionaria que nos hemos propuesto.
Lo que abajo sigue no lo hemos vivido ni lo repetimos todos, pero lo
hacemos demasiado, cosa que nos consta por ser parte de nuestro trabajo
psiquiátrico y psicoanalítico. Para revertir un paradigma hay que
tener plena conciencia de él.
Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.
Se levantan irritados pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono
o conectados a la Internet.
No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo
en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'. Ni siquiera
lavar el plato en que comen.
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres,
a los cuales acusan a diario de que 'están pasaos'.
No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres,
pues consideran que ya lo saben todo.
Hay que darles su 'semana' o mesada de la que se quejan a diario porque
'eso no me alcanza', sin ponerse a pensar de dónde es que sale el dinero.
Si son universitarios siempre inventan unos paseos de fin de semana,
que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo o habiendo
fumado un pito de marihuana.
Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada
vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir
manteniéndoles.
Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias
urbanas, que bien pudieran estar entre los 14 y los 24 años y que para
aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero
dolor de cabeza.
¿En que estamos fallando?
Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta el orgullo reiterado es
que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que
tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron
limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller de
costura la ropa que elaboraba nuestra madre o teníamos un pequeño
salario en la Iglesia en donde ayudábamos a oficiar la Misa cada madrugada.
Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso
que no dió resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos
que yo pasé!'.
¿Como por qué?.... ¿Acaso nosotros no aprendimos bastante?.. ¿Acaso
no nos formó esa austeridad en que nos levantamos?
Los niños de ahora nunca
conocieron la escasez, se criaron desperdiciando; a los 10 años ya
habían ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos
lo que era tener un pasaporte. El 'dáme' y el 'cómprame' siempre fué
generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una
pensión con todo incluido que luego queríamos que fuera un hogar.
Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven
al hogar divorciados, o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva
vida.
Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los
carros y a limpiar sus zapatos, limpiar vidrios, cortar césped lavar
loza, barrer, arreglar sus cuartos, y si quieren pueden dar un pago
simbólico, con eso genera una relación en sus mentes entre trabajo
y bienestar.
Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar,
para que entiendan la economía doméstica en tiempos que podrían ser
más difíciles y porque ellas tienen una conciencia más amplia del
orden y la prosperidad del hogar.
La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica
de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente
al que nos tocó.
Estamos llamados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o
si sencillamente hemos trabajado tanto, que hemos dejado el cuidado
de nuestros hijos en manos de la empleada doméstica y en un medio ambiente
cada vez más deformante.
Ojala que este mensaje llegue a los que tienen 'muchachos chiquitos',
pues ya los abuelos pagaron la transición...
*Médico Psiquiatra. • Profesor de Psiquiatría y Bioética. • Facultad de Ciencias de la Salud. UASD y UNIBE
BUENOS AIRES, ARGENTINA
José Daniel González Villalobos
Médico Psiquiatra y Psicoanalista