Hemos insistidos en reiterados artículos sobre la tesis de anexión por parte de Colombia del occidente venezolano, codiciado desde la colonia hasta nuestros días.
Y con la intervención de los países de la Otan en Libia esta hipótesis de secesión contra el Zulia en específico cobra tanta fuerza que nos atrevemos a afirmar que la nueva Benghazi vendrá desde Colombia. Por ello nos permitiremos retomar íntegramente un artículo nuestro publicado en Aporrea para contextualizar la idea.
Desde hace algunos años venimos exponiendo el tema “Maracaibo, capital del departamento norte de Santander”, como punto de partida y como argumento para sustentar esta denuncia ya que la balcanización del Sur del Lago de Maracaibo le permitiría al estado colombiano no sólo apoderarse de nuestras riquezas petroleras, sino de las mejores tierras de todo el continente, del embalse de agua dulce más importante de la región, y obtener, geopolíticamente hablando, una salida al Mar Caribe para conectarse directamente con el mercado europeo y la costa este de EE.UU.
Esta reocupación incluso la asomó el presidente Chávez en el Aló, Presidente del domingo 27 de marzo de 2011. En su alocución, alertó acerca de los planes de secesión que Washington viene aupando para desmembrar, como si se tratase de la Media Luna boliviana, el occidente venezolano y los estados Táchira, Mérida, Trujillo, Zulia y Apure.
También lo advirtió el jefe de Estado venezolano el 3 de octubre de 2010; y el ex vicepresidente de la República y periodista José Vicente Rangel el 31 de enero de 2011, quien reveló que existía una movilización de paramilitares colombianos hacia territorio venezolano, fundamentalmente hacia el suroeste del estado Zulia, y que este reacomodo de fuerzas concordaría con el nuevo formato de guerra practicado por el ejército norteamericano en los países árabes y en particular en la penetración, invasión y debilitamiento de Libia.
Es decir, utilizar la fuerza paramilitar colombiana como mercenarios para provocar conflictos armados en las zonas rurales y urbanas de los estados Apure, Táchira, Mérida y Zulia para derrocar al gobierno, utilizando el formato mediático de la prensa internacional.
La historia demuestra que los planes secesionistas siempre han formado parte de la agenda de la oligarquía y los gobiernos colombianos. Y de Estados Unidos, por supuesto.
En el caso colombiano, la idea secesionista y la constitución de un Estado paralelo entre Caracas y Bogotá para obtener una salida al mar Caribe por el Lago de Maracaibo, y por ende, una conexión comercial directa con el este de los EE.UU. y Europa, ha sido más que una obsesión una necesidad geopolítica.
Cuando Venezuela fue erigida en 1777 como Capitanía General, los habitantes de Santander pidieron la anexión de Maracaibo porque a final de cuentas en esta ciudad tenían intereses comerciales y era donde estaba asentada sus familias.
En términos geopolíticos Maracaibo era el principal puerto del oriente colombiano y del occidente venezolano, necesario para la salida rápida y segura de los rubros y mercancías producidas en las plantaciones colombianas.
El tránsito por las rutas tradicionales de la Colonia era intrincado e infructuoso ya que los productos debían atravesar tres formaciones montañosas hacia el Pacífico, o en su defecto recorrer unos 900 kilómetros de trayecto hacia el Atlántico, en el pasado y hoy. En fin la vía más expedita era la que desde el Virreinato de Santa Fe de Bogotá usaron los colonizadores para traer o exportar mercaderías desde y hacia Colombia, esto es: San Cristóbal, por el río Táchira hacia el Lago de Maracaibo, con llegada al Puerto de Maracaibo y salida al mercado internacional (España y Las Antillas).
Roto el nexo colonial de Venezuela con España en 1811, los santandereanos plantearon de nuevo la idea de anexión de Maracaibo, en 1812. Las razones no variaron. Más intereses se alimentaban y mantenían con Maracaibo y su puerto que con Bogotá.
Fue tan arraigada esta idea que hasta el mismo Libertador Simón Bolívar, ya desde una perspectiva unitaria y latinoamericanista, propuso en la Carta de Jamaica (1815) la idea de crear una nación que llevaría por nombre Fray Bartolomé de Las Casas, con el mismo territorio que integraba el virreinato de Santa Fe de Bogotá.
Fin de la Gran Colombia
Por paradójico que fuese San Cristóbal y Cúcuta, en 1825, plantearon la posibilidad de crear una provincia paralela a Bogotá y Caracas, que igualmente fracasaría.
Cinco años más tarde, en 1830, los pobladores del Casanare piden al Congreso de la República de Venezuela, su anexión al territorio venezolano, toda vez que se desintegro el proyecto de unión americana concebida por Bolívar.
Pero en 1833 Colombia y su oligarquía hacen gala del poder económico y político que ejercen en el espacio. Truncado el proyecto de la Gran Colombia, los colombianos colocan una aduana para pechar los productos que salen y entran a ésta por la vía que históricamente habían usado: desde Cúcuta al Puerto de Maracaibo.
Ante esta limitación arancelaria el gobierno venezolano colocó una aduana en Venezuela, frente a la colombiana, entre San Antonio y Cúcuta; lo que provocó el alza en los precios de los productos y por ende dio inicio al contrabando. Incluso Venezuela cerró la frontera para evitar la evasión fiscal, que a la vez generó la protesta de los "marabinos" que exigían la restitución del tráfico comercial.
Por la presión el gobierno nacional se vio en la necesidad de abolir el decreto de prohibición del comercio en la frontera Cúcuta-San Cristóbal -Maracaibo en 1854.
En 1858 el General Vicente Herrera, gobernador de Cúcuta, nuevamente hace mención a la necesidad de anexión a Maracaibo, con las mismas premisas expuestas por quienes lo antecedieron.
El espacio vital
Es de tal importancia la ruta o Espacio Vital para Colombia que en 1901 financian con armas y otros pertrechos al general Carlos Garbirias para que desate una guerra contra Venezuela buscando como resultado la anexión a Colombia de los estados andinos venezolanos.
Incluso en pleno gobierno de Juan Vicente Gómez, en 1917, los Estados Unidos, temerosos de que el Benemérito emulara a Lázaro Cárdenas en Méjico, comienzan a planear la separación del Zulia del resto del país, dadas las riquezas agroproductoras y petrolíferas que posee el occidente.
Si con Juan Vicente Gómez los Estados Unidos no encontraron resistencia para explotar el petróleo; con Carlos Andrés Pérez, en su primer gobierno, los colombianos tampoco lidiaron lo suficiente cuando en 1976 el gobierno venezolano permitió el dragado del sector Fuga Bayonero, con el cual Colombia expandió su territorio en el Arauca.
Como tristemente célebre pasó el episodio en el cual Colombia, con su corbeta Caldas incursionó en el Golfo de Venezuela (1987), en función no solo de garantizar la salida al mar hasta entonces deseada por la oligarquía colombiana, sino también por los ricos yacimientos de petróleo allí existentes, muy a pesar del reconocimiento que hicieran los colombianos en 1952 sobre la autoridad venezolana en el Golfo.
En el segundo gobierno Carlos Andrés Pérez -1992- un nuevo acto entreguista cocinará este presidente ante el capital internacional. Acordó entregar a la oligarquía colombiana el occidente venezolano con la construcción de carreteras y ferrocarriles que conectarían a Cúcuta y Puerto América en el Golfo venezolano, pero también al Puerto Concha en el Sur del Lago para extraer petróleo, carbón u otras mercaderías que irían al mercado internacional.
Este acto antipatriótico y neocolonial se detuvo gracias a la rebelión militar que para entonces dirigió nuestro comandante presidente Chávez.
La historia reciente
En 1999, el alcalde de Cúcuta Antonio Gelves, retomó la idea de 1778 de apropiarse de Maracaibo, la cual no sólo le fue negada, sino que le costó el cargo, porque el Gobierno colombiano lo consideró un acto antipatriótico.
No obstante hay que señalar que EEUU siguió y sigue acariciando la idea de la secesión. Ello quedó plasmado en la tesis central de Paul Coverdel y el llamado Plan Colombia (año 2000) cuando señaló que “para controlar Venezuela necesario es militarizar Colombia".
En 2006 el imperio atacaría a través del gobierno colombiano a Venezuela. Bogotá propuso construir un oleoducto que lleve el petróleo neogranadino hacia las costas venezolanas, desde el Arauca hasta Caño Limón, con conexión a La Victoria (Apure) y de allí a Barinas, de ésta a Puerto Cabello.
Lo más despreciable fue la construcción de pozos horizontales que le permitirían a los colombianos, desde el Arauca, robar subterráneamente territorio y petróleo a Venezuela.
No podemos olvidar a los apátridas de Rumbo Propio, grupo político que promueve la “autonomía” zuliana, pero cuyo objetivo no es otro que el aspirado por Colombia y EEUU. Detrás de este movimiento estuvo el hoy prófugo de la justicia Manuel Rosales, ex gobernador del Zulia. Recordemos la consigna de Rumbo Propio: “No al socialismo, si al autonomismo”.
El último intento diplomático para lo cual se hicieron grandes eventos entre cancillerías colombo venezolana, fue la propuesta del presidente del Congreso colombiano Armando Benedetti, de crear los municipios fronterizos o binacionales en agosto de 2010 que en el fondo recogen la tesis de “Entregación”, denunciada por el profesor Pablo Ojer, y recogidas en el acuerdo de Caraballeda, en el Gobierno de Luis Herrera Campins, y rechazada por el alto mando militar, por considerarlo un acto de entrega de nuestra soberanía y por tanto, una traición a la patria.
Si observamos los ataques de los Estados Unidos contra los pueblos árabes (sobre todo con los que no son sus aliados) y dada la necesidad de combustible del imperio que apenas cuenta con una reserva de 19.000 millones de barriles de petróleo, mientras que Venezuela mantiene una reserva de 513.000 millones de barriles, se estaría confirmando la tesis de la anexión.
La campaña internacional difundida por los medios imperiales y los senadores republicanos de EEUU, que incluso piden junto a voceros de la oposición -como el caso de William Dávila- un embargo contra Venezuela, confirman la tesis de la invasión o mejor dicho la media luna en el Sur del Lago.
Aprovechando la instalación de bases militares norteamericanas en Aruba, Curazao, Vieques, Costa Rica, Colombia, Guantánamo, Honduras, los Estados Unidos asegurarían la extracción de petróleo desde Venezuela,-proyecto fracasado tras el golpe de 2002 y replanteado en Plan Balboa, de apropiación del occidente venezolano- ya que solo tardarían en transportarlo en siete días. Entonces camaradas, amigos y hermano, podremos entender la preocupación del camarada presidente con la que iniciamos este balance histórico.
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