El pueblo debe entrar en la Fuerzas Armadas

El pueblo debe entrar en las fuerzas armadas, pero de decirlo a hacerlo la cosa no se presenta nada fácil.

Veamos algunos antecedentes: el componente Ejército viene de resistir décadas donde fueron los objetivos de los dictados militares impuestos desde El Pentágono de los Estados Unidos. Asesores norteamericanos se esforzaron para que militares de toda América Latina fuesen formados como fieros anticomunistas y Venezuela no fue la excepción.

Primero, durante la cuarta república los militares recibieron formación académica y práctica proveniente de la mayoría de sus cuadros de mando ya entrenados en la Escuela de las Américas, así, fueron convirtiéndolos en feroces antirrevolucionarios. Asesoraban y entrenaban para que sus mandos formasen a otros subalternos en las prácticas enseñadas en la referida academia.

Estos entrenadores estaban al servicio de cada uno los gobiernos de turno y cuando no lograban obtener todo de sus entrenados militares, entonces apelaron para formar a sus cuadros policiales.

Estos llamados cuadros policiales fácilmente se convirtieron en verdaderos grupos parapoliciales, asesinos, torturadores y estaban ubicados en las policías de cada estado y se enquistaron en las tenebrosas PTJ, Digepol después Disip y en la llamada DIM.

Allí, fueron formados los más salvajes verdugos, homicidas, quienes se encargaban de montar extensos y complicados expedientes para “persuadir” a los dirigentes de izquierda a que se quedaran quietos o simplemente tendrían que abstenerse a las consecuencias. Torturaron sin piedad y asesinaron sin compasión, masacraron sin razón y persiguieron sin autoridad.

Cuando muchos de estos dirigentes revolucionarios de partidos, grupos, organizaciones, bases populares no se les subordinaban, entonces se dedicaron a asesinarlos.

Segundo, el Ejército bajo la supervisión de los Estados Unidos, ya husmeaban “a algunos militares con algunas ideas progresistas, bolivarianas”, -estábamos en la década de 1980 en adelante- ante este escenario introdujeron en su Doctrina de Seguridad Nacional la idea de eliminar, primeramente a algunos de los ejércitos de América Latina.

Acabar con el componente militar venezolano estuvo planteado por los Estados Unidos dentro de sus exageradas competencias de orden y Seguridad Nacional.

Indudable y afortunadamente el Ejército venezolano se aceleró a las vueltas del cambio que se dieron velozmente a partir de los sucesos del Caracazo y de las asonadas de 1992.

Los hechos del Caracazo dividieron a las Fuerzas Armadas, entraron a la encrucijada entre una vía fascista, represiva, selectiva para atemorizar a dirigentes y asesinar a quienes se salieran de la esfera de la seguridad nacional.

Y otra vía inclinada hacia lo bolivariano, progresista, aún cuando la mayoría de sus seguidores estaban presos después de los sucesos de 1992 y otros eran perseguidos.

Con este escenario se dieron las asonadas de febrero y noviembre, muchos de estos militares ya tenían conciencia política, nacionalista y vieron como en los sucesos del 04 de febrero de 1992 los acontecimientos terminaron por hacerles cambiar el rumbo de su pensamiento.

Así, surgieron abiertamente pero con cuidado dos facciones o grupos, quienes estaban a favor de un cambio bolivariano y quienes se encumbraron mucho mas y seguían aguardando los beneficios del pillaje cuarto republicano.

Unos militares más a la izquierda y otros más a la derecha. Para los bolivarianos pasaron todos estos años donde aún las cosas empezaron a estar lo bastante más claras y así se lo hacen saber a las recientes conformaciones de nuevos hombres y mujeres, esta vez ya dentro de todos los componentes: Ejército, Marina, Aviación, Guardia Nacional y la Reserva.

Mientras que los militares de derecha terminaron en la Plaza Altamira y en su exilio dorado, pero algunos de ellos, aún conspirando.

Los diferentes equipamientos, mejores remuneraciones, logística, nuevos componentes, deben servir para la entrada e incorporación de civiles hacia adentro de las Fuerzas Armadas.

Sin duda que los militares de ahora no son los de antes y esto va tácito en todos los sentidos, tampoco son completamente lo que muchos quisieran, pero tenemos fe que con el trabajo y nueva mística se den buenas y mejores acciones, pues los conceptos y métodos se están y deben mejorarse en profundidad, después de todo cualquier proceso tanto en nuestro país como en otro, llevará el tiempo necesario donde militares y civiles se unan, de lo contrario estarán condenados a muchos riesgos.

Tampoco los civiles estamos a la altura en cuanto a muchas circunstancias del país y de lo que el nuevo modelo político espera de nosotros, lo más lamentable es seguir perdiendo tiempo y en la demora estará el conflicto.

También debemos recordar que somos parte de una herencia caótica, nula, derrochadora, es decir de la cuarta republica.

Pero el gran paso debe darse o al menos propiciarse con más voluntad y parte de esa vía está llamada hacia las Fuerzas Armada y si eso no termina de darse más adelante el traspaso será aún más difícil y las eventualidades por venir pueden sorprendernos demasiado tarde.

Las amenazas internas y externas son múltiples. Vemos una fuerza armada equipaba, dentro de objetivos claros de soberanía, asumiendo el concepto bolivariano, pero una población civil que debe estar cerca, trabajando junto a los militares.

En muchos aspectos estamos más separados que antes, pero en la fórmula política estamos llamados a unirnos, integrarnos, existen metas y tareas comunes e inmediatas que en unión pueden terminar de iniciarse como un modelo a seguir en el marco de un futuro mas duradero y claro entendimiento de trabajo, solidaridad, sobre todo para las constantes exigencias en que se enrumba el país y las nuevas amenazas que se nos presentan por ser la primera reserva petrolera del Planeta.





venezuela01@gmail.com



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Miguel A. Jaimes N.

Politólogo. Magister scientiae en ciencias políticas. Doctor en ciencias gerenciales. Posdoctor ontoepistemología en geopolítica de las energías. Cursando doctorado en letras. Cursando Posdoctorado en literatura del petróleo en Venezuela. Libros: El oculto poder petrolero, apertura petrolera, poder de PDVSA vs. poder del estado. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Primera edición. Petrocaribe la geogerencia petrolera. Segunda edición. Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo, gas, petroquímica y energías – Venezuela. Director de la web https://www.geopoliticapetrolera.com

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