Siempre sostuve que me importaba poco o nada si se iban a realizar las
primarias o, por el contrario, se iba por consenso. También sostuve que
me importaba poco o nada quién fuese el candidato que surgiría de las
mismas.
Las primarias sólo son interesantes para determinar quién asumirá el control de la oposición a partir del 13 de febrero.
Las
opciones son dos: por una parte Rmos Allup, Poleo, Teodoro, Manuel
Rosales y Pablo Pérez; por otra, el empresariado derechista venezolano,
Salas Römer y su creación Capoldo.
Las primarias nunca tuvieron nada que ver con la elección de un
candidato presidencial. Las primarias sólo son un ejercicio interno de
fuerza y mucha plata para ver quién obtendrá el monopolio y la hegemonía
oposicionista.
Las primarias son además un ejercicio de manejo de MUCHA plata que ha
salido de los más diversos y oscuros intereses empresariales nacionales e
internacionales. Las primaria, en fin, son un gran negocio, un negocio
redondo, cuadrado y hasta triangular. Claro está, desde el punto de
vista meramente económico.
Desde el punto político considero que las primarias son un gravísimo error táctico y estratégico. Y ello por varias razones.
Primero
que todo porque mostraron las verdaderas y definitivas contradicciones
internas de una oposición que sólo posee intereses económicos los
cuales, desgraciadamente, arropan incluso las más someras lógicas
políticas: el candidato que saldrá de las primarias será pues un
candidato de intereses económicos y financieros y, en ningún caso, un
candidato verdaderamente político.
El candidato que ganará en las primarias será entonces un candidato
derrotado políticamente: un vencedor derrotado pues. Dura paradoja.
Segunda
razón por la cual las primarias son un gravísimo error político: las
mismas fueron la ocasión de una guerra sucia difícilmente superable:
acusaciones de Pablo Pérez (a través, por ejemplo, de El nuevo país de
Poleo o del Tal Cual de Teodoro) contra Capoldo por recibir oscuros
financiamientos; acusaciones sobre la vida privada e incluso sexual de
uno de los precandidatos; pactos como el del Country Club de Capolodo
contra Pablo Pérez; afirmaciones y provocaciones de todo tipo entre los
mismos candidatos, etcétera...
No me queda la menor duda, el candidato que enfrentará a Chávez será
genéticamente debilitado por las contradicciones de quienes deberían ser
sus fundamentos o apoyos: partidos políticos y coaliciones que hasta el
12 de febrero participaron en una guerra sucia sin cuartel, pero con
muchos set televisivos y centimetraje impreso.
De hecho, uno de los grandes ganadores de las primarias fueron ciertos
medios de comunicación que amasaron una “bola de cobres” a punta de
publicidades a precandidatos nacionales y regionales.
Para muestra un
botón: Globovision ganó una enorme cantidad de plata que seguramente le
permitirá pagar esa multa que todavía le debe a todas y todos los
venezolanos.
Creo, para concluir, que las primarias fueron un instrumento que midió
como ningún otro las contradicciones, odios y desuniones que habían sido
denunciados desde el sector bolivariano y que, ahora, la misma
oposición se encargó de mostrar y demostrar como sólo ellos hubieran
sido capaz de hacerlo.
No cabe duda, el 12 de febrero fue el suicidio primario de la oposición.
El 7 de octubre será el suicido secundario si, como lo expresa Rosales, algunas veces la gente (y en este caso los partidos políticos) se matan (entre ellos mismos) y no se mueren.
Instituto de Estudios Avanzados (IDEA-MPPCTII)
Director del Area de Sociopolitica y Cultura