De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra. Mario Benedetti.
El concepto de hombre nuevo va mas allá de una expresión, para que exista un hombre nuevo el viejo debe reconocer en primer lugar su condición de obsoleto y luego decidirse a preparar el camino para el nacimiento.
Todo indica que, debido al fenómeno de la evolución, el hombre se ha ido adaptando a todos los cambios surgidos en el planeta a través de los tiempos; mas allá de eso el mismo hombre ha sido generador de cambios y por necesidad y obligación ha debido adaptarse luego a lo que el mismo ha ocasionado.
Una máxima ha marcado la pauta en los resultados “la supervivencia del más fuerte”, solo que el concepto de fuerza y fuerte también a “evolucionado” y ya el termino no es exclusivo para la fuerza física y la resistencia natural; así vemos como un “firifirito” e incluso un humano al que solo le funciona el cerebro puede, a través de la tecnología (sobre todo la tecnología militar y mediática), dominar masas increíblemente grandes de seres humanos, también es notoria la agrupación de pocos en grandes consorcios con el mismo propósito.
El hombre nuevo, para que lo sea, debe desprenderse de todos los conceptos viejos, sino no puede nacer como tal sino que será una versión renovada o actualizada, pero seguirá siendo el hombre viejo solo que con imagen moderna.
El concepto de hombre nuevo podría ser una utopía, porque ¿Cómo hacemos para nacer diferentes?, ¿Cuántos años de evolución se necesitarían para que ese fenómeno se dé, hará falta una especie de aislamiento de lo viejo por generaciones sucesivas hasta que algo diferente nazca?
El hombre nuevo requiere de conceptos nuevos, nosotros seguimos empeñados en tan solo adaptar los viejos al nuevo pensamiento, de ahí nos vienen los cambios de nombres que no afectan para nada el cambio de actitud, de ahí nos vienen las sucesivas “renovaciones del pensamiento” que no terminan de plantear nada nuevo.
Vemos el concepto de derecha y ultra derecha modificado a voluntad y capricho por los avatares de las consecuencias generadas por los mismos que crearon el concepto.
Igualmente vemos el concepto de izquierda cambiado de nombres, camuflado, actualizado, pero creando el mismo efecto que siempre produjo en quienes lo aplican y en quienes reciben la aplicación.
La derecha satanizada por la izquierda y viceversa, conceptos entonces renovados para que parezcan nuevos pero que dentro siguen siendo el mismo carcamal.
Para los efectos de nuestra morfología la derecha siempre será diestra y la izquierda siniestra a menos que cambiemos los conceptos y retomemos los parámetros sobre cosas tan elementales como los puntos cardinales; pero así tengamos un sur arriba y un norte abajo, una derecha siniestra y una izquierda diestra, el concepto seguirá siendo el mismo si no hacemos los cambios desde la profundidad.
La injusticia social ha sido la vía de transito por la que han caminado todas las sociedades a través de la historia universal; con diferentes nombres y estilos pero con el mismo efecto, las derechas y las izquierdas han repartido miseria y desigualdad a diestra y siniestra.
No basta con cambiar los nombres ni con actualizar los conceptos, hay que profundizar en el nuevo concepto, hay que profundizar en la nueva idea; hay que profundizar en la posibilidad cierta de que surja un “hombre nuevo”; debemos, además, ser capaces de de transformarnos como muestra de transición y abrir el camino a la posibilidad de que el fenómeno del nacimiento ocurra.
Hay muestras visibles de que nuestra sociedad está cambiando, esa cultura del ponme donde hay todavía se mantiene pero se siente que tiende a desaparecer en las nuevas generaciones, esa cultura del maltrato físico (domestico, escolar y vecinal)también muestra tendencias a la disminución, la cultura del maltrato policial y la corrupción no dejan de pasar a la historia aunque se siente una mejoría; hay señales de cambio, pero es solo lo concerniente a la sociedad y el momento histórico, hay que afianzar esos cambios hasta que el concepto dañino desaparezca junto a cualquier posibilidad de brote.
Con cambiar nombres no se cambian estructuras, por ejemplo, en las luchas raciales, todos los que han llegado a sociedades diferentes a las de su procedencia han sido maltratados: los negros, los chinos, los indios, los blancos, los amarillos, los pieles rojas; todas las razas han sido humilladas, maltratadas y esclavizadas en momentos de nuestra historia; los negros en primer lugar, por lo dramático de los eventos a los que fueron expuesto, han sido los que por condición de raza han sido más afectados por el fenómeno de la esclavitud y el maltrato. (Aunque hubo una época en la que los cristianos sufrieron cosas indecibles, también los judíos, también los musulmanes, esto independiente del color de la piel)
En momentos de resurgimiento de sociedades el hombre tiende a reivindicar a los que han sido sometidos a injusticias y entonces aparecen falsos conceptos de igualdad y justicia y aparecen nombres nuevos y como en el guion del planeta de los simios lo primero en hacer es prohibir el uso de las palabras antiguas que tanto daño sicológico, moral y físico causaron.
De ahí viene el que se prohíba casi por decreto el uso de la palabra negro, ahora los de piel oscura son afrodescendientes (con los mismos derechos de los negros y un poquito de los blancos) y cuando se habla de algún tema escabroso no debe usarse la expresión negro para no ofender dignidades; ese comportamiento es absurdo; negro es negro, ¿cual es el problema?; blanco es blanco y amarillo es amarillo; ¿O es que ahora vamos a convertirnos en una sociedad de asiadescendientes, portudescendientes, indodescendientes?.
Lo que realmente humilla, lo que realmente maltrata, lo que realmente esclaviza y que nos afecta a todos, sobre todo en los países latinoamericanos que somos resultado de la mayor de las mezclas étnicas de la historia de la humanidad sigue igual; la injusticia social no se arregla con cambiar nombres, la aparición del hombre nuevo debe comenzar por desechar los conceptos viejos como modelo.
Los venezolanos no somos descendientes de nadie, somos venezolanos, eso debe bastar para nuestro desenvolvimiento como sociedad y los que se crean otra cosa pues que hagan guetos y aldeas o regresen a buscar sus huellas en un universo que hace tiempo las borró.
Simón Bolívar luchó por crear una patria grande, con un pensamiento nuevo, sin distingos ni exclusiones; nos la dividieron, nos la confundieron y nos las transformaron en lo que hoy vemos, si queremos retomar el camino del pensamiento Bolivariano liberador debemos empezar por desechar de nuestros corazones el feudalismo mental que heredamos y que sirvió para dar al traste con los planes del gran soñador, el gran guerrero, el gran ideólogo: Simón Bolívar.
Hoy que intentamos retomar su lucha, hoy que intentamos retomar su pensamiento, debemos empezar por hacernos iguales, ni negros, ni blancos, ni indios ni descendientes de los africanos o los europeos: Venezolanos, hermanos, eso somos y nada más, con los mismos derechos y deberes.
Ni izquierda diestra ni derecha siniestra, ni sur arriba ni norte abajo; el camino es reinventarnos si seguimos manejando conceptos fracasados y vencidos será cada vez más lento, mas difícil, mas tedioso el avance y corremos el riesgo de cansarnos otra vez.
Una sociedad no se construye con decretos, pero los decretos pueden facilitar o entorpecer su construcción, si dejamos de renómbranos y de rebautizarnos y simplemente empezamos por reconocernos sería mejor comienzo.
O inventamos o erramos, parece gritarnos Don Simón Rodríguez otra vez, no inventemos el agua tibia, no inventemos el socialismo ni le cambiemos el nombre o le pongamos apellido al viejo, ¡O inventamos o erramos!!!
Muchos peligros tiene el camino de la formación del hombre nuevo, pero el mayor de todos es que no lo logremos, desprendámonos de una vez por todas de los prejuicios y los conceptos aprendidos y manipulados, olvidémonos del ave fénix que renacía de sus cenizas y se hacia nueva pero seguía siendo la misma vaina, las cenizas que abonen la tierra para que surjan otras vidas, nosotros no podemos seguir resurgiendo cada doscientos años para que nos vuelva a pasar lo mismo.
Si no nacemos nuevamente como lo dijo Jesús, no habremos hecho nada; si no nacemos nuevamente como lo planteo simón bolívar en el manifiesto de Angostura como modelo de sociedad, no habremos hecho nada; sino nacemos nuevamente como lo planteó Don Simón Rodríguez en sus trabajo “Sociedades Americanas”, no habremos hecho nada; sino nacemos nuevamente como lo planteo Ezequiel Zamora en su grito “tierra y hombres libres”, no habremos hecho nada; si no nacemos nuevamente, no habremos hecho nada.
Podemos hacerlo, tenemos señales que nos lo indican: el 4 de febrero de 1992 es uno, no hay duda, una nueva sociedad nació en esa madrugada; el 13 de abril de 2002 es otro, quizás más magnifico que aquel y sin ninguna duda producto de aquel parto madrugador; el 7 de Octubre daremos otra muestra inequívoca de lo que deseamos; falta mucho por andar pero vamos por el camino correcto, no seamos tímidos desechemos de una vez por todas los viejos conceptos para que podamos nacer nuevamente.
IRREVERENCIA EN LA CRÍTICA Y LEALTAD EN LA ACCION
INDEPENDENCIA Y GRAN PATRIA SOCIALISTA
VIVIREMOS Y VENCEREMOS
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