Culminado el proceso de elección presidencial, podemos resaltar algunos elementos de los resultados obtenidos:
1) Queda demostrada, una vez más, la inmensa capacidad de Hugo Chávez para afrontar los retos y la profunda conexión existente entre el camarada y el pueblo
2) Fue totalmente acertada la decisión asumida por la mayoría del Consejo de Coordinación Nacional de nuestro movimiento, los Círculos Bolivarianos de Venezuela, en el sentido de fortalecer al camarada líder de la revolución, fortaleciendo su partido, por lo cual debíamos votar en la tarjeta del PSUV.
3) Las jugadas adelantadas por el oportunismo y el negociado político electoral no lograron avanzar.
4) Se ubicó en la segunda vanguardia como partido del proceso revolucionario el PCV, lo que indica una sustanciosa elevación de los niveles de conciencia ideológica del pueblo.
5) La derecha obtuvo, a pesar del gris candidato, una importante votación, sobre la cual es necesario hacer una seria, fría y autocrítica reflexión.
6) Contamos con un organismo electoral altamente eficiente, objetivo y transparente.
Ahora, luego del contundente triunfo del candidato de La Patria, debemos avanzar con nuestro Presidente en la construcción de la Sociedad Socialista, lo que implica:
1) Sembrar definitivamente en la conciencia del pueblo nuestra condición de nación soberana, afirmando la autodeterminación como pueblo y consolidando la independencia nacional.
2) Continuar con las políticas a favor de las grandes mayorías, profundizando el fortalecimiento del Poder Popular y avanzando en la conformación del Estado Comunal Socialista.
3) Seguir fortaleciendo los espacios económicos para el desarrollo endógeno y la implantación de una economía socialista; desechando privilegios y groseras jerarquías, vanidades individualistas y ambiciones materiales, corruptelas y complicidades que imponen la impunidad, manejo clientelar del poder.
4) Asumir con sentido social la formación ideológica, no haciendo sólo charlas en cafetines y en círculos cerrados, sino también ligándose con el pueblo, dándole o ayudándole a adquirir las herramientas ideológicas, éticas, políticas, educativas y morales para tal fin.
5) Generar mecanismos de articulación, que permitan darle sentido estratégico a la acción de las organizaciones, movimientos sociales y partidos políticos que forman parte de este proceso revolucionario, en una gran confluencia de fuerzas revolucionarias incluyentes, participativas y protagónicas.
6) Aumentar la eficiencia revolucionaria en todos los ámbitos de la vida nacional
Por supuesto que cumplir este cometido implica la existencia de una vanguardia revolucionaria, con una clara visión del rol histórico que le corresponde jugar en la construcción de la nueva forma de vida. Que tenga presente que el socialismo no ha fracasado, sino que han fracasado los hombres y mujeres que no tienen capacidad, honestidad, decisión, claridad y compromiso para implementarlo, que constituyen cuerpos extraños, enfermos, dentro de un mecanismo puro y limpio, que pierde su fuerza debido a esos tumores.
Esta responsabilidad sin lugar a dudas debe recaer, en primera instancia, en el Partido Socialista Unido de Venezuela, hoy día el más grande partido de América Latina y buena parte del mundo, para lo cual debe superar, mediante un objetivo, participativo, democrático y revolucionario debate, algunas rémoras, como lo son:
1) La inadecuada relación Gobierno–PSUV, que ha convertido al partido en satélite de la gobernabilidad; siendo ministros, diputados, gobernadores, alcaldes, etc., jefes y dueños del partido.
2) La inexistencia de una fluida estructura que genere espacios para el encuentro de saberes, enriquecedor del debate y la creatividad colectiva. El aclamacionismo de líderes que se lucen en asambleas y militantes receptores de líneas emanadas de “órganos superiores”, es la novedosa forma organizativa, que le da un carácter administrador y no revolucionario, en una peligrosa sustitución de los organismos por el asambleísmo.
3) El grupalismo y supuestas corrientes de opinión, que en encarnizada lucha por sus espacios de poder recurren al ventajismo, la zancadilla, el maltrato, la exclusión y el clientelismo político, que genera descontento, desmotivación, distanciamiento ético y moral y nefastas confrontaciones, abiertas y públicas o subterráneas.
4) El burocratismo, el sectarismo, la arrogancia, el oportunismo, el nepotismo, el amiguismo y la corrupción, que corroe y destruye el alma revolucionaria y socialista, con una dirigencia percibida como “aburguesada, acartonada, cerrada y autoritaria”.
5) La carencia de una verdadera relación Dirección-Bases que permita un vaso-conducto con los organismos del Estado, para la consecución de soluciones a problemas de las comunidades.
6) El no facilitar que las bases participen en la selección de los candidatos a cargos del gobierno, que permita tomar en cuenta el trabajo social, la honestidad, responsabilidad, diligencia, compromiso y ética socialista del candidato postulado.
7) La resistencia a crear escuelas de formación política-socialista, donde se difunda entre otros, el Plan Nacional "Simón Bolívar" 2013-2019.
8) La falta de tolerancia ante críticas constructivas al partido o a la gestión de dirigentes, tildándose de contra-revolucionarios a quienes lo emiten y propiciándose como retaliación política la exclusión o expulsión de la organización.
9) El usar a las organizaciones sociales, movimiento populares y partidos aliados sólo para eventos coyunturales (elecciones) y no para la toma de decisiones transcendentales en el ámbito político, económico y social del país.
Claro está, este debate trasciende las fronteras del PSUV y se convierte en el vital debate de las fuerzas revolucionarias, que en el necesario camino unitario que debemos impulsar, tenemos que definir nuestro socialismo del siglo XXI y el tipo de partido requerido para cumplir tan importante cometido, para bien de La Patria y la humanidad entera.
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