México: es la hora de exigir definiciones

Cuando la camarilla liderada por el presidente de México Vicente Fox Quezada en contubernio con el PRI, quiso utilizar una artimaña legalista e injusta para cerrarle el paso a la candidatura presidencial en 2006 al actual jefe de gobierno del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador, prácticamente todos los sectores desde el centro hasta la izquierda radical y partes de la derecha moderada, pero principalmente grandes masas de la ciudadanía con o sin partido, dieron una lección política al foxismo y terminaron por sepultar su poca credibilidad. En todo el mundo se supo lo sucedido, tan solo en la ciudad de México (Distrito Federal) más de un millón de mexicanos salieron a protestar y cientos de miles por todo el país, incluso en ciudades como New York, Chicago y Los Ángeles hubo protestas a favor de Andrés Manuel.

Los principales diarios internacionales incluso los controlados por la camarilla Washington madrina del foxismo, repudiaron el burdo intento foxista exhibiéndolo como un golpe a la democracia y la presidencia tuvo que recular. Al momento surgieron voces nacionales e internacionales, que van desde los que postulan que Andrés Manuel el antes odiado “populista” para los conservadores es ahora el gran vencedor de la democracia y la única opción del país, hasta los que simplemente dicen que podría ser una opción para México, lo cual no es poca cosa viniendo por ejemplo de la presidencia norteamericana. Todo el affaire contra Andrés Manuel fue la gran coronación de la popularidad que el jefe de gobierno del Distrito Federal venia ganando al punto de que justo antes de todo el enredo era el presidenciable más popular y por eso es ahora el presidente adelantado de México.

No es de extrañar pues el encanto que la inminente candidatura de Andrés Manuel despierta en la gran mayoría de las organizaciones de izquierda y en los líderes sindicales y campesinos. El fenómeno Andrés Manuel amenaza ser un vendaval más de esos que de cuando en cuando arrastran el poco capital político que la izquierda mexicana logra juntar. En un país tradicionalmente caudillista como México, Andrés Manuel aparece como el hombre, el indicado, el señalado, el héroe de la democracia, que llevará en su vuelo las esperanzas de la nación.

La situación económica y política en México esta también cruzada por la política neoliberal recetada por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Casa Blanca en el marco de la mundialización capitalista al igual que en la gran mayoría de los países, al igual que en el resto del mundo su aplicación depende de las condiciones especificas de cada nación y la correlación de fuerzas políticas internas y externas, como son el grado resistencia radical, la existencia o no de industrias pesadas, el rol de los sindicatos, el peso de la izquierda, la presencia de movimientos étnicos indígenas, gobiernos pro imperialistas, social liberales o anti imperialistas, etcétera. Las reformas estructurales son parte de la receta neoliberal y estas consisten básicamente en la privatización de los recursos energéticos (petróleo, gas, electricidad), la privatización del sistema de pensiones y fondos de retiro, la privatización de la educación, la privatización de los recursos naturales (agua, bosques), privatización de tierras comunales y reformas fiscales y laborales que permitan un mayor grado de explotación de la población.

México es uno de los países donde las reformas estructurales han comenzado pero no se han completado, faltan aun partes importantes como la privatización del petróleo, de la industria eléctrica, de la educación, de los recursos naturales y las reformas fiscal y laboral, todas estas reformas ya están propuestas para su discusión en el congreso. Las recetas neoliberales han topado en México con dos problemas fundamentales, primero la resistencia que desde los campesinos, los indígenas, los estudiantes y los obreros amenazan con radicalizar al país lo cual seria desastroso para los planes de Washington, un cacerolazo en México el traspatio de los Estados Unidos tendría consecuencias de muy alto costo para la camarilla pro imperialista, segundo y aquí es donde entroncamos con el fenómeno López Obrador, la falta de un equipo gobernante capaz y políticamente hábil para someter a la voluntad popular.

En el 2000 año de la preparada derrota presidencial del PRI (Partido Revolucionario Institucional) el partido bonapartista que por mas de sesenta años gobernó al país encima y contra el legado de la revolución mexicana de Villa y Zapata, Vicente Fox el candidato del conservador PAN (Partido Acción Nacional) se presento como el gran caudillo democrático, apoyado directamente por empresas transnacionales principalmente estadounidenses y mas concretamente alrededor del lobby petrolero de Houston Texas. Desde el principio de su mandato Fox se dedico a dilapidar su capital político, rodeándose de una camarilla conservadora, terrateniente, confesional, corrupta y netamente pro imperialista que provoco a los campesinos, a los trabajadores, a la prensa y a Cuba nación muy querida en México. El resultado es que a cinco años del inicio del foxismo y a un año de su término, el país esta polarizado, los obreros y campesinos discuten un nuevo proyecto de nación, la izquierda hace intentos de reagruparse y el movimiento zapatista recupera nuevos bríos y las reformas estructurales están totalmente detenidas.

Así pues Andrés Manuel López Obrador adquiere una importancia vital para la burguesía transnacional por un lado la victoria de Andrés Manuel parece inminente en el 2006 y tratar de impedirlo podría incendiar la pradera, por el otro cualquier caudillo del PRI o del PAN carecería del capital político necesario para maniobrar y cumplir las recetas neoliberales, este es el costo político del fracaso del foxismo y sus cómplices priistas.

En el libro que Andrés Manuel ha presentado y donde desarrolla su proyecto de nación (Un proyecto alternativo de nación) se ve que no hay una ruptura con el modelo neoliberal, por el actuar que ha tenido como jefe de gobierno del Distrito Federal lo podemos ubicar como un gobernante de tendencia social liberal, al estilo Lula de Brasil, Tabare Vázquez de Uruguay, Kirchnner de Argentina o al botado Lucio Gutiérrez de Ecuador, es decir un neoliberal que da limosna. El partido de Andrés Manuel el PRD (Partido de la Revolución Democrática) descendiente muy desnaturalizado del viejo PC mexicano, se ha venido aburguesando de una manera escandalosa, votando la ley indígena propuesta por el expresidente Zedillo cuando su mandato y que iba en contra de los acuerdos de San Andrés firmados por el gobierno y el EZLN, abandonando al movimiento estudiantil que se opuso al cobro de cuotas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y para colmo haciendo alianza con el heredero directo del conservadurismo mexicano el PAN en las elecciones intermedias, por lo tanto no puede ser un contrapeso por la izquierda para las tendencias social liberales de Andrés Manuel.

Pero sin embargo desde el punto de vista de la izquierda no radical apostar a Andrés Manuel es apostar al ganador y ellos saben que para cumplir las metas del próximo gobierno hay que pactar con lideres sindicales, con partidos chiquitos, con académicos, con la prensa, etcétera. Olvidándose de que el social liberalismo no es opción para ningún país en Latinoamérica y que las reformas estructurales traerán hambre, miseria, enfermedad y desesperación entre la población se atreven a asegurar que el gobierno de Andrés Manuel será un gobierno de izquierda. Se apela en todo caso al beneficio de la duda.

Pero en Latinoamérica no caben las dudas, ni las terceras vías. Solo existen dos tipos de proyectos de nación, un tipo es el propuesto por los neoliberales tanto en su vertiente abiertamente empresarial salvaje como la del foxismo o la de los social liberales, que en nada importante se diferencia de los anteriores, la única diferencia entre estos dos tipos de neoliberales es que los social liberales proponen ciertas medidas sociales para palear la miseria provocada por los cambios violentos en la economía del estado de bienestar pasado. Se trata en realidad de una estrategia política, primero se pacta con las transnacionales la miseria de la gente y luego se compra el voto dándoles limosnas a los miserables. El otro tipo de proyecto de nación es el revolucionario ya sea el ejemplo cubano o el de la revolución bolivariana de Venezuela o el camino que pueda tomar Bolivia. Debido a la presión que desde ambos lados de la lucha de clases existe en toda la lacerada Latinoamérica en los tiempos que corren, es impensable que el gobierno de López Obrador pueda ser al mismo tiempo popular y nacionalista, sin romper con los intereses de los grandes inversionistas.

Es evidente los tratos que se están armando entre el próximo ganador de los pinos y diversas cúpulas sindicales, campesinas, partidarias, sociales, etcétera. ¿Sobre que tipo de proyecto de nación se están haciendo estos tratos? ¿Acaso están pensando llegar a la presidencia y desde ahí radicalizar la resistencia contra el imperialismo como lo hace Chávez en Venezuela? La verdad yo no lo creo. Si no es así, entonces ¿Qué? Con o sin López Obrador en la presidencia las reformas estructurales provocaran resistencias, en las calles, en los centros de trabajo y en el campo. ¿Acaso lo que se esta tratando en estos momentos es la manera de “mantener la civilidad”, “mantener el estado de derecho”, “la reconciliación de los mexicanos” o cualquiera de estas formulas que en el fondo significan controlar la resistencia?

En esta coyuntura hay que saludar la propuesta del EZLN lanzada en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, donde expresa su idea de buscar una alianza con organizaciones de izquierda radical no electorera para lograr un gran frente que se oponga a las políticas neoliberales y busque un nuevo constituyente. La idea del EZLN expresa claramente la necesidad de distinguirse de la corriente social liberal obradorista y esta en la idea de los diálogos nacionales por un proyecto alternativo de nación, convocado por el Frente Obrero Campesino Indígena y Popular en Querétaro. Podemos decir que los tiempos están haciendo coincidir a la clase.

Solo hay una forma de participar de la izquierda radical en todo esta ola levantada por el fenómeno Andrés Manuel, nada de apoyos críticos. Exigir desde la trinchera clasista radical definiciones claras y nada de posponer discusiones, así podremos saber que rumbo tomara el huracán López Obrador. Todos los candidatos deben, para distinguirse, pronunciarse acerca de la posible privatización de petróleos mexicanos, de la electricidad, del agua, de los bosques, deben pronunciarse acerca de la autonomía indígena y acerca de los casos de represión y asesinato político o lo que es lo mismo tomar el toro por los cuernos y discutir de frente el proyecto de nación, dar esta discusión públicamente debe ser una demanda de la izquierda radical.

Probablemente exigir definiciones no detendrá la ola de demagogia y medias tintas de las campañas electorales, pero justo en el momento en que las burocracias sindicales, los caudillos campesinos y los operadores políticos pacten con López Obrador detener la resistencia, para llegar juntos a la presidencia, dentro del rió de gente que se va a encandilar con el poder presidencial (o que simplemente se van a vender) surgirá un éxodo de gente verdaderamente comprometida con un proyecto alternativo de nación, ahí la izquierda radical debe estar atenta para exigir definiciones y pescar en rió revuelto hacia un frente anticapitalista de clase y preparase para el próximo capitulo de la lucha de clases que sin duda pronto llegara a México como ha llegado en Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela.









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