Ateología Popular

¿Por qué no hay un Dios, envés de haberlo? Pronto vamos a saberlo.

Para comenzar, preguntémonos qué es eso que entendemos por Dios, y veremos por qué algo como eso simplemente no puede existir.

¿Cuál es la idea que tenemos de Dios?

Hela aquí en su forma más común: "alguien o algo muy superior, omnipotente y poderoso, que al mismo tiempo es muy justo y muy bueno, y que ha hecho todo cuanto hay, salvo a sí mismo, pues nunca fue creado".

Esta idea nos remite a un ser, a un ente, a un individuo o individualidad que tiene o que tendría la facultad de crear y de decidir qué cosas crea, cómo serían éstas y cómo tendrían que funcionar. Se trata de alguien —o de algo— con completa libertad para crear y con poder absoluto sobre la creación. Alguien —o algo— para quien poder y libertad de creación son una sola y misma cosa.

Es la idea básica que tenemos de Dios; pero prosigamos detallándola.

Ocurre que con esta absoluta capacidad operacional que tendría Dios pasa lo mismo que con todo poder absoluto: Dios no puede estar sujeto él mismo a leyes (ni morales ni de ningún tipo), pues es precisamente quien las crea. Cualquier creador de leyes es anterior a ellas y no puede, por lo tanto, depender ni estar sujeto a ellas.

Éstas que consideramos "leyes" (de todo tipo: de la naturaleza, morales, físicas, etc.) estarían, aun si fuesen obra de Dios, destinadas a regir el Universo por él creado, mas no a regir al creador de las mismas; pues las leyes por él creadas no pueden indicarle —a su creador— cómo éste habría de haberlas creado.

Sírvase el lector retener, pues, que dichas leyes, dichos principios universales, no son Dios mismo, sino su creación.

Sí, el Universo creado por Dios no es Dios ni puede ser Dios mismo: sólo su creación. La idea común que se tiene de Dios supone que éste dispone, al crear al Universo, de toda la libertad y poderes absolutos imaginables, y que dicha libertad y poderes absolutos no han de estar sujetos para él a ninguna prerrogativa.

Pero lo más importante es que, a pesar de esta libertad y poderes absolutos, Dios, si bien crea, no puede al mismo tiempo ser su propia creación. Si fuese su propia creación, quedaría eliminado en tanto que sujeto creador (pasando a ser predicado), y debemos recordar que Dios es ante todo "sujeto", "autor", "causa".

Ahora bien, suponiendo no obstante que en realidad un tal Dios existiese ("sujeto", "autor" y "causa"), y que éste fuese distinto, por consiguiente, de su creación, ¿de dónde le vendrían entonces tales poderes, tales privilegios de producción?

Es el gran misterio, muchos dirán. Sin embargo, a la luz de dicha idea de Dios sería lógico pensar que sólo podría haber una explicación relativa a la supuesta pre-existencia de estos inmensos poderes creadores con que consta dicho hipotético ser: puesto que antes de su creación no existiría nada, excepto sólo él mismo, los poderes le vendrían, pues, de sí mismo, estarían incluidos en él.

Mmm...

Es decir: en su grandísima, o más bien, "infinita soledad", Dios y sus poderes eran una sola y misma cosa.

Nuevo problema: un Dios, solo, con sus poderes de creación, pero aún sin creación alguna, no es todavía un Creador, pues un creador sin creación no es todavía un creador, apenas un pre-creador, o un creador potencial. Es decir, ni autor, ni causa de nada aún... Habría que esperar que crease para que fuese creador, para ser Dios...

En otras palabras: hablar de "Dios" antes de no haber sido creado el Universo, es hablar de algo que aún no es.

Dios sólo puede, como todo creador, haber nacido con su creación. No antes. Solo y sin haber creado, Dios aún no existe. No hay Dios, sólo pre-Dios.

Ahora bien, aun este cuasi-creador: —¿"Dónde" podría existir, si no existía el espacio? ¿Y cómo podría haber existido antes del Universo, si no existía el tiempo?"— preguntaría un niño.

Antes de la creación, no podía existir siquiera un pre-Dios. Mucho menos sus poderes (¿o es que sus poderes absolutos también incluyen el poder ser antes de ser, o el de ser Dios sin aún serlo?). He aquí a qué se reduce la idea corriente que se tiene de Dios: a un imposible, a un ilógico disparate.

No obstante, si insistimos (como insisten los creyentes) en la existencia de Dios antes del Universo por él creado; esto es, si insistimos en su vida pre-universal, en su antigüedad pre-histórica, y no contentos con omitir el más elemental sentido lógico le atribuimos ADEMÁS características humanistas (tales que una voluntad de bien, una moral positiva, un compromiso con la justicia y la igualdad, y otros rasgos del mismo orden), entonces nos veremos forzados a suponer (como quienes miran VTV los domingos por la mañana) que dicho Dios efectivamente hubo creado el Universo a su imagen y semejanza. Es decir, que Dios era bueno antes de crear el Universo, y que como tal sólo quiso y pudo crearlo igualmente bueno, como él mismo. Y... "si lo dicen por el canal del Estado"...

En resumen, no sólo tendríamos que suponer que Dios era Dios antes de poder serlo (puesto que no había todavía creado nada —ver Sexto Empírico—), sino que además era bueno —antes de ser Dios—. El bien precedería a Dios...

Pero sigamos indagando los fondos estructurales del credo popular.

Así, dicho credo afirma, como vemos, que Dios es necesariamente bueno y creó al Universo bueno, esto es, a su imagen y semejanza. Obviamente, se trata de un razonamiento que nos recuerda una idea muy conocida y explotada (sobre todo en el arte y en el psicoanálisis), a saber, que un creador siempre se verá reflejado en su obra; que parecerse a ella es inevitable; que provocar lo contrario sería casi tan improbable como la auto traición, etcétera, etcétera, etcétera.

Nosotros, quienes veníamos pensando hasta ahora que Dios, al disponer de una libertad y poder absolutos, no tenía obligaciones ni condicionamientos de ningún tipo allá en la soledad de su limbo pre-imperial, vemos ahora que (puesto que creó un Universo bueno, a su imagen y semejanza) sí que los tenía, por el solo hecho de ser bueno.

Léase bien: no tenía ni obligaciones ni condicionamientos, pero sí que los tenía...

Ni modo: tenemos entonces que Dios quiso crear un Universo que se le pareciese, que fuese justo, bueno, perfecto... ¿Será que Dios estaba interesado en crear a otro Dios?

Si Dios pudiese realmente hacerlo, entonces Dios de pronto se vería frente a —ni más ni menos que— otro Dios; el cual a su vez no obedecería a ninguna ley, pues siendo él mismo un Dios estaría encargado de crearlas, no de someterse a ellas, right?

Lamentablemente, este segundo Dios se encontraría tarde o temprano con que no es realmente tal cosa; con que ya existe una creación anterior a él, de la cual es parte y cuyas leyes lo afectan y lo limitan en poder.

Él mismo sería, no un Dios, sino todo lo contrario de un Dios: una creación.

El verdadero Dios es al parecer quien lo hubo creado a él, aquel quien tal vez decidió crear un a Universo que le asemejara mucho, pero no lo suficiente como para que llegase a ser otro Dios.

Un Dios, pues, al parecer no puede —por un simple conflicto de auto-anulación poderes— crear a otro Dios.

Y un Dios que no puede algo (esto es, que no es "Omnipotente"); que tiene limitaciones (que no es "Omnisciente"); que en fin de cuentas no lo puede todo (y no es, por tanto, "Todo Poderoso"), no es ni puede ser verdaderamente un Dios.

Y es que NO hay un tal Dios: ¡sólo EXISTENCIA!

Una que no entiende de propiedad (copyright) sino de experiencia colectiva, simultánea, universal.

Así es, afortunadamente no somos ninguna de estas dos aberraciones:

a) ni una creación condenada a la imperfección (o lo que es igual, un cuasi-Dios, limitado e impotente); ni

b) seres estériles, irreproductibles.

Amén...

xavierpad@gmail.com



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Xavier Padilla


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