Chávez: un interlocutor silente que enloquece a sus enemigos

“Como si su boca fuera un oráculo que por defecto o exceso de uso no podía cumplir su función”

Sergio Chejfec



… “Y no está, Chávez no llega, no habla, no se sabe nada de su salud, está secuestrado en Cuba por el castrocomunismo, los brasileños, los cubanos y hasta los norteamericanos saben más sobre el estado de salud del presidente que nosotros los venezolanos, el pueblo está indignado porque Fidel tiene atrapado a Chávez en su isla privada, la instalación de la Asamblea Nacional el día de ayer estuvo signada por la ausencia del presidente Chávez…” Estas son algunas de las frases que emergen de esa turbia constelación que identificamos hoy en día como el espacio de las redes sociales, ese lugar donde orbitan planetas confusos y disfuncionales en los que, con solo teclear una idea inverosímil y apretar el botón “enter” de la computadora, del teléfono celular o de las modernas “tablets”, una información es transmitida a través de la fibra óptica y con la velocidad de la luz, emerge como una verdad para miles de lectores que se desviven por escuchar lo que desean, no lo que realmente sucede. Así estamos, acurrucados al final del pasillo por una vorágine de “noticias” entorno a la salud del presidente venezolano que nos embiste sin cuartel y nos deja al descampado de la desinformación.

Pero lo más notorio de este nuevo fenómeno mediático del rumor sobre la enfermedad de Chávez ha sido la proliferación de médicos telepáticos, quienes, en contra de la verosimilitud de cualquier historia, saltan raudos sobre el personal de inteligencia de Cuba, sobre el centro de salud donde se encuentra hospitalizado el enfermo, sobre los médicos que lo atienden y logran saber “paso a paso” la evolución del cotizado paciente; luego, y obviando los difíciles medios de comunicación existentes entre la isla de Cuba y USA, transmiten sus diagnósticos y conclusiones a un número importante de seguidores –incluyendo a CNN en español, canal de TV que el día 4 de enero entrevistó a uno de esos agoreros de la salud vía skype mediante su locutora estrella Patricia Janiot-. Entonces, como el circuito de comunicación es predictible, se da el milagro: un emisor X transmite un mensaje Y al receptor Z y todos satisfechos reciben lo que creyeron entender o lo que anhelan escuchar, pero chocan ante una verdad inasible: el silencio de Chávez que se erige ahora como un contralor, pues quien no habla ostenta el poder de la ubicuidad y por tanto, puede estar en todas partes y en ninguna a la vez, observando, escuchando las barbaridades del ignorante, riéndose de los especuladores del verbo y emitiendo mensajes imperceptibles que no pueden ser decodificados. Por eso es que el silencio es tan poderoso y logra generar interrogantes que, semejantes a las truncadas escaleras de Escher, desorientan a cualquier caminante.

Ese “silencio ensordecedor” es el nuevo habitante de un sector de la Oposición venezolana que se alimenta del rumor para satisfacer sus develados instintos necrófilos, apocalípticos y esquizoides, pues comienzan a experimentar un quiebre temible en sus mentes que los aísla de la realidad y los sume en un planeta ciego en el que todos sus habitantes replican frases que no saben si son ciertas pero que desean que lo sean para acotar su mundo mental escindido de la cotidianidad que los circunda. Un verdadero tormento, sin duda. El Gólgota en su máxima expresión, la locura como práctica de vida, el extravío como piedra filosofal, la Nada.

Frente a esos seres de mente compartimentalizada, término que utiliza la moderna siquiatría para explicar la disociación sicótica, patología en la que el enfermo comienza a pensar intentando hilvanar -sin resultado- ideas que son compartimientos aislados unos de otros, está un pueblo que rinde tributo al silencio de su presidente, que llena el vacío de su voz y de sus discursos con fotografías, carteles, consignas, lágrimas, oraciones y fe. Es la esperanza la que los anima a seguir creyendo en utopías porque Chávez los volvió visibles en su propio país, porque les dio una identidad, porque les otorgó la posibilidad de avanzar y acercarse a los blancos criollos, a los amos del Valle, a los “nariz para arriba”, a los “buenos samaritanos” que nacieron enmantillados. Esa opción se las dio un hombre de carne y hueso que ahora se encuentra enfermo y a quien le deben solidaridad como “ese gesto que vuelve” para quedarse y transformarse en lealtad, ese sentimiento que esos disociados de la Oposición venezolana han confundido con sumisión porque, luego de 14 años de apostar a la destrucción como posibilidad de reconstrucción es una idea demasiado contradictoria, tan confusa que enloquece.


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Eva Flórez


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