Diosdado Presidente

¿Quién iba a creerlo? Eso parece una película de Alfred Hitcock. Pero sucedió en la AN. Los fatídicos militantes de esa caja de mugre llamada oposición, le pidieron a Diosdado Cabello Rondón, que se encargara de la presidencia ante la ausencia del LÍDER.

Los observamos diciendo que “Usted Diosdado juró en esta ASAMBLEA que respetaría la Constitución y por eso hoy le pedimos, en honor a la historia, que asuma la presidencia del país Venezuela”. Y Diosdado en verdad nunca se ha salido de la Constitución por qué es un REVOLUCIONARIOOOOO.

Hacía mucho frío en mi habitación y puse a calentar el café con papelón, porque Lorenzo M escondió la azúcar y en el barrio no se consigue. El cafecito le hace bien a los viejos. Le pone los ojos aguditos y uno viaja quizás atrapado por esa cafeína que nadie prohíbe en el mundo, pero que igual hace daño.

Entonces viajé a 2002. Ante mi figura desvalida, doblada, esclerótica y senil, aparecieron unos sujetos comandados por un cubano “gusano” experto en terrorismo y que llegó a vivir de chulo a Venezuela. El lugar era Chuao y estábamos en la parte posterior de la embajada cubana. La sarta de sujetos y sujetas blandían palos, hierros, objetos contundentes y CIA. Con ellos se encaramaban sobre los autos de la embajada cubana y golpeaban los techos y los parabrisas hasta romperlos.

Yo miraba, sabía que ellos ignoraban a un tereque de anciano allí observado. El odio que les salía por los poros se explayaba en el ambiente. Eran de la parte clase alta y media de una burguesía enferma y racista que en mala hora pone sus culos en nuestra patria.

Gritaban obscenidades contra Cuba. Maldecían al embajador que estaba junto a un gran grupo de personas en la parte interior de la quinta. Yo no salía de mi estupor; jamás llegué a imaginarme cuanto odio acumulado en unos perendengues hirsutos y recién bañados.

Todo lo destrozaban. Una mujer de lentes oscuros empujada una cabilla en él para brisa de un auto y al parecer eso le producía un orgasmo, porque gritaba placentera como en esas películas porno que les envían los ridículos gringos a los pueblos para que se contagien con la enfermedad que ellos no pueden quitarse. Por cierto vi una de esas películas en el canal RCTV al que algunos ingenuos apoyaban cuando no le renovaron el contrato,

Todo era un caos cerca de la embajada. Gritos, histerias, hombres y mujeres elucubrando mal aliento por esas bocas que se han de comer los gusanos para luego vomitarlas. Entonces, entonces para que el espectáculo fuera más grotesco, más lamentable, más ruin y perverso llegó él…

Era el hijo de Pilarica Romero. Tenía cara de guante de operaciones culéricas. Caminó toscamente. Su rostro era ridículo, malformado, una aleación entre el marqués de Sade y el Descuartizador de Londres. Se acercó a la embajada y abrió su purulenta boca de hiena que se ha tragado la bilis de una mapanare. Gritó:

“Mira Diosdado Cabello si estás ahí sal, porque los vamos a obligar a comerse las alfombras, pues no les vamos a dar ni agua”- Y levantaba su puño de infeliz, de insecto, de chupa cabra.

Retornamos al presente y viendo a los mismos golpistas de aquella época, del mismo partido PRIMERO JUSTICIA, AD y Copei soliloquiamos:

“Coño ayer lo iban a dejar morir de hambre y de sed y HOY LE PIDEN QUE TOME LA PRESIDENCIA, qué de cosas, ¿no?

hdiderot@gmail.com


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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