A propósito de haberse conmemorado recientemente 24 años de aquel 27 de febrero de 1989, “El Caracazo”, día de rebelión popular; quise continuar con la segunda parte del artículo publicado el pasado lunes 18 de Febrero, “4F: Por Ahora y Para Siempre”, donde traté muy resumidamente de remembrar aquellos años de luchas y grandes decisiones; hechos que son ineludibles para nuestra memoria histórica contemporánea.
Decía en aquel artículo que luego de pasar por los episodios que protagonizó la rebelión cívico-militar del 4-F, el Huracán Bolivariano comenzó a recorrer las calles del país, hasta llegar al año 1997 cuando debatíamos la posibilidad de participar en las elecciones de 1998, con Hugo Chávez Frías como candidato; o seguir evaluando otras posibilidades de lucha, otras maneras de “tomar el cielo por asalto”.
El análisis del momento nos llevaba a tomar la decisión de participar en las elecciones presidenciales, bajo el riesgo de perderlas, por aquello de la vieja práctica “acta mata voto” y la corrupción electoral de ese entonces. Se participó y el pueblo hizo el trabajo más importante y obtuvo una victoria imposible de desconocer. Recordemos que incluso en las elecciones de las gobernaciones, previas a las presidenciales, en algunos estados intentaron desconocer el triunfo de nuestros candidatos, ejemplo preciso, aquí en Barinas, donde el propio Hugo Chávez, siendo aún candidato presidencial, tuvo que hacer presencia y presión en el CNE, con el pueblo en la calle, para que trajeran unas actas “casualmente desaparecidas”; las contaran y tuvieron que reconocer la mayoría de votos que favorecían al Maestro Hugo Chávez, y que lo transformaron en gobernador bolivariano de este estado.
Fue entonces en 1998 cuando Hugo Chávez Frías, aquel militar rebelde repleto de sueños concretos para liberar de tanta represión al pueblo venezolano, logra ganar las elecciones y el 2 de Febrero de 1999, retumba en la Asamblea Nacional con otra de sus frases memorables: “Juro delante de Dios, juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos. Lo juro”. De allí en adelante, la revolución bolivariana comenzó a construir cimientos de esperanzas en un pueblo que se convirtió en protagonista de su propio destino: Chávez llamó a Constituyente, se eligieron los diputados y diputadas constituyentistas, se instaló la asamblea constituyente, se elaboró la nueva Constitución Bolivariana y se aprobó con inmensa mayoría en diciembre de 1999.
En los primeros años, aunque no de manera muy abierta, se comenzó a cumplir públicamente con el compromiso socialista, pero fue en el 2005 cuando Chávez en otro discurso memorable, asumió y llamó al pueblo a asumir abiertamente para el mundo, que somos un proyecto socialista, es decir, somos anti imperialistas construyendo socialismo, por lo tanto, somos anti reformistas, somos revolucionarios verdaderos, auténticos…para seguir propiciando cambios profundos en nuestra historia. Todo ello nos ha traído hasta acá con logros importantísimos que nadie puede negar; con errores, quién no los comete, fallas de diverso tipo y sobre todo en este proceso que ha sido tan difícil: La transición demoledora para construir una revolución verdadera a través de las elecciones burguesas, utilizando, como dijo el Che, “las armas melladas del capitalismo”. Un proceso muy difícil, con muchos enemigos (internos y externos), donde no termina de morir lo que tiene que morir (el viejo estado burgués) y no termina de nacer lo que tiene que nacer (el nuevo estado Socialista); pero por supuesto que hemos avanzado y ello es reconocido por otros procesos de nuestra América, por otros líderes y pueblos del mundo.
Igualmente, como obviar los obstáculos que hemos sobrepasado para llegar hasta hoy, golpes de estado, golpe petrolero, saboteos en industrias, acaparamiento, especulación, entre otras tantas trampas de los poderosos grupos económicos del país, manejados por la oligarquía nacional e internacional, que pretenden frenar nuestro camino hacia la consolidación del Socialismo Bolivariano. Hemos avanzado, pero no hemos llegado aún al punto del no retorno; todavía nos hace falta seguir consolidando triunfos, seguir consolidando la unidad y la conciencia de la fuerza revolucionaria, para lograr el punto de la irreversibilidad del proceso bolivariano.
Considero que en este momento coyuntural de hoy, como siempre sucede en el desarrollo histórico de la Humanidad, nos encontramos en un punto decisorio para algunos sectores políticos del proceso bolivariano. Así como en el pasado, hechos concretos de acción contrarrevolucionaria, sirvieron para que la mayoría de reformistas y traidores infiltrados se fueran de este proceso, hemos llegado a otro momento histórico de esos que prácticamente obligan a las verdaderas definiciones. Es decir, los elementos dañinos que aún existen en nuestras filas, enquistados como parásitos, el momento coyuntural terminará por desecharlos, porque llegaron a la encrucijada de las decisiones o definiciones. No existen terceras vías en este proceso revolucionario, “o eres molusco o eres marisco”, o estás con Chávez o estás en su contra, o eres capitalista o eres socialista. No hay cabida para los reformistas, ni para medias tintas. Por ello, nuestra decisión definitoria de seguir, con paso firme, hacia la irreversibilidad de la Revolución Bolivariana.
No podemos frenar el impulso revolucionario; los verdaderos chavistas somos los que tenemos que estar dispuestos a hacer cualquier sacrificio por defender esta revolución. Al contrario, los reformistas, los que piensan en las comodidades, en los beneficios grupales y particulares, son los que dudan de seguir firmes por ese camino y fácilmente caen en la descalificación y la traición. Y allí están los ejemplos que nos da la historia: personas que una vez estuvieron militando, incluso dirigiendo partidos de izquierda, esos donde prevaleció “la izquierda reformista”, y ahora están, porque no tienen otro camino, porque efectivamente no hay terceras vías, con la derecha.
Se necesita tener una auténtica conciencia revolucionaria para entender que no estamos buscando confrontaciones de ningún tipo, pero que si se presentan, tenemos que luchar con compromiso y convicción, por encima de cualquier cosa, incluso como lo hicieron los Patriotas del 4 de febrero del 92, para defender nuestra decisión definitoria: consolidar el Socialismo Bolivariano!!
Independencia y patria socialista
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Viviremos y Venceremos
Barinas, 04 de marzo de 2013