Alquimia de las clases y el poder político en el laboratorio regional

Por la candelita que están jugando las ideas en mis circunvalaciones, ya sé que voy a terminar siendo un pretencioso, al tratar de empaquetar en un artículo algo que va a gotear por todas partes; pero bueno, es un propósito, una necesidad concreta en este momento de urgencia electoral, y lo intentaré.

El laboratorio regional es muy favorable para la observación del comportamiento de los intereses ideológicos-económicos sobre el poder político. Es como un nivel nacional más manejable: idéntica burguesía financiera, pero con funcionamiento más “familiar”, o por lo menos más diáfano; tan permeable, que terminamos por enterarnos de los mecanismos “perfectos” de corrupción (al igual que el crimen, no hay corrupción perfecta) como la “calificación” de quienes manejan presupuesto universitario o estatal, por ejemplo (lo de calificación vienen por eso de los “puntos” que se dan sobre la tasa de interés vigente, entregados en efectivo, que se disuelven en la contabilidad bancaria como “gastos de la gerencia”).

La misma burguesía comercial, rentista, parasitaria, especuladora, pero diluida en la población, sin habitar áreas (físicas o culturales) impenetrables, cuyas opiniones políticas, apetencias económicas, ideales de vida, por inverosímiles que sean, las oímos de sus propias boquitas, sin pasar por oídos ni interpretación del pariente de mi bisabuelo, ni de la señora que les trabaja o el chofer que los lleva a misa, y menos las expresadas por periodistas tarifados. Mafias de la construcción corruptoras de todas las modalidades de la derecha y, hasta ahora, también de la izquierda, que hayan ejercido el poder político… ¿poder…? bueno, el gobierno regional. Siempre prósperas porque todos los canales de la distribución presupuestaria desembocan en sus fauces, recursos que les permiten disimular otras actividades menos santas. Una fracción de clase que si bien le queda grande el mote “industrial”, magnifica su presencia e influencia, a la sombra de las organizaciones que crearon a escala nacional para refugiarse, presionar y destilar ideología.

Desde allí, y relacionados con la producción, que es lo que genera clases, hay una gradación, que engloba eso que oficialmente llaman “medianos y pequeños”, donde los banqueros se convierten en prestamistas, los comerciantes en dueños de tiendas o bodegueros, los constructores en medianos o pequeños ídem, los industriales en dueños de talleres, descendiendo hasta los mismos linderos del proletariado, pero siempre con los intereses de clase de sus modelos de identificación, los de arriba. Todos los nombrados hasta ahora, practican una coherencia política perfecta, traducida en ni un voto para Chávez, sus secuaces y albaceas.

De los “sectores populares”, ni hablar, porque en todas partes parecen iguales: la misma exclusión, semejante alienación, iguales penurias y necesidades; y después de que Chávez abriera un profundo tajo en la secuencia histórica, los mismos intentos de crecimiento de la conciencia, de participación, de empoderamiento… Sus necesarias diferencias se explican por el particular proceso histórico de su participación en la producción y las formas de explotación, las modalidades de imposición de la ideología dominante (eso que hemos llamado en varios artículos en este foro “ideología merideña”) y la gochitud (categoría que alguna vez me veré obligado a explanar) que tiñe históricamente “todo lo que no es verde”, es decir, la Cultura, adoptando la magnífica definición del Poeta Ángel Eduardo Acevedo.

Hasta aquí me trajo la habilidad de encasillar una realidad en una teoría heterodoxa, pero, para lo que sigue, necesitaré un verdadero cincel. El laboratorio reducido que constituye lo “regional”, se enturbia densamente con el maltrato (mal-trato) teórico que ha tenido eso que hemos llamado “clase media”, bojote epistemológico de ubicación social, susceptible a la excepcional “movilidad social”, ósmosis más frecuente para abajo que para arriba.

La “clase media” merideña es heterogénea, pero buena parte de ella, la que me atrevo a considerar en este artículo, permanece o “pasó” por ese generador-reproductor de ideología llamado Universidad, hasta el presente el más transparente mecanismo de acomodamiento o ascenso social (los mecanismos ilegales y los derivados de la corrupción merecen estudio aparte). Independientemente del tamaño que haya tenido la universidad en su historia, ha sido muy marcada su influencia sobre Mérida, relación que maravilló y llevó a plasmar en agudas expresiones al neopositivismo merideño. Sin embargo, el peso concreto de esa influencia, con clímax en los años sesenta-setenta, ha ido en descenso, sobre todo desde que la inclusión educativa se convirtió en derecho de todos los venezolanos.

Y como la universidad merideña jamás ha sido revolucionaria, no puede generar egresados revolucionarios. Esta universidad fue llanamente retrógrada, clerical y escolástica, desde su establecimiento hasta bien entrado el siglo XX; acomodaticia y neopositivista, desde entonces hasta el corte histórico marcado por Chávez; reaccionaria, opositora y neoliberal, desde entonces. Quien afirme lo contrario y encuentre gestas revolucionarias (que no heroicas, que es otra cosa) en la historia de la ULA, que hagan lista para ubicarlas en la realidad del momento, es decir, para pintarlas de historia. Quien aluda a la alta densidad de revolucionarios por m2 que albergó la ULA en los años de la insurrección guerrillera, podemos repasar nombres para para ver su ubicación política, vital, actual (¡qué desengaño produce hacer eso!) y definir si era un fenómeno social o un subproducto de un modelo de insurrección condenado al fracaso, que nos arrolló como río crecido. Y a quién hable de rectores y autoridades “revolucionari@s”, sencillamente le invito cortésmente a que vaya a ver si el gallo puso.

Con la definición de Universidad en la faltriquera y blandiendo la autonomía como cruzados, numerosos profesores universitarios se convierten en comerciantes, constructores, espos@s y, en estos tiempos de abuso, atropello e inflación, sólo los ingresos del ejercicio profesional los catapulta a las clases privilegiadas de Mérida, cumpliendo su misión en la vida pero impidiendo con más fuerza que la institución deje de estar atravesada en la historia y se ponga al servicio de los grandes objetivos nacionales. Por otra parte, arrinconados en una institución que recibe lo que aporta, cercados por un objetivo deterioro del nivel de ida, la mayoría de profesores se proletariza; sus expectativas los hace igualmente reaccionar contra el “trato económico” recibido del gobierno, y unen sus frustraciones a esa minoría que usaron el trampolín universitario para aterrizar en la godarria merideña.

No hay grietas en la coherencia política de la oligarquía merideña y los sectores con sus intereses de clase que la circundan, pasaron 14 años oponiéndose a Chávez, oponiéndose a la irrupción del pueblo en la “política” y apoyando a los candidatos que quieren revertir la historia. ¡En eso siguen empeñados!

Los privilegiados que estamos de este lado de la Historia, comprometidos con el proyecto de país que conducirá al socialismo, identificados como clase con los “sectores populares”, y los egresados que no tienen como modelo de identificación a la oligarquía, quizá tuvimos la suerte de formarnos mejor, de mantener vivos sueños y utopías, de despreciar las migajas que se ofrecían a cambio de deponer ideales. El desarrollo de la conciencia también puede venir de haber tenido la oportunidad de asumir los fracasos y aprender de ellos.

Reconozco que lo escrito con la pasión de los tiempos tiene sus bemoles, matices que tendremos oportunidad de expresar; que las goteras dejadas en este análisis son verdaderas chorreras, pero en este momento lo urgente es llamar a preservar la Patria que nos legara Chávez. Los grupos de clase, de origen universitario o no, ubicados en la llamada “clase media”, que escogimos como alternativa marchar al compás de la Historia, rumbo al Socialismo, estamos obligados vitalmente a expresarnos públicamente, a pregonar nuestra determinación de apoyar la candidatura de Nicolás Maduro, a actuar con decisión en todos los espacios donde hagamos vida: comunales, sociales, gremiales, académicos, virtuales. . . a explicar nuestra presencia en la sociedad gracias a las políticas anti neoliberales de Chávez, porque el neoliberalismo ha comprobado ser el gran exterminador de las “clases medias” del mundo. No cejaremos hasta ver garantizada la continuación de la Revolución Bolivariana, hasta las últimas consecuencias.

El 14 de abril triunfará la Patria y se despejará el futuro hacia el gran destino que la historia le tiene reservado a Venezuela, forjado por la mano de nuestros Libertadores. ¡Honor y Gloria a Bolívar! ¡Honor y Gloria a Chávez!


osoriof@cantv.net osorioc@gmail.com


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Fermín E. Osorio C.

Historifabulador socialista y antiimperialista.

 osorioc@gmail.com      @FrontinOso

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