El mensaje del soberano

Lo único claro es que Maduro ganó y nadie puede creer que en este país hay 7 millones de oligarcas. Lo demás es pataleo de derrotado. Hoy resulta más importante la lectura política del mensaje del Pueblo Soberano que reclama una “Revolución dentro de la Revolución”.

En primer lugar, es necesario reivindicar el papel del Consejo Nacional Electoral –CNE- y particularmente de Tibisay Lucena. Preparar una elección de esta naturaleza, en este contexto socio-político y en tan corto tiempo exige un inmenso esfuerzo que merece el reconocimiento de toda la sociedad. Enfrentar y derrotar esa inescrupulosa campaña de desprestigio dirigida por Henrique Capriles, en armonía con los medios de comunicación, requiere mucho valor, coraje y profundas convicciones democráticas. Cualquier revisión de los resultados podría poner en tela de juicio la transparencia del CNE y ese es el objetivo oculto de la oposición.

En segundo lugar, debemos comprender que este proceso electoral se desarrolló en un contexto emocional muy doloroso. La muerte del Comandante Chávez es un golpe demasiado fuerte que no es fácil asimilar. Aunque no fue sorpresiva fue inesperada. El plan de la oposición siempre fue desconocer los resultados. Preparar renuncias anticipadas para deslegitimar las instituciones y a Maduro como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Nunca jugaron limpio.

La campaña electoral se desarrolló en medio de una terrible conspiración contra la Revolución Bolivariana, con participación del capital transnacional, dirigida desde los centros hegemónicos de poder. El proceso electoral concluyó en medio de saboteos informáticos desde laboratorios instalados en el exterior. El plan de desestabilización de las instituciones pasaba por provocar la escasez artificial de productos de la cesta alimentaria. La especulación desmedida y el sabotaje al sistema eléctrico generaron mucha desconfianza. A esto se agrega la presencia de mercenarios y paramilitares que fueron oportunamente detenidos.

Nicolás Maduro realizó un gran esfuerzo para enfrentar esta situación en medio del dolor interior por la muerte del Comandante Chávez. Sin embargo, estos resultados sugieren la revisión impostergable de algunas situaciones internas, y conductas políticas (particulares y grupales) que necesitamos atender con absoluta urgencia.

El Comandante Chávez lo llamó una “Revolución dentro de la Revolución”. Comencemos por enfrentar esa exacerbada burocracia ostentosa, dispendiosa e improductiva. Rémora del pasado, que nada tiene que ver con la Revolución Bolivariana y se ha entronizado en los poderes públicos. Obstáculo para el avance que debe ser desterrado cueste lo que cueste. Muchos funcionarios públicos teñidos de rojo exhiben un enriquecimiento súbito que no pueden explicar. El pueblo los conoce y los contempla con preocupación y desprecio.

Amerita revisión urgente, la baja capacidad de desempeño de algunos funcionarios públicos que han alcanzado altos cargos en las instituciones por la vía del amiguismo, la “palanca” y el compadrazgo. Estos funcionarios regularmente no tienen ningún compromiso político y se convierten en una pésima referencia para quienes han dedicado su vida a la lucha por la transformación social y política del país, nunca renuncian a sus principios y hoy se encuentran marginados esperando que la consigna “Eficiencia o nada” adquiera contenido pragmático y se convierta en una política de estado como parte de una “Revolución dentro de la Revolución”.

La corrupción administrativa debe ser enfrentada decididamente. Sin tregua, ni cuartel. Este flagelo de la IV República penetró la administración pública. Una conducta desviada que, al no ser enfrentado, genera mucho desencanto en la población. Siempre fue una preocupación del Comandante Chávez y, seguros estamos que, en esta nueva etapa tenía planteado combatirla hasta desterrarla. En el plano político-partidista es necesario abrir las compuertas del PSUV, superar el sectarismo y mejorar su competencia política.

En el caso del estado Bolívar se requiere una evaluación de los funcionarios de alto nivel de las empresas básicas. En muchos casos se ha sustituido la competencia técnica y administrativa por un supuesto compromiso político que no existe (muchos trabajaron para Capriles). Necesitamos desterrar las estructuras del pasado y buscar una armonía entre lo técnico y lo político. Necesitamos revisar los resultados del “Control Obrero” como una política institucional de avanzada que fue desviada y está produciendo una casta burocrática llena de odiosos privilegios.

Estos resultados tienen un lado muy positivo para el país. Se demostró que el chavismo es una realidad política y social. Que el legado de Chávez está vigente. Esta realidad exige un inmenso esfuerzo para relanzar las Misiones Sociales, profundizar las políticas en educación salud y cultura. Asumir la lucha contra la violencia y la inseguridad ciudadana como la más importante política de estado con una visión integral como lo planteado el Presidente Maduro.

Ahora bien, todo lo anterior solo es posible con la aplicación del Plan de la Patria y teniendo claro que estas políticas exigen y conducen a la construcción del Poder Popular como única alternativa para irreversible la Revolución Bolivariana.


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Darío Morandy


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