Dalai Lama: ¿santo de la nueva era, o jerarca de la "vieja era"?

De momento, el Dalai Lama no es más que un dictador divinizado. Una especie de Jomeini de las nieves que está en contra de la democratización de Tíbet. Sin embargo, tiene un creciente número de newagers y turistas en el bolsillo. Su variante tibetana del budismo se hace cada vez más popular y recibe numerosos apoyos institucionales en Occidente. No pocas veces nos llevamos sorpresas. Nos enteramos de que tal o cual partido se compone por arriba de numerarios del Opus Dei, o que por ejemplo el creador de “Tintín”, Hergé, fue nazi... Pero los medios oficiales no se hacen eco de tales detalles de peso. En este artículo nos ocuparemos de Tenzin Gyatso, el Dalai Lama nº 14. En los medios no se menciona ni una sola objeción contra él. Todo lo contrario, se le enaltace constantemente.
Su entrada en la historia la hace en 1959, nueve años después de la invasión china de Tíbet, cuando tras una insurrección fallida huye a la India y forma un gobierno en el exilio. Gyatso es considerado y se cree un dios, que debe ser adorado por sus súbditos. En sus templos se adoran sus fotos y otros objetos de ‘Su Santidad’. Su cabeza rapada te sonríe desde videos, pósters y libros. En un medio se dijo, como si fuese la cosa más respetable del mundo:
“los monjes representan al budismo tibetano. Dirigen actividades religiosas, pero además también tienen poder político y económico”. Antes de la ocupación china, había 6000 monasterios, que eran los centros de poder y de la cultura.” Las órdenes monacales constituían latifundios feudales y contaban con enormes palacios, algunos de más de mil salas, en medio del pueblo siervo que vivía al lado del ganado.

ANIMALES PARLANTES
Antes de la llegada de los chinos, la población se dividía en 9 clases. Los siervos y las mujeres pertenecían a las ciases más bajas y eran considerados ¡animales parlantes! Carecían de toda libertad y eran mantenidos en la más crasa ignorancia mediante el terror y los mitos sobre demonios. Caso de rebelarse, les esperaban los calabozos monacales. Un castigo ejemplar era la amputación de manos. Así sucedía en todos los estados feudales. Los siervos eran mera propiedad de los señores o religiosos. Desde luego que más de un tibetano se habrá sentido aliviado cuando los chinos destruyeron monasterios y palacios. Pero también el chino ejerce la opresión e impide la libertad de expresión. El joven Gyatso fue considerado la ‘reencarnación’ del anterior Dalai Lama nº 13. Igual que muchos chicos de 4 años que son apartados de sus padres para ser hechos monjes, pasan hasta 16 horas diarias en cuartos oscuros y húmedos para aprender de memoria textos budistas. No eligen su vida y se les lava el cerebro a fondo para ser dignos miembros de la clase privilegiada y masculina. A la par que el budismo tibetano postula una sexualidad rígida y según normas muy estrechas -igual que el cristianismo, se excluye casi todo-, dice que para una mujer ‘es una bendición yacer con un monje’... (de ahí que ha sucedido que en ‘centros de meditación’ mujeres aspirantes hayan sido inducidas a acostarse con el ‘maestro’, a fin de ‘espiritualizarse’). Más matices para la estructura machista de la sociedad... Aparte, existe el voto de silencio y lealtad por vida.

OSCURAS POLÍTICAS
Cuando en 1956 la junta en el exilio pasó por una crisis, se dispuso a “explotar la lucha entre comunismo y capitalismo, para evitar con todos los medios, incluyendo la rebelión armada, que se produzcan reformas políticas en Tíbet.” El Lama escogió un ‘Sendero del Medio’ para congraciarse con los dos bloques mundiales de entonces. Aunque se le haya otorgado el Premio Nobel por la paz, jamás hizo ni un solo intento de formar un parlamento en el exilio, los antiguos señores feudales se convirtieron en burócratas del Lama, no ha habido ni una sola elección para el medio millón de exiliados tibetanos en India. Todo lo contrario, todas las corrientes divergentes han sido calladas, pues solo existe un Dios viviente: El Dalai Lama Gyatso. Un ejemplo: en la India existen unos 100.000 tibetanos que no siguen al Lama, son los Shugden. Opinan que el Lama viola los derechos humanos, y piden libertad de creencias. Ante las negativas comparan el régimen del Lama con el comunismo chino. La junta de Gyatso hace lo necesario para marginanlos: los Shugden con más buena posición son apartados, sus tradiciones y libros destruidos y sus casas registradas. En Occidente, el Lama se ocupa mucho de que no participen en ningún congreso. Asimismo, descalifica a toda otra forma de budismo -como las variantes tailandesa y vietnamita- que por ejemplo defienden los derechos humanos y la ecología. El Lama sin embargo considera que el único objetivo del budismo es la iluminación interna. Mientras no se esté ‘tan iluminado’ como Gyatso y su junta, “sólo se puede dar una ayuda temporal e incompleta”. ‘”Un hombre verdaderamente iluminado” -como él, se supone- “todo lo hace en pro de los demás”. De esta forma, la cúpula está por encima de toda valoración política a moral.

MANITAS CON GINGRICH Y MADRE TERESA
Es notorio que el Lama se junta con toda la élite mundial, especialmente la rica. Ha cenado incontables veces con Gingrich, el anterior líder republicano de EUA, cuyo máximo objetivo es la abolición de toda política social. La campaña Tíbet Libre de Gyatse se ajusta como un guante al anticomunismo radical. En los 60 la CIA entrenó a tibetanos destinados a convertirse en ejército de liberación. Aviones americanos lanzaron armas sobre Tíbet. Para el Lama no era un problema que la CIA aplastara en muchos lugares del mundo los movimientos de liberación y que constituyera milicias paramilitares de asesinos. Más tarde se percató de que así no vencería a China y se decidió por una imagen de no-violencia. Acertó. En EUA existen más de 3000 proselitistas tibetanos que extienden su poder e influencia y llenan sus arcas. Aumenta el número de interesados en Tíbet y el budismo. “La gran amiga” de Gyatse -la santa viviente de Calcuta- murió hace poco. Fueron socios en casi todo. Ambos se encuentran muy a la derecha del espectro político. Ambos se tutearon con un buen número de dictadores y reaccionarios. Ambos manejaban grandes cantidades con destino a sus órdenes Integristas. Ambos consideran que el sufrimiento, antes que curarlo, encierra una ‘gran enseñanza espiritual’. Ambos rechazaban minorías, Teresa por ejemplo no atendía enfermos de SIDA en su hospital. Ambos se consideraban mutuamente ‘encarnaciones del amor y esencias del ser humano’.

UN SOLO DIOS, UN SOLO FÚHRER, UN SOLO PUEBLO
Editoriales de extrema derecha editan habitualmente varios de sus textos, y él acude a sus presentaciones. Esto viene desde los tiempos del III Reich, cuando los nazis -siguiendo el ejemplo de los teósofos- vieron en el Tíbet la cuna de la raza aria. Numerosos ‘científicos’ racistas visitaron Tíbet y se entrevistaron con el Dalai Lama. Conocido es Heinrich Harrer por la película ‘Siete años en Tíbet’ que se estrenó el año pasado, aunque sin viso de realidad, por cuanto este personaje fue nazi convencido y sus libros que circulan hoy están profundamente ‘pulidos’ respecto a la versión original. Se convirtió en asesor político del Lama. Si Goebbels supiera que Hollywood se dedica a lavar la cara a viejos nazis... Por cierto, algunas estrellas de cine oran por él... Tampoco se divulga que el Lama fue amigo del líder de la secta japonesa Verdad Suprema, Aum, y le recomendó como ‘posesor del espíritu del Buda’ y ‘promotor de la bondad social’. Cuando el líder Shoko cayó en desgracia, el Lama no tardó en visitar Japón para reconducir los budistas japoneses hacia su propio río. No lo logró; sin embargo, los budistas taiwaneses están codo a codo con él, dado que pertenecen a la Liga Anticomunista Mundial. Más que los ayatolas iraníes, el Lama reúne poder religioso, político, económico y cultural. ‘Pasa’ de los principios políticos liberales occidentales. Encabeza iglesia y estado, sin vestigio de libertad de prensa, elección política, personal, sexual o de rol. Se dice que ‘todo el pueblo tibetano está con él’, o sea, un pueblo, un dios, un estado, un líder. ¡Y nos quedamos tan tranquilos! ¡Como si eso fuese genuino! ¡Cómo puede ser bueno un sistema, que nosotros mismos hemos reconocido como malvado a través de la ilustración y dos guerras mundiales! Él nos dice que el pueblo tibetano es así y así lo quiere. Entonces, ¿también nosotros tenemos que seguir el ejemplo de un ‘pueblo estúpido’? ¿Tenemos que convertimos a alguna religiosidad tipo New Age o budista? A su pesar, sabemos demasiado bien que aquí de ‘Nuevo’ o ‘Iluminado’ no hay nada. Tan sólo cosas muy viejas y muy, muy oscuras...


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