…para que por lo menos trote. Si sólo se tratara de elegir alcaldes y concejales y una vez ganado o perdido el gobierno municipal remendar los entuertos desde el poder de más poder, el nacional, tranquilos estaríamos. Pero no, el 8/12 puede ser el comienzo de la agonía de la Revolución, atada aún a la legalidad burguesa y su sistema electoral.
Poco más de cinco meses y medio nos separa del próximo acto electoral; es decir, nada, salvo en el transcurrir del tiempo en la paralizante burocracia, donde es casi el largo plazo de once quincenas por cobrar. Difícil convencer de que vienen por nosotros, por todos y con todo, que la batalla del 2013, que está terminando con incontables bajas nuestras, será ensayo general comparada con la que nos plantearán desde muy pronto, para ganarla y pasar al siguiente episodio electoral que conducirá irremediablemente al referendo revocatorio. ¡Pilas!
A estas horas ya tendría que haber sido estudiadas, analizadas, las razones de la pérdida en cada una de las parroquias y municipios donde nos derrotaron, porque no fue por una causa general, sino por el aprovechamiento por parte de la estrategia enemiga de debilidades propias de cada caso. La hecatombe del 14/04 en muy buena parte de los casos no sucedió por problemas de gestión estadal o municipal; las razones, más profundas, discutidas en muchos foros, no han sido sistematizadas y, por tanto, las medidas para no repetir la historia pueden ser palos de ciego.
A estas alturas, ya tendríamos que tener establecidas las tácticas político-electorales para cada una de esas circunscripciones, pues tampoco una nacional única cubre necesariamente situaciones tan particulares. Y esto ha de hacerse desde lo más cerca posible de la derrota, desde las gobernaciones y alcaldías afectadas, con las instancias del PSUV y populares correspondientes. De no ser así, siempre habrá una futura Aixa que nos lo recrimine.
Y voy ahora a la realidad cercana a mis narices. El estado Mérida se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de la oposición. Siempre lo ha sido, se dirá, pero tres períodos de gobiernos elegidos por los chavistas atemperaron la esperanza opositora, que revivió con toda su fuerza con los resultados de octubre, cuando ya dieron por sentado que nos arrebatarían la gobernación. La atípica campaña de Alexis Ramírez devolvió al pozo la certeza opositora, pero no por mucho tiempo, porque resucitó con más fuerza a partir de la debacle inesperada del 14 de abril. Desde entonces, ya lo hemos dicho por esta vía, se entró en un contexto político negativo del que, pareciera, no se quiere salir, siendo posible hacerlo.
Por lo mismo que es un objetivo prioritario, el golpe económico continua muy intenso en el estado; no da tregua. El des-abastecimiento, la especulación y la inflación continúan siendo graves y constituyen las bases fundamentales para la propaganda opositora que, reconózcase o no, continúa horadando voluntades y votos. No quiero caer en la anécdota contando mis peripecias buscando algunos alimentos que no he hallado, ni el precio de las “verduras” y frutas en el Bicentenario, sensiblemente superior a todos los supermercados “chinos”, “colombianos” y criollos de la ciudad; ni repetir mi concepto de las reses de Brasil, extraños fenómenos, seguramente obtenidos por ingeniería genética, con sólo cogote, chocozuela y solomo abierto (de llegar a Mérida, ¿en qué restaurante se comerá los mejores cortes de la res?). Mucho menos, hablar de las agarradas en las colas con los mensajeros de la apocalipsis.
Lo importante, es que estaremos entrampados si no comienza la “campaña” ya. Primero tenemos que retomar la iniciativa de la comunicación y quienes tendrían que estar en ello ni lavan ni prestan la batea. Y no hablo de lo nuevo, de la urgencia de la aparición de medios impresos regionales, que parece ya vienen de la mano de gente capaz. Mientras, tenemos que pasar la arrechera de ver la inconsistencia revolucionaria, el insulto sistemático, del Banco Bicentenario, que ha financiado con millones a los diarios amarillistas, opositores, de las mafias más perversas del estado (pasa en todo el País, y no creo que los ejecutivos que colocan en las agencias la publicidad estén dando puntada sin dedal). Si un bolívar tuviese en el Bicentenario, ya me hubiese mudado de banco.
Luego, convencernos de que no se perdió por las mismas razones en el Libertador y en el Alberto Adriani, por colocar los casos de las alcaldías representativas de la oposición y la revolución. No carguemos exclusivamente la responsabilidad a los alcaldes chavistas por la pérdida en sus municipios, porque el 14 de abril se entrecruzaron numerosas variables cuyos efectos debemos estudiar en cada municipio, para enfrentarlas con medidas específicas si fuese necesario.
Y después, a mover ese gobierno (del estado y municipal), el partido y cuanta organización popular exista. Cuando lleguen los lineamientos de la campaña nacional ya estará preparado el escenario para que sean exitosos y dejar a la oposición nuevamente con los crespos hechos y sin oportunidad de acudir al dicotómico revocatorio. ¿Le echamos?