Globovisión y los basureros del periodismo

El caso actual de Globovisión es una muestra clara de la prepotencia, la hipocresía y la doble moral de la pandilla de comunicadores fascistas que se había apoderado de esa señal del Estado, subordinada a personajes que figuran entre los más corrompidos y cínicos de la burguesía criolla. Conviene aquí citar fragmentos de un artículo del periodista Vladimir Villegas, quien, una vez defecado de la pantalla Leopoldo Castillo, se ha convertido en la figura más emblemática del canal de La Florida: “Hay mucho de doble moral a la hora de juzgar las decisiones de los propietarios y directivos de Globovisión. Por cierto, no las apoyo todas, ni tendría por qué hacerlo. Pero, con todo y lo que lamento que algunos colegas ya no estén en la programación del canal, no voy a prestarme al juego de quienes tienen una campaña destinada a acabar con la ventana que dicen defender, y a negar la necesidad de impulsar cambios en este medio”. Por cierto que el programa de Vladimir Villegas en Globovisión, Vladimir a la 1, hasta ahora bastante exitoso, es una muestra de la nueva línea editorial que ha venido imponiéndose allí. El primer invitado de Villegas fue Diosdado Cabello y ha venido combinando invitaciones a representantes de distintas corrientes políticas, con entrevistas básicamente respetuosas y relativamente equilibradas, tomando en cuenta que él es un opositor.
Entretanto, distintas voces provenientes de los basureros del periodismo aliado al fascismo, han venido actuando contra los nuevos vientos que soplan en Globovisión tal como lo hacen contra todos los que no se pliegan a su miseria humana: con soberbia, agresión, amenazas. Como ejemplo están dos organizaciones fantasmas, del tipo que promueve la CIA para conspirar, autodenominadas Expresión Libre y Comunicadores por la Paz y la Democracia, que emitieron un comunicado en el que dicen que se mantienen “alerta y haciendo seguimiento con mucha preocupación a los nuevos acontecimientos suscitados puertas adentro del canal privado Globovisión”. Este avance de corte policial es acompañado por otras amenazas: “Expresión Libre está en comunicación con el Colegio Nacional de Periodistas y otras organizaciones fraternas que integran la Alianza para la Libertad de Expresión con la finalidad de conocer en detalle la posible afectación de la labor periodística del plantel televisivo del canal, así como para decidir en las próximas horas las acciones a seguir en relación a esta situación que luce compleja y delicada”.
Por supuesto, no deja de ser paradójico que quienes pretenden erigirse en paladines de la “libertad de expresión” y de la “libertad de empresa”, le nieguen estas dos prerrogativas a los nuevos dueños del canal ¿No son libres, pues, esos señores, de expresar la línea editorial que mejor les parezca? ¿No son libres de hacer con su empresa lo que mejor les parezca? Nosotros no somos precisamente partidarios ni de la “libertad de expresión” ni de la “libre empresa” como valores absolutos, pero tampoco somos nosotros quienes andamos rasgándonos las vestiduras en defensa de esos “valores”, sino ellos, los que ahora chillan desaforados por los cambios que se están sucintando en Globovisión.
El editorial de Tal Cual que se publica a partir de los más recientes acontecimientos en esa planta televisiva, carga también contra Zuloaga y compañía, de una manera bastante curiosa: “Las preguntas surgen desde el negocio mismo de venta de la planta. ¿Qué llevó a sus antiguos dueños que juraban ser apóstoles de la libertad patria a comportarse como simples empresarios atentos a la salud de sus haberes?” ¿En qué universo no ha sido esta última la verdadera gran preocupación de personajes como Zuloaga y Mezerhane? Según Patricia Poleo, ahora Zuloaga se está dando la gran vida en Miami con los reales que le sacó a la venta de Globovisión.
´ Citemos de nuevo el artículo de Vladimir Villegas, quien está probando ahora la misma medicina que receta gente a la cual se acercó hasta dar el salto de talanquera, como el propio Leopoldo Castillo, Kico Bautista y otros. Villegas está siendo duramente atacado en las redes y otras instancias por las hordas fascistas. Dice el periodista: “Es necesario que contemos en Venezuela con medios de comunicación libres de la dinámica polarizadora que tanto daño ha hecho al periodismo venezolano, y que la diversidad de contenido informativo y de opinión esté presente en medios públicos y privados. Es un objetivo indeclinable acabar con la premisa según la cual desde los medios se puede suplantar el rol de los partidos políticos o ser instrumento de ellos, sean de gobierno o de oposición”.
Villegas insiste en el tema de la doble moral: “No hasta hace mucho, unos cuantos de quienes hoy exaltan a Leopoldo Castillo luego de su último programa en el canal, ayer lo insultaban de las mil formas y maneras porque decidió permanecer en la planta después de la salida del aire del programa Buenas Noches”.
El periodista no deja de referirse a la cacería de la que está siendo víctima: “Se quejan por la supuesta pérdida de espacios pero crucifican a quienes siguen formando parte del equipo y, sobre todo a quienes llegan con nuevos programas. En tal sentido, suscribo lo que ha dicho la colega Del Valle Canelón. Critican la dictadura mediática siempre que no sea la que ellos lograron imponer. Si no lo creen, pregunten a las voces opositoras moderadas e indiscutiblemente democráticas que durante largo tiempo no tuvieron espacio en su programación”.
Una de las joyas más nítidas de la comunicación fascista en torno a la situación de Globovisión, es una nota emitida por un grupo que forma parte de la pandilla defenestrada (algunos saltaron al vacío por cuenta propia): María Elena Lavaud y Norberto Mazza, los oscuros conductores originales de esa bazofia que se llamaba “Grado 33”; también quien heredó ese tenebroso testigo, el delincuente mediático Roberto Giusti. Otros de parecidos “méritos”, como María Isabel Párraga, Román Lozinski, Alba Cecilia Mujica y Gladys Rodríguez, además de una de las comunicadoras más ignorantes que haya pasado por las pantallas de la TV local, Ana Karina Villalba. Lo que dice este grupete es realmente sorprendente: “la promesa básica del equilibrio, que por cierto siempre hemos intentado tener, se ha convertido en censura a noticias y programas; lista negra de invitados; intentos de imponer preguntas a algunos periodistas; irrespeto a la integridad; menosprecio al ejercicio profesional e injustificado desequilibrio en el balance de los espacios de noticias” ¡Es exactamente lo que ellos hicieron durante años en Globovisión, con su periodismo-basura, manipulador, fomentador del odio y la violencia!
La verdad que el caso de Globovisión, sobre todo en la etapa que para ese canal parece haber acabado con los hechos recientes, es digno de estudio como ejemplo del periodismo instrumentalizado al servicio de las peores causas de la Humanidad.


 



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Néstor Francia


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