Mis últimos artículos han estado dirigidos a aportar ideas para el triunfo de María Alejandra, candidata a alcaldesa del municipio Libertador del estado Mérida. La desventaja para Mérida que significa tener una alcaldía en manos de la oposición es inmensurable. No se trata sólo de la incapacidad manifiesta del alcalde en ejercicio, bajo cuya administración se han agravado hasta extremos patéticos todos los problemas de la ciudad, sino del uso de la institución para entrabar e impedir la aplicación de los más importantes programas de la Revolución Bolivariana, impidiendo el crecimiento político, social, económico y doctrinario de los merideños. Para este nefasto propósito la alcaldía se ha aliado con quienes abrigan los mismos intereses reaccionarios, el poder económico de la oligarquía merideña y el ideológico de la jerarquía eclesiástica, terceto satelizado por numerosos grupos e intereses alienados por la "ideología merideña" y desquiciados por la inexorable marcha del pueblo hacia su liberación definitiva, entre los cuales destaca la participación de autoridades -CU- y focos fascistas de la ULA.
La urgencia de rescatar para la Revolución bolivariana la alcaldía del Libertador de los usufructuarios actuales se convirtió en una posibilidad cierta con la selección de María Alejandra Castillo como la candidata y la decisión (aparente, por lo menos) de todos los revolucionarios de Mérida en apoyarla sin vacilación. Se parte de una posición de desventaja, ocasionada por los errores de conducción del gobierno y el partido en los tres últimos períodos gubernamentales. La diferencia de votos obtenidos en el municipio en las últimas contiendas electorales favorece decididamente a la oposición, hasta el punto de parecer difícil remontar con una campaña tradicional y es por eso que ese esquema de campaña debe ser completado por uno atrevido y heterodoxo. A eso he invitado y continuaré haciéndolo.
En espera del gobierno comunal, salto cualitativo en la administración de las ciudades, la candidata a alcaldesa debe convencer de su propósito de revertir por entero la tendencia de la aplicación del presupuesto, derivándolo hacia los sectores de la población con más carencias y problemas, los barrios periféricos, todo de acuerdo con el Consejo Local de Planificación Publica. Debe proclamar su decisión de articular el gobierno municipal con el regional y nacional, todo en marco del cumplimiento del Programa de la Patria 2013-2019. Debe identificar y jerarquizar los problemas que aquejan la ciudad, planteando soluciones radicales, expresadas en un programa de gestión que llegue a ser conocido por todos los habitantes del municipio. Debe contemplar desembarazarse de programas actualmente bajo jurisdicción municipal, pero que estarían mejor tratados por organismos nacionales específicos. Criterios para la selección de funcionarios, mecanismos concretos de participación ciudadana, empoderamiento de los organismos de la comunidad organizada, deben quedar claros para todos.
Mientras tanto, el gobierno regional y nacional deben volcarse para apoyar a la candidata de la Revolución, estableciendo compromisos con los sectores populares en diferentes competencias, abandonando prácticas de gobierno ideologizadas, distorsionadas, ineficaces, para convertirlas en socialistas, apropiadas y eficientes.
Claro está, no debe ser descuidados los mecanismos de organización, de movilización del pueblo, de participación, así como los aspectos formales de la campaña, para lo cual es excelente la maquinaria del PSUV.
¿Contra quién nos enfrentamos? Más que determinar los intereses que están tras la continuidad del gobierno municipal actual, ahora nos planteamos saber quién personifica en esta campaña los intereses de la oligarquía y la reacción, y las líneas generales de su campaña electoral.
Candidato oportunista y justiciero de poca monta
María Alejandra se enfrenta en Mérida a Carlos García, candidato seleccionado en las primarias que realizase la MUD. Si lo comparamos con quienes aspiraban en los partidos de oposición, tendremos que hilar fino para explicar por qué el bisoño y traslúcido García fue el seleccionado. Primero Justicia aprovechó la desmoralización, el desorden, las contradicciones y la falta de recursos de los partidos de oposición históricos, para colarles su candidato, para imponérselo en una campaña donde la utilización de recursos fue extremadamente desproporcionada; todos los invertidos por el resto de partidos de oposición, sólo constituyeron una reducida fracción de los utilizados por Primero Justicia, que dispuso hasta para derrochar.
La selección de García no fue la apoteosis de la oposición. Desde el comienzo, cuando cayeron en cuenta de que Primero Justicia había jugado con ventajismo, los partidos lo miraron como un advenedizo, enfoque que se acentuó en la medida en que la MUD dejó de ser un intento de plataforma unitaria para evidenciarse como expresión de tendencias y personalidades oportunistas. La selección de los candidatos a concejales abrió nuevas heridas, e igual que la campaña de las primarias la hizo Primero Justicia en solitario, en la de las elecciones está acentuándose esta tendencia; los partidos restantes son compañeritos de ruta o convidados de piedra.
El señorito García tiene meses en campaña, con un estilo y limitaciones que no han convencido ni a sus aliados naturales. ¡Se parece tanto a Coproles! No obstante, no ceja y se mueve apoyado en tres ejes primordiales: la descomunal brecha entre los votos de la oposición y la Revolución en el municipio, el apoyo interesado de Léster, y los ingentes recursos económicos de que dispone y cuyo origen es oscuro y sospechoso.
La brecha de votos hace que no haya opositor que no jure que la alcaldía la tienen ganada, en una actitud que parece más de resignación que de triunfalismo. Y lo mismo sucede entre sectores revolucionarios, que vienen considerando imposible remontar la diferencia, cualquiera sea la estrategia aplicada. Es más, han sido frecuentes los análisis estadísticos para demostrarlo. Este convencimiento marca el trabajo de García y su equipo de Primero Justicia, convencidos de que no se necesita dar mucho ni que el candidato sea una estrella para obtener el triunfo.
Léster B. hubiese querido ser candidato a alcalde, pero se obnubiló con una gobernación que creía a mano y se quedó sin el chivo y sin el mecate. El retonto negoció todo por la candidatura a gobernador, hasta el extremo de jugar a la ubicuidad y hacer gala del apoyo simultáneo a dos candidatos presidenciales. Sucedió lo que no previó, y ahora se enfrenta a la necesidad de dejar su caótica administración municipal en manos que no estén interesadas en hurgar profundo. De allí su decidido apoyo al coprolito García, a quien desprecia como "no igual" a su superior narcisismo. Además, el apoyo su al principito lo convertirá en puntos para su postulación a diputado, siguiente paso del destino político que se trazó.
Y, por último, el candidato opositor viene derrochando dinero a manos llenas, recursos con dos orígenes, los cedidos por Léster y los que deben tener la prosapia corrupta de los manejados por su inescrupuloso partido. Remiendos que no cuestan tres lochas realizados y entregados a las comunidades, numerosos regalos dados en fechas especiales como el día de la madre, día del niño..., pago de numerosos "voluntarios", dispuestos a cualquier tarea, sobre todo de las calcadas de la campaña revolucionaria. Veremos un crecimiento exponencial de esos recursos en la medida en que la campaña avance, sin que a nadie le preocupe el origen de los dollares.
Los recursos crecerán exponencialmente, pero su imagen no. Es un candidato gris, con escasas habilidades de dirigente y que ni muchas ínfulas reivindica. Lejos, lejísimos, de ser líder de algo. Con igual profesión que Coproles, pero mejor estudiante, cosa que no es nada difícil superar; con un posgrado en administración municipal, lo que consideraríamos importante si no conociésemos dónde se cocinó y quiénes fueron los chefs. Mediocre, muy mediocre el carajito.
Sobre los problemas de la ciudad y su solución ha soltado poco, porque reconocerlos sería repudiar la administración de su mentor Léster B.; no obstante, ha proclamado su inspiración en las soluciones (¡!) de alcaldes de PJ de municipios caraqueños, vaina que le resta más que sumarle. Pronto, veremos un programa con generalidades y soluciones imposibles, como el de enfrentar el tráfico con la construcción de nuevas vías en la meseta, perla que soltó recientemente. En fin, el hijo de papá en la alcaldía garantizaría que todo siga igual: ineficacia extrema, uso político de la alcaldía, convertida en eje de la reacción y el fascismo guarimbero golpista, saboteo a los programas revolucionarios…
Los dioses nos libren de una campaña que no garantice el triunfo de María Alejandra Castillo y deje la alcaldía de Mérida en manos de los sectores más retrógrados, protagonistas de un revanchismo desmedido, exacerbados por el riesgo a perder el dominio ideológico, político y económico que han ejercido a lo largo de toda la historia. Y, lamentablemente, la diferencia práctica y conceptual de la campaña de María Alejandra no se ve por ningún lado. Insistiremos en el tema.