Un hombre de maíz que se llama Luis Hernández Navarro trabaja para el diario “La Jornada” de México y escribió un libro titulado “SIEMBRA DE CONCRETO, COSECHA DE IRA” donde relata cómbate el cemento en materia ambiental, es decir cómo la urbanización salvaje y la agroindustria traicionan y depredan a la naturaleza, al pueblo y a la Nación mexicana. Algo que nos interesa visto que la agenda tácita y expresa de la oposición contempla derogar todas las leyes y controles que protegen nuestra biodiversidad. Por eso me tomo la libertad de citar a Hernández Navarro, pero no temas lector o lectora porque no tiene pérdida.
LAS ANDANZAS DEL MAIZ FRANKESTEIN
“El vocablo maíz proviene de la lengua Taina de las Antillas. Significa “lo que sustenta la vida. En nuestro país se consume 23 veces más que el arroz, nueve veces más que el frijol y tres veces más que el trigo.
El maíz es diversidad. Hay granos blancos, amarillos, rojos, morados y pintos. La riqueza del lenguaje regional describe la multiplicidad de la cultura local. Un campesino de Tecpan usa siete nombres distintos para identificar las diferentes variedades de maíz criollo que se siembran y que un poblador urbano difícilmente sabría distinguir.
(…) Los campesinos sólo pueden estar seguros de la inseguridad. La lluvia, el mal tiempo, las plagas, los mercados, son todos inciertos. La uniformidad productiva, la desaparición de las semillas criollas, el olvido de lo propio, limitan el abanico de opciones con las que cuentan para hacer frente a la incertidumbre que rodea su producción”.
En su libro, Hernández Navarro nos alerta: esta situación se agrava y corre hacia una catástrofe, con la desregulación del maíz transgénico de Monsanto, la gran transnacional de la falsificación de alimentos. Los tratados de libre comercio obligan a los países lacayos a proteger el monopolio de las semillas genéticamente modificadas que se importan desde los Estados Unidos.
COLOMBIA, EL ARROZ Y EL ESCÁNDALO DEL HUILA
Las palabras de alarma del escritor mexicano se vieron confirmadas por el documental de Victoria Solano “970”, transmitido por TeleSUR y liberado a Internet, cuyo título corresponde al número de la resolución que declara ilegal la práctica campesina de guardar parte de su cosecha para fortalecer sus semillas y, por ende, las producciones venideras. La documentalista Solano explica que la 970 fue un requisito para la firma del tratado de libre comercio (TLC) con Estados Unidos y afecta directamente a los campesinos colombianos. En Campoalegre (Huila), por ejemplo, se aplicó la resolución y se incautaron y destruyeron setenta toneladas de arroz considerado “ilegal”.
En una entrevista al diario “El Espectador”, de Bogotá, Solano explica que en la 970 se trata de la aplicación de los conceptos de “propiedad intelectual” que tienen las transnacionales sobre las semillas por ellos diseñadas y producidas. “Ver a estos señores con tapabocas destruyendo el arroz, mezclándolo con la basura, me dejó la necesidad de entender por qué podía pasar algo así y de buscar a los protagonistas de esa historia. Lo que más me llamaba la atención era que eso sucediera en Colombia, un país tan desigual y con tantas necesidades”.
El documental “970” utiliza material grabado por los campesinos, “donde se ve al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía entrar a Campoalegre, en el departamento del Huila, y agredir a los campesinos, que no estaban armados y su única defensa era la palabra. ¿La razón? Que habían guardado la mejor parte de su cosecha de arroz para sembrarla nuevamente, y la policía iba a confiscarla por ser ilegal”.
Victoria Solano explica que en Colombia la a un foro de leyes de semillas, y ahí lo presentaron. “Vi las imágenes el 11 de febrero de 2012. Me acuerdo perfectamente de la fecha porque era mi cumpleaños. Y desde ahí empecé a investigar. (…) Quería evidenciar lo que les sucedió a esos campesinos a los que, por cuenta del TLC, les habían incautado toneladas de arroz que habían trabajado honestamente”.
En este caso, como en el de México, se trata de impedir a los campesinos reservar parte de su cosecha para la próxima siembra y con ello obtener semillas cada vez más fuertes y cultivos más eficientes. La justificación legal es defender la “propiedad intelectual”, la misma propiedad intelectual con la cual las empresas farmacéuticas asesinan por omisión a millones de personas en el mundo.
Está en el proyecto que Capriles y la MUD tienen para Venezuela.