Presidente Maduro, hay que restearse con el pueblo

Es un lugar común, pero el escenario político en Venezuela experimentó un cambio dramático ante la ausencia física del Comandante Hugo Chávez. Tal situación ha propiciado la intensificación de la confrontación por el control del gobierno –por su condición de administrador de la renta petrolera-.

La crisis producida en el marco de dicha confrontación –inherente a un proceso transformación social como el impulsado por la revolución bolivariana-, se hizo más evidente después del 8 de diciembre de 2012. Los resultados de las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013 y la violencia de los días siguientes son una expresión de la agudización del conflicto por el poder político.

El contexto se torna más complejo ante la crisis económica que ha golpeado notablemente al pueblo venezolano durante 2013. La combinación de factores como la devaluación, el acaparamiento la inflación y la especulación –a discreción de los comerciantes- han configurado una situación insostenible (una percepción de caos y de ausencia de gobierno sin precedentes desde 1999).

A lo cual hay que sumar, la desconfianza y el descontento producidos por los desfalcos al Fondo Chino, el SITME ver: http://www.aporrea.org/contraloria/a172125.html , las nuevas medidas económicas de desregularización de las importaciones –por denominarlas de manera decorosa-, y la ausencia de medidas económicas, pero sobre todo políticas, tendientes a defender la economía nacional y el bienestar del pueblo venezolano.

Además, como si fuera poco, se ha puesto en evidencia el signo insostenible del modelo económico venezolano (mientras no se trascienda la lógica del rentismo). Sugiero leer: http://aporrea.org/actualidad/a174465.html

Cabe señalar que no se trata de responsabilizar al Compañero Presidente Nicolás Maduro de la crisis. No se trata de depositar culpas en individuos, sino en reconocer el carácter sistémico de la crisis (aunque es obvio que sin el liderazgo de Chávez el pueblo bolivariano está dominado por una sensación de orfandad e indefensión).

Si bien es cierto, Chávez estructuró un sistema económico orientado a defender los intereses nacionales que derivó en un fortalecimiento relativo de la economía nacional y por su conciencia de clase, su sensibilidad, apostó por una lógica de distribución equitativa de la renta, así como por la atención de la deuda social (la cual nunca se va a saldar mientras persistan las condiciones estructurantes que le producen y reproducen), pero tarde o temprano iba llegar el colapso de la burbuja económica creada (es necesario señalar que desde 2009 se venían explicitando los síntomas de dicho colapso).

A partir del reconocimiento de tal contradicción –irreconciliable e insostenible-, el Comandante Chávez postuló su tesis de GOLPE DE TIMÓN (hacia la izquierda, hacia la profundización de la revolución), como salto cualitativo hacia la superación de la barrera del no retorno.

Sin embargo, durante 2013 el andamiaje de las políticas del gobierno no han podido controlar la crisis económica –en el ámbito político se ha logrado cierto nivel de estabilidad sobre la base del arduo trabajo del Presidente Maduro-.

Pareciera que el gobierno, no ha definido el sendero a seguir. Se han hecho evidentes –puesto que se han hecho públicas- las divergencias en cuanto al modelo, los métodos y formas y contenidos a seguir para atender la crisis. Más grave aún, se ha pretendido negar la crisis económica en sus diversas manifestaciones.

A riesgo de ser señalado por los inquisidores que no aceptan crítica alguna (asumo el riesgo con una convicción radical), pareciera que en el seno de la dirección política de la revolución –para ser más preciso, del gobierno-, se está dando una confrontación tan aguda y antagónica como la dada con la derecha, y pareciera, que se están imponiendo sectores reformistas y socialdemócratas –por denominarlos de manera decente-, sectores que con un discurso progre defienden la lógica neoliberal.

La crisis económica -independientemente de los aciertos y desaciertos que pueda tener la descripción planteada anteriormente-, demanda definir el rumbo, un punto de inflexión, exige el GOLPE DE TIMÓN emplazado por el Comandante Hugo Chávez.

Es un abismo para la revolución mantener el vaivén al ritmo de las coyunturas, y subordinados a la bonanza petrolera –la cual es sumamente frágil-. Estamos en un escenario de guerra económica, de guerra ideológica, de GUERRA TOTAL, y es nuestro deber asumir esa guerra en defensa de los intereses del pueblo venezolano, del legado del Comandante Chávez y de los miles que han ofrendado su vida por la utopía de construir una sociedad justa y humana.

La confrontación descrita no es más que la expresión concreta de la lucha de clases, y compañero Maduro, si algo nos enseñó Chávez, es que un Presidente puede restearse con su clase. Coincido plenamente con la tesis que planeta que la suerte de Maduro, será la suerte de la revolución bolivariana.

Los bolivarianos y chavistas –en el marco de la arremetida imperialista y burguesa: la guerra total-, tenemos el deber de resistir, y acumular fuerzas para volver a la ofensiva revolucionaria, eso implica en la práctica defender los logros de la revolución bolivariana, el Estado social de derecho y de justicia, la posibilidad de ejercer la ciudadanía en democracia, la dignificación del ser humano como premisa fundamental.

No hay que perder de vista que nuestro enemigo no se reduce a la denominada burguesía amarilla, esa tan mencionada en el discurso oficial, nuestro verdadero enemigo es el imperialismo en su afán de apropiarse de nuestros recursos, y en el plano nacional, es la burguesía en su conjunto en su ambición de captar la renta (la amarilla, la verde, la blanca, la incolora y la roja).

Compañero Presidente Maduro, el escenario no permite seguir con las medias tintas. Usted es el único que aún puede movilizar al pueblo de Chávez como bloque histórico-político, usted tiene en sus manos la bandera de Chávez. Una fragmentación en un momento tan crítico podría ser fatal para las esperanzas de construir la revolución bolivariana y latinoamericana.

El pueblo siempre defendió a Chávez porque sentía y confiaba en su compromiso con los más humildes y explotados (incluso en momentos tan difíciles como los del paro petrolero).

Hay que restearse con el bravo pueblo. No basta con enunciar consignas, con exaltar símbolos o con evocar la magnanimidad –cierta y auténtica- del Comandante Chávez, hay que demostrar con los hechos, ¡hay que ejercer el poder político!

No se trata de caer en romanticismos y pensar que vamos a hacer la revolución por decreto. No estamos pidiendo que se arrebate a la burguesía el control de todos los medios de producción (no estamos en condiciones de avanzada, más bien estamos en un momento de resistencia).

Pero si es necesario –y además es urgente- tomar medidas políticas para enfrentar y derrotar la guerra económica, detener la estampida inflacionaria, garantizar el abastecimiento, detener el robo de las divisas producidas por la renta. Creo que hay que tomar el control de las importaciones y ser más eficientes en las regulaciones (para defender los intereses de los más humildes). Esas son medidas políticas que el pueblo espera compañero Maduro.

Las concesiones con el imperialismo y con la burguesía sólo producen la exigencia de más concesiones.

Si queremos seguir el legado de Chávez (lo digo en plural porque le acompañamos y le acompañaremos en esa lucha), tenemos la obligación de definirnos (con la revolución y con el socialismo), romper con la lógica de “ni chicha, ni limonada”, tomar las medidas políticas que permitan enfrentar el saqueo –mejor el robo- descarado de las divisas (ya referido), como medio para acrecentar aún más la inflación, y con ello, socavar la base social de la revolución, y generar las condiciones para un estallido social (que en las circunstancias actuales, podría significar el marco para el ascenso del fascismo mediante un golpe de Estado).

El momento exige definiciones por parte de la dirección del gobierno, de los dirigentes de la revolución, del pueblo organizado, del MOVIMIENTO BOLIVARIANO en su conjunto (como bloque histórico-político).

Hoy apenas hay dos opciones. La primera, apostar por la revolución, que implica agudizar las contradicciones al enfrentar a la burguesía parasitaria. La segunda, entregarse a la lógica neoliberal. Eso de no ser ni chicha ni limonada no aguanta la llegada de febrero.

Ambas opciones implican una crisis aguda.

La primera (la revolucionaria, la coherente con Chávez), generaría una reacción agresiva de la derecha y del imperialismo, pero el pueblo está dispuesto a ese combate camarada Presidente.

La segunda, el suicidio del gobierno, la fragmentación del movimiento bolivariano, el derrumbe de las esperanzas del pueblo, un siglo más de oprobio e ignominia, y probablemente en el plazo inmediato: un estallido social.

A propósito de la posibilidad de un estallido social, un amigo obrero –comprometido con la revolución- me comentó hace unos días algo que me llamó la atención: “La gente está esperando los aguinaldos y las hallacas, si la vaina sigue así, en enero o febrero se va a encender el país”.

Cabe acotar que si bien, las consecuencias de un estallido social son impredecibles, se pueden identificar al menos dos grandes vertientes, por una parte podría generar condiciones revolucionarias y una rebelión popular clasista –contra el Estado burgués y contra la oligarquía-, por otra parte, podría desencadenar en el fascismo –con base en la irracionalidad, la frustración y la ausencia de conciencia de la realidad-.

Presidente Maduro, hay que restearse con el pueblo. El pueblo sabrá defenderlo, como siempre sucedió con el Comandante Chávez.



VIVA CHÁVEZ CARAJO

VIVA LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

CHÁVEZ VIVE, LA LUCHA SIGUE

* Integrante del Colectivo Pedro Correa

Estado Táchira

boltxevike89@hotmail.com

jorgeforero89@gmail.com

@jorgeforero89



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Jorge Forero

Integrante del Colectivo Pedro Correa / Profesor e Investigador

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