Están pelando, y de las buenas, los beneficiados con programas extraordinarios de la Revolución quese pliegan a las posiciones políticas de la oposición. En primera instancia, no se ha podido romper el medio hostil que dificulta la propagación efectiva de la doctrina revolucionaria entre el pueblo, alienado durante siglos por la ideología de las clases dominantes, que sigue siendo muy frágil ante fenómenos coyunturales, como los efectos de la guerra económica que sobrellevamos, interpretados subjetivamente por los medios privados devenidos en actores políticos directos.
Evocar el pasado históricamente es un ejercicio difícil de cumplir por quienes fueron vaciados de su historia y sufrieron el llenado de su memoria con una relación de acontecimientos inconexos, consumados por actores tratados como superhéroes o como villanos, lejanos de la humanidad palpable, la de carne y hueso. Difícil para hombres sometidos a una específica jerarquización de lo recordable, donde lo fatuo suele tener mayor escalafón que las vivencias necesarias; el consumo dispendioso e inútil, más que la necesidad, y la obtención de renta se convierte en el proyecto de vida.
La desmemoria, el olvido a corto plazo, hace imposible dirimir entre lo extraordinario, lo no antes visto ni practicado, de la obra revolucionaria, y la entelequia opositora que trata de identificar como social su particular objetivo de clase, en el cual el “cambio” y el “progreso” pasa por la reapropiación de la totalidad de la renta petrolera.
Un sencillo juego histórico nos permitiría asegurar que las características de la actual “crisis” económica que vive el país no se manifestarían con una renta aplicada a la manera de la Cuarta, alejada del gasto social y reinyectada aceleradamente a la economía global, como buenos productores de dólares que hemos sido. La crisis seguiría siendo de exclusión, de mantener fuera de la economía a la mayoría de la población, con las tensiones reprimibles que eso sobrellevaría. Estaríamos aún en los botes salvavidas del naufragio que hubiésemos sufrido en cada una de las crisis mundiales del capitalismo del siglo XXI, eso sí, en el podio de las inversiones producto de la entrega y cuadriculación del país entero entre las trasnacionales extractivas de minerales y otros recursos. Pero no, nuestro objetivo ahora no es jugar con la historia hacia el pasado, sino hacia un hipotético futuro.
La reversión de lo extraordinario de la revolución es un objetivo inocultable de la reacción opositora (nadie podrá decir que lo tomaron por inocente), pues no hay otra manera de reapropiarse de la renta; pero contar para ello con los beneficiarios de esos programas reversibles, es construir el entarimado de su política con tontos útiles. Y no se trata de un insulto a mansalva contra privilegiados por la Revolución, sino de una interpretación de conductas originadas por la ideologización y la ausencia de memoria planteados al inicio de este artículo. También podríamos denominarlos suicidas inducidos, pero tonto útil se aproxima más a una categoría social exitosa.
Descubrir a los tontos útiles es necesario para tratar de demostrarles surol de entarimado gratuito de una oposición muy alejada de sus intereses de clase. Lo difícil está en identificar los programas fuera de seriedel gobierno revolucionario, porque son muy numerosos. Para comenzar, son extraordinarios en la medida en que se diferencian básicamente de las tendencias mundiales o porque chocan estrepitosamente con lo sucedido hasta el momento en el país. Ni qué repetir que esos son los amenazados de extinción inmediata con el eventual advenimiento de un gobierno reaccionario. Comencemos, que cualquier orden es bueno y nuestro objetivo es sólo mostrar algunos ejemplos paradigmáticos.
La crisis del capital la están pagando los sectores más débiles de la sociedad, y la eliminación de beneficios que costaron años y años de lucha es una de las salidas tomadas; previamente habían debilitado al extremo la organización de los trabajadores, amodorrándolos e incapacitándolos para la defensa exitosa de sus intereses. En cuanto a la seguridad social la tendencia mundial es la de reducir beneficios, aumentar la edad de jubilación y poner a depender el monto de las pensiones del “éxito” del manejo especulativo privado de los fondos de pensiones. Las excepciones son pocas y la venezolana la más significativa.
En nuestro país la concepción humanista del gobierno revolucionario independizó la seguridad social de condiciones distintas a la edad y la liquidación de la deuda social que su ausencia significaba. Esto significó recrear una institución condenada a la desaparición, aclarar las reglas de funcionamiento futuro y más que quintuplicar la población de beneficiarios de una pensión igualada al sueldo mínimo. ¿Tendría continuidad este “derroche” de recursos en un régimen rentista de derecha con inclinación neoliberal? ¡No!, a pesar del manejo político demagógico que en la actualidad está haciendo la oposición sobre el aumento inmediato de la bonificación de fin de año y el agregado del bono de alimentación. A muy corto plazo congelarían las pensiones de gracia, y a mediano privatizarían el sistema, que se capitalizaría con el aumento de las cotizaciones necesarias para obtener la jubilación. Aupar la vuelta de la oposición, adoptar militantemente la causa de la oligarquía, es una miopía indescriptible que terminaría en un suicidio económico con conocimiento de causa. ¡Y hay tantos pensionados haciéndolo!
En un mundo donde la juventud clama por el derecho y la gratuidad de la educación, en Venezuela no sólo se le garantiza constitucionalmente y se trata de universalizar, sino que se está dotando tecnológicamente a los estudiantes de todos los niveles, lo que va más allá del equipamiento de las instituciones educativas. En el neoliberalismo lo normal, lo distinto a lo extraordinario acaecido dentro de la Revolución, es la privatización de la educación en todos sus niveles; hacia allí nos dirigíamos, cuando llegó Chávez y mando a parar. Por la política educativa adoptada, Venezuela se convirtió en un país de estudiantes, con las secuelas que traerá a mediano plazo esta generalización del conocimiento.
¿Pero qué un gobierno reaccionario reconozca o respete los títulos universitarios logrados por los programas educativos extraordinarios de la Revolución? ¡Je! ¡A revalidar!... si es que no son sencillamente desconocidos de un plumazo. Los tradicionales colegios de profesionales claman por ese desconocimiento y esos intereses gremiales egoístas han sido asumidos por los dirigentes de la oposición política. Médicos, abogados, comunicadores, educadores… graduados porque la exclusión no puede ser justificación de ninguna política educativa y el derecho al estudio reconocido por la Revolución, demuestran su estolidez al apoyar a sus principales enemigos… y de tontos útiles andan muchos de ellos.
La Gran Misión Vivienda es otro cantar trascendente. Se está considerando como una acción normal el gigantesco esfuerzo que está haciendo el gobierno revolucionario para acabar con el déficit de viviendas acumulado durante años de dominio oligárquico-burgués. Que la actividad esté sometida a planificación con plazos establecidos y que cada jueves grupos de venezolanos reciban casas dignas, está pareciendo un comportamiento normal de cualquier régimen, y no es así. Hasta Chávez cada año aumentaba el déficit de viviendas y campañas para su solución se convirtieron en promesas electorales jamás cumplidas. Caldera ganó su primera presidencia con la promesa de construir 100.000 casas por año y ¿cuántas construyó? ¿con qué características? ¡Vergüenza! Y ese fue el gobierno que más se preocupó por esta carencia básica del pueblo venezolano.
En la economía neoliberal, la construcción de viviendas, su financiamiento y control de la propiedad son negocios de los más rentables de la empresa privada; criterios sociales no se consideran en absoluto. Una hipotética recuperación del gobierno significaría la entrega inmediata de la responsabilidad de la construcción de viviendas a la empresa privada, con los criterios del mercado (se construye para quien pueda pagar) y el Estado se encargaría de recuperar la “inversión” hecha hasta el momento, sin desechar los métodos de cobro compulsivos. ¡Tontos útiles de primera categoría los beneficiados por la GMV que están apoyando a la oposición!
Y así, en sal y agua se convertirían los logros del pueblo presentes en los objetivos de cada una de las misiones, volviendo a la “barbarie”, alternativa al socialismo. Pero esa barbarie tendría su expresión máxima en los niveles de represión y muerte a que estarían obligados los detentores del poder rescatado.
Conscientes de que un tratamiento político significaría años de “ingobernabilidad”, una vuelta de la reacción al gobierno desataría a todos los demonios al unísono. No habría suficientes estadios y Abu Ghraib para recluirnos, ni cementerios para enterrarnos. No habría juicios para preguntarnos sobre la cualidad de nuestro compromiso con Chávez y su legado, y todo lo que oliere a rojo rojito sería destruido de raíz. Y es que la oposición activa en este momento, la que da la cara en la Asamblea Nacional, y los poderes que están dirigiendo tras bambalinas la guerra económica, son fascistas, como lo es el imperialismo encarnado en los gobiernos de la OTAN y adláteres, perros de presa del agonizante capital, que sobre países en completa ruina están tratando de edificar un orden que tampoco durará. Pero esto es otra historia, la que nos interesa ahora es la de los tontos útiles que están ayudando a traer en andas a los santos de la oposición.