Los pichones de monstruos

En un artículo anterior realizamos un análisis sobre los creadores de monstruos. Vimos como desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el Departamento de Estado y las agencias de inteligencia de los EEUU han venido sembrando monstruos por el mundo para defender sus intereses fuera de fronteras.

Mostramos también como al principio esos monstruos les fueron efectivos pero con el tiempo sufrieron una especie de “efecto Frankenstein” que fue volviendo a las criaturas contra sus creadores.

Constatamos además como la creación de monstruos fue adaptándose a los tiempos y que en lugar de crear grandes monstruos hoy se crean múltiples monstruos más pequeños a los que bautizamos como “pichones de monstruos”. Los ejemplos que vimos fueron las distintas facciones que fueron promovidas, financiadas y armadas en Libia; la repetición de las mismas acciones en Siria, y finalmente en Ucrania donde se apoya a los grupos de extrema derecha neonazis.

Hoy los pichones de monstruos vuelven a actuar, tocándole el turno a Venezuela en un intento de desestabilizar al gobierno legítimo votado por la mayoría en elecciones transparentes.

El método de manual

Los pichones de monstruos son parte de las políticas de desestabilización creadas para cambiar violentamente gobiernos que no son afectos a los intereses de los Estados Unidos. El plan de acción está escrito desde hace tiempo en los manuales de las agencias de inteligencia y fue aplicado con éxito por ejemplo en 1973 en Chile, provocando la caída de Salvador Allende y la dictadura de Pinochet.

Si bien hay variaciones de acuerdo a las características del proceso social en el cual es aplicado, lo esencial del plan de desestabilización se mantiene en todos los casos. Primero se aplica por meses la acción de elementos económicos y políticos que vayan creando en la población un estado de miedo, zozobra y angustia. Luego se realizan acciones “de protesta” que se van caracterizando por no tener asistencia masiva y por ser cada vez más violentas. Se supone que constituirán la chispa que encienda el caos y que provoque la intervención de las Fuerzas Armadas o una explosión social que cambie violentamente al gobierno vigente.

Los sucesos en Venezuela

El 12 de febrero Venezuela festeja el Día de la Juventud conmemorando la Batalla de La Victoria, una acontecimiento del proceso de Independencia que ocurrió en la ciudad de La Victoria (a 80 km de Caracas) y que fue protagonizado y ganado por los jóvenes universitarios comandados por José Félix Ribas, héroe de la República. El gobierno bolivariano en esta ocasión que se cumplían los 200 años de la batalla quiso realizar un festejo por todo lo alto, nombró a La Victoria capital de la República por 24 horas y organizó una serie de actos de festejo en Caracas, en La Victoria y en otras ciudades del país.

Simultáneamente, el sector de ultraderecha de la oposición llamó ese mismo día a marchas de protesta contra el gobierno en todo el país en un operativo que denominó “La Salida”. En Caracas, foco principal de los acontecimientos ese día, mientras en algunos sectores de la ciudad se producían los festejos con concurrencia masiva de los seguidores del gobierno, una manifestación de estudiantes de alrededor de dos mil personas, compuesta por alumnos de las Universidades privadas y de algunas Universidades públicas en manos de la oposición, recorrió ciertos sectores del centro de Caracas, terminando frente al edificio del Ministerio Público en el sector de Parque Carabobo. Una vez retirados los manifestantes, apareció en escena un grupo de unas treinta personas encapuchadas, que atacaron el edificio del Ministerio destruyendo su fachada y amenazando con incendiarlo, destruyeron los bancos de piedra de la plaza de Parque Carabobo enfrente y quemaron cuatro patrullas del Cuerpo de Policía Científica que estaban estacionadas frente a su sede a pocos metros del Ministerio.

Analizando la forma de actuar de este grupo (simultáneamente en el sector Bellas Artes, a unas diez cuadras de allí, otro grupo similar destruyó edificios públicos y atacó a las unidades de policía) descubrimos que estaba formado por individuos entrenados en lo que las agencias de inteligencia llaman “violencia civil”, que acudieron bien equipados con materiales apropiados (pintura, bolsas de tierra, cocteles molotov) y armados con cabillas de hierro y armas de fuego. En acción tipo comando provocaron grandes daños materiales e hirieron gente.

El saldo final de esta violencia dejó tres muertos (dos de ellos seguidores del gobierno, muertos en diferentes lugares por la misma arma de fuego según la experticia balística) y más de treinta heridos de diferente gravedad, la mayoría de ellos afectos al proceso bolivariano.

Ese día se intentaron en otras ciudades algunas manifestaciones y actos de violencia pero no tuvieron la contundencia de los sucesos de Caracas. Los días siguientes, jueves 13 y viernes 14 se siguieron sucediendo hechos de violencia puntual. La noche del jueves fue atacada la sede de la televisora estatal VTV por un grupo encapuchado (están los videos) de unas 15 o 20 personas, que cerraron con neumáticos incendiados la calle y atacaron la fachada con bombas molotov y disparos de arma de fuego.

La represión policial prácticamente no existió. Vimos en general el extraño espectáculo de una policía antimotines que era insultada, apedreada y cubierta de pintura y no reaccionaba reprimiendo, respondiendo evidentemente a órdenes previas de no atacar a los manifestantes. Nos llevaba a comparar esto con los videos y fotografías que llegan de Ucrania, donde está hoy el mejor ejemplo del mundo al revés, son los manifestantes quienes atacan y los cuerpos represores los que se limitan a defenderse.

Las consecuencias políticas

Siguiendo el libreto, estos sucesos ocurren en Venezuela después de meses de “guerra económica” conformada por acciones sistemáticas como el desabastecimiento de productos básicos a través de la acción de la agroindustria y la distribución de alimentos que están en manos de grupos de empresas privadas de la oposición, apoyadas por los grandes medios de comunicación, que también son propiedad de esa misma oposición; así como el incremento de la inflación estimulada por estos mismos factores y el manejo especulativo del mercado de divisas. Todo esto para provocar el entorno de angustia, miedo y desesperanza en la población que propicie el caos, cuyo detonante serían estas acciones de violencia.

El asunto es que en Venezuela es prácticamente imposible esperar un golpe de estado de parte de unas Fuerzas Armadas que a lo largo de los últimos quince años no solo se han reafirmado como altamente institucionalistas, sino que albergan en su seno una muy fuerte corriente de compromiso, afinidad ideológica y lealtad al proceso bolivariano. Al libreto solo le queda entonces como opción provocar una explosión social, pero allí es dónde la teoría se hace más débil. Si fuera posible provocar tan fácilmente según esta fórmula una explosión social, éstas serían moneda común en el mundo. Sin embargo ese es finalmente el objetivo de esta violencia.

Lo cierto es que los sistemas sociales son procesos altamente complejos, y a la fecha no es posible determinar cuándo y dónde (y por qué) se producirá una explosión social, por más elementos desestabilizadores que se empleen. Los intentos parecen ser vanos, pero están realizados por un sector de ultraderecha que luego de haber perdido sistemáticamente 18 de los 19 procesos eleccionarios realizados en estos últimos 15 años parece estar desesperado, y que es apoyado, estimulado y financiado desde el exterior por una administración estadounidense que comparte la desesperación, al tratar de mantener la hegemonía que vienen perdiendo aceleradamente.

La hegemonía comunicacional y las “realidades” falsas

La extrema derecha generadora de la violencia ha reaccionado de una forma muy peculiar. Al mejor estilo de los nazis, culpan a las víctimas de la violencia ejercida por los victimarios. La versión de la ultraderecha culpa al gobierno, a sus seguidores y a los cuerpos policiales de los hechos violentos. Lo grave es que aunque esta visión de los hechos pueda ser muy descabellada -ya que nos encontraríamos frente a un gobierno que ataca y destruye sus propios edificios, hiere y mata a sus militantes e intenta derrocarse a sí mismo- es sin embargo la adaptación de la realidad que han elaborado los grandes medios privados locales, que rebota a las cadenas transnacionales corporativas, y que genera una “realidad virtual” que el mundo considera como cierta en Venezuela.

Es una clara demostración del verdadero poder de la hegemonía mediática, que en este caso es capaz de presentar como verdadera una interpretación absolutamente contraria a los hechos, ya que según los grandes medios corporativos la violencia en Venezuela (y así lo han dicho todas las grandes cadenas, desde la CNN a la Radio Televisión Española y la gran prensa internacional) ha sido “generada por los seguidores del chavismo protegidos y estimulados por el gobierno”. Esta versión es capaz de dejar de lado hechos tales como que mientras sucedía la violencia, los seguidores del gobierno estaban en otros sectores de la ciudad participando de los actos de festejos, o que las fotos y videos muestran una realidad totalmente opuesta, o que la mayor parte de los muertos y heridos son militantes bolivarianos.

Claro que cuando hay que graficar esa visión distorsionada, hay que manipular y mentir y una medida del poder real que se ejerce es que esto se hace de forma grosera y sin embargo no deja consecuencias.

Dos ejemplos puntuales pero elocuentes de la manipulación

Esta foto de dos policías antimotines en sus armaduras ahorcando a un manifestante, fue distribuida por la red social Twiter sobre todo en Europa, y fue publicada en las portadas de varios periódicos, como una muestra de la violencia de la “represión chavista”. La verdad que aquí mostramos es que esta es una fotografía publicada anteriormente por Al Jazeera de carabineros chilenos reprimiendo estudiantes en Santiago.

 

La otra foto fue publicada en la portada de Clarín de Buenos Aires (pieza clave de la “gran prensa” del Sur) y atribuida a la agencia de noticias española EFE. En ella se muestra según este periódico, como el gobierno venezolano atacó a los manifestantes con armas de fuego. La realidad es absolutamente contraria (y damos fe de ello porque estuvimos allí).

 

En el fondo de la foto se ve una de las cuatro patrullas incendiadas con bombas molotov que estaban estacionadas en la puerta de la Sede de la Policía Científica. Cuando se producen los incendios, los funcionarios policiales (del Cuerpo de Policía Científica que es de investigaciones y no se ocupa del orden público) sacan las armas de las patrullas y corren a refugiarse del fuego en el edificio sede. Esto es lo que se ve en la foto, a dos investigadores intentado protegerse, y obsérvese que el arma que carga uno de ellos es un fusil semiautomático AUG de alta potencia, arma que no se emplea en la represión de manifestaciones sino en el combate a la delincuencia organizada.

Reafirmamos, es tal el poder de la hegemonía de los medios corporativos que son capaces alterar completamente los hechos, mintiendo y manipulando con una total impunidad que les permite elaborarlos de la forma más burda, sin ninguna consecuencia, y lograr que las grandes masas crean que esa es “la realidad” de los acontecimientos.

Los pichones de monstruos

El escenario político más probable en Venezuela es que los focos de violencia provocados se vayan agotando en la medida que no logran los objetivos, y que el país vuelva poco a poco a la normalidad. Sería muy sano además que el gobierno apretara las tuercas y la violencia no quedara impune, como ya sucediera en un país donde quienes dieron el golpe de Estado en 2002 no sólo no sufrieron cárcel sino que han seguido hasta la fecha su acción política como si nada hubiera pasado.

Los pichones de monstruos han actuado una vez más, sin lograr sus objetivos pero repitiendo sistemáticamente su huída hacia adelante, siempre más de lo mismo.

Es que realmente (sobre todo en Venezuela) estos pichones de monstruos no tienen la capacidad para crear o generar otras alternativas y se ven obligados a acudir siempre al mismo libreto. Tendremos nosotros que estar dispuestos a seguir enfrentándonos con los intentos de generar el caos a través de la violencia como única alternativa para obtener el poder, por parte de quienes no son capaces de conseguirlo por las vías democráticas porque no tienen el apoyo de las mayorías del país.



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Miguel Ángel Guaglianone Rodríguez


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