Hace poco, una mañana de marzo, recibí a un periodista europeo, de tantos que vienen a Venezuela en momentos noticiosos, algunos de los cuales visitan a los medios, a fin de recibir testimonios y opiniones que les ayuden a formarse una visión más completa de la situación del país para los reportajes, crónicas o artículos que deben enviar a sus naciones.
A una de sus preguntas, le hablé sobre las guarimbas, su composición clasista, su ubicación en Caracas y otras ciudades, siempre en sectores donde viven familias de la clase media y gobernados por alcaldes de partidos de la oposición, y sobre su eventual financiamiento, que ahora investiga el Ministerio Público.
La oficina del director de Últimas Noticias posee unos amplios ventanales que permiten ver buena parte de Petare, con sus cerros poblados de barrios y edificaciones residenciales e industriales, y mostrándolos me preguntó, “¿y ahí no montan guarimbas?”
Le expliqué. En esos barrios no hay guarimbas. Pese a los esfuerzos que han hecho, no pudieron atraer a sus jóvenes para que se incorporen. Él no entendía que siendo formas de protesta contra el desabastecimiento, el hambre, las malas condiciones de vida, etc, tal como informan los medios del exterior -y como es la imagen que de Venezuela existe en la mayoría de la gente de esos países-, los más pobres de Caracas estuviesen al margen de esas protestas y no participaran en los actos de violencia.
Le dije que es cierto que hay desabastecimiento, que creo que es el primer problema del país, que deben hacer largas colas para tener acceso a muchos alimentos y productos de primera necesidad, pero tienen cómo comprarlos; el problema es conseguirlos, dificultad que no es exclusiva de los barrios, también se hace presente en los diversos niveles de clase media para adquirir ciertos rubros.
Le informé lo que sucedió en Caracas a finales de febrero de 1989. Un día por la mañana, en una población vecina, Guarenas, la gente comenzó a protestar violentamente cuando supo que habían subido el precio de los boletos para trasladarse a la capital. Al poco rato, la protesta se había extendido, con mayor ferocidad y comenzaron los saqueos a los comercios. Miles de personas, inicialmente de los barrios y después con gente de otras clases, salían de abastos y centros comerciales cargados de todo lo que encontraban. Eso se prolongó por tres días. Las fuerzas policiales y la Guardia Nacional no pudieron detenerlo, y hubo escenas donde la policía ponía el orden para que ¡los saqueos se desarrollaran ordenadamente! El gobierno de turno sacó al Ejército a contenerlos. Al final, informó sobre unos 500 muertos, aunque otras estimaciones los elevan a miles.
Hay una gran diferencia: entonces los negocios estaban bien abastecidos, pero la gente pobre, casi la mitad de la población, no tenía para comprar. Hoy tienen cómo hacerlo, pero les cuesta conseguir lo que buscan.
El colega quedó sorprendido.
La explicación se consigue en algunas estadísticas. Por ejemplo, los ingresos totales promedio mensual eran en el 2011 de Bs 4.282 por familia; un año más tarde habían subido a 6.252 bolívares, y al 31-12- 2013 estaban en Bs 8.514. Como ven, en apenas dos años, se duplicaron.
Es oportuno, hoy en Domingo de Resurrección, ofrecerles a ustedes otros numeritos, aficionados como somos al beisbol.
Veamos primero la matrícula universitaria, toda vez que se ha intentado hacer aparecer al “movimiento estudiantil” como vanguardia de las protestas. En el año 2000 había 862 mil 862 estudiantes en las universidades, en 2005 eran 1 millón 526 mil 625 y el año pasado 2 millones 629 mil 312. En cuanto a la inversión social, la línea ha sido igualmente ascendente: de Bs 11 mil 458 millones mensuales en el 2005 dio un salto a 134 mil 414 millones el año pasado. En salud se pasó de casi 8 mil millones en el mismo 2005 a cerca de 89 mil millones en 2013. Aunque esta es un área que todavía presenta fallas.
El hecho de que ha habido una mejor atención a los pobres, con una inversión social cuantiosa, y hoy -incluidos los ancianos-, viven mejor que hace diez o 15 años, explica que los barrios no hayan bajado a sumarse a las protestas de la clase media; ni a las pacíficas de un sector mayoritario en la oposición, menos a las violentas.
No sé, finalmente, qué escribió para su periódico.
La oficina del director de Últimas Noticias posee unos amplios ventanales que permiten ver buena parte de Petare, con sus cerros poblados de barrios y edificaciones residenciales e industriales, y mostrándolos me preguntó, “¿y ahí no montan guarimbas?”
Le expliqué. En esos barrios no hay guarimbas. Pese a los esfuerzos que han hecho, no pudieron atraer a sus jóvenes para que se incorporen. Él no entendía que siendo formas de protesta contra el desabastecimiento, el hambre, las malas condiciones de vida, etc, tal como informan los medios del exterior -y como es la imagen que de Venezuela existe en la mayoría de la gente de esos países-, los más pobres de Caracas estuviesen al margen de esas protestas y no participaran en los actos de violencia.
Le dije que es cierto que hay desabastecimiento, que creo que es el primer problema del país, que deben hacer largas colas para tener acceso a muchos alimentos y productos de primera necesidad, pero tienen cómo comprarlos; el problema es conseguirlos, dificultad que no es exclusiva de los barrios, también se hace presente en los diversos niveles de clase media para adquirir ciertos rubros.
Le informé lo que sucedió en Caracas a finales de febrero de 1989. Un día por la mañana, en una población vecina, Guarenas, la gente comenzó a protestar violentamente cuando supo que habían subido el precio de los boletos para trasladarse a la capital. Al poco rato, la protesta se había extendido, con mayor ferocidad y comenzaron los saqueos a los comercios. Miles de personas, inicialmente de los barrios y después con gente de otras clases, salían de abastos y centros comerciales cargados de todo lo que encontraban. Eso se prolongó por tres días. Las fuerzas policiales y la Guardia Nacional no pudieron detenerlo, y hubo escenas donde la policía ponía el orden para que ¡los saqueos se desarrollaran ordenadamente! El gobierno de turno sacó al Ejército a contenerlos. Al final, informó sobre unos 500 muertos, aunque otras estimaciones los elevan a miles.
Hay una gran diferencia: entonces los negocios estaban bien abastecidos, pero la gente pobre, casi la mitad de la población, no tenía para comprar. Hoy tienen cómo hacerlo, pero les cuesta conseguir lo que buscan.
El colega quedó sorprendido.
La explicación se consigue en algunas estadísticas. Por ejemplo, los ingresos totales promedio mensual eran en el 2011 de Bs 4.282 por familia; un año más tarde habían subido a 6.252 bolívares, y al 31-12- 2013 estaban en Bs 8.514. Como ven, en apenas dos años, se duplicaron.
Es oportuno, hoy en Domingo de Resurrección, ofrecerles a ustedes otros numeritos, aficionados como somos al beisbol.
Veamos primero la matrícula universitaria, toda vez que se ha intentado hacer aparecer al “movimiento estudiantil” como vanguardia de las protestas. En el año 2000 había 862 mil 862 estudiantes en las universidades, en 2005 eran 1 millón 526 mil 625 y el año pasado 2 millones 629 mil 312. En cuanto a la inversión social, la línea ha sido igualmente ascendente: de Bs 11 mil 458 millones mensuales en el 2005 dio un salto a 134 mil 414 millones el año pasado. En salud se pasó de casi 8 mil millones en el mismo 2005 a cerca de 89 mil millones en 2013. Aunque esta es un área que todavía presenta fallas.
El hecho de que ha habido una mejor atención a los pobres, con una inversión social cuantiosa, y hoy -incluidos los ancianos-, viven mejor que hace diez o 15 años, explica que los barrios no hayan bajado a sumarse a las protestas de la clase media; ni a las pacíficas de un sector mayoritario en la oposición, menos a las violentas.
No sé, finalmente, qué escribió para su periódico.
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El Cardenal Urosa dijo: “Entristece la violencia de los cuerpos de seguridad”. Pero la de los guarimberos (muerte de varios civiles y guardias nacionales, destrucción de una universidad y de otros bienes públicos hasta por Bs 15 mil millones, tala de miles de árboles, etc) ¿no le alegrarán? Y sigue anotándose en causas perdidas: bendecir una ley que no tiene vida, y a la cual ambas partes están buscando mecanismos sustitutos.
La última vez que vi a García Máquez fue en Monterrey, hace varios años, en un seminario de periodismo. Me dedicó un ejemplar de la segunda ediciòn de “Cien años de soledad” (1967), “...con todo el cariño del amigo, GGM”, pero no me fue posible obtener un saludo a los venezolanos, “no se como lo van a interpretar allá”.
El excampeón welter Timothy Bradley, cuando bajó del ring, lo reconoció: “El Many peleó con el corazón, he perdido con uno de los mejores boxeadores del mundo”. Pelearía con el corazón, pero le pegó con sus puños.
El jueves 24 están invitados al foro sobre la intolerancia, en esta sociedad tan crispada, donde se han roto relaciones matrimoniales, familiares y de amistad. Vamos a ver cómo nos ayudan los psicólogos a resolver esas tensiones. Como siempre, a las 9 am en la torre de la Cadena Capriles, final Av. Rómulo Gallegos, La Urbina.
La prensa humorística venezolana tiene una buena lista de periódicos de calidad, que enfrentaron dictaduras y gobiernos represivos de la IV. Podríamos citar a Fantoches, de Leoncio Martínez; El Morrocoy Azul, Dominguito y La Pava Macha. La historia y contenido de éste último acaban de ser recuperados en una edición de la Alcaldía de Caracas con la tesis de grado de Roberto Malaver “El humor en La Pava Macha”. Quienes fueron sus lectores desde 1962 tienen ahora ocasión para celebrar esos años, y quienes no la conocieron esta es su oportunidad.