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La madre origina la vida, pero también la determina. Tenemos una progenitora real y otra mítica, simbólica, alegórica. Venezuela es madre superabundante, primordial. Un tercio de ella proliferantes selvas, otro tercio despoblada llanura. Su cuerpo es fuente de inagotables riquezas. Su rostro asoma intermitentemente en la imaginación colectiva. La madre de los venezolanos es mestiza, bella, seductora, diosa. A veces, autoritaria, devoradora, bárbara, o mejor, Doña Bárbara. Hombres de presa, saqueadores y aventureros han abusado de ella. Su gran corazón no se rebaja a la retaliación o el odio.
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Las mujeres, más necesarias para la preservación de la especie, viven más que los efímeros varones. Entre 2012 y 2015 la expectativa de vida de los venezolanos es de 72 años, y de 78 la de las venezolanas. Todos pueden esperar vivir dos años más que a fines del pasado siglo. Estamos entre los 40 países más fecundos del planeta; pero la tasa de natalidad ha venido descendiendo: para 1960 cada madre tenía en promedio 6,62 hijos; para 2010 son 2,46. En cambio, la inversión en sanidad mejora: en 1996 llegaba el 3,49% del PIB; para 2011 alcanza el 5,16%. Gracias a ello disminuye la mortalidad infantil: hacia 1998, de cada mil niños que nacían vivos, 21,4 perecían antes del año; en 2007 sólo fallecen en ese lapso 13,7 de cada mil. El 95% de los venezolanos ven por primera vez la luz en centros asistenciales; 95% tiene acceso al agua potable y el 93% a servicios de saneamiento (www.unicef.org).
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Las madres son cada vez más jóvenes. Para 1993 hubo 524.387 alumbramientos, de los cuales 100.118, el 19%, se debieron a madres menores de 19 años; de ellas 3.866 no llegaban a los 15 años. En 2010, de 591,303 alumbramientos, 130.888 (el 22,1%) se debieron a madres adolescentes, y 7.778 a menores de 15 años. Según Jorge González, del Fondo de Población de las Naciones Unidas en Venezuela, la tasa de embarazo adolescente en América Latina es de 20%; en Venezuela de 23%; al año nacen 8.000 bebés de madres adolescentes (Últimas Noticias, 29-11-2013). El mayor número de preñeces de mujeres entre 12 y 15 años se presenta en zonas con población de escasos recursos, sobre todo en Amazonas, Delta Amacuro, Apure y Zulia, donde hay grandes concentraciones de población indígena. El número de embarazos es de 3 a 4 veces mayor entre las adolescentes que no han culminado el ciclo básico. La mayoría desciende de parejas ocasionales y a su vez conciben en uniones poco estables, que no prestarán el mejor apoyo a los descendientes. Durante medio siglo, radio y televisión han impartido una pedagogía según la cual el sexo es el seguro pasaje hacia la ascensión social.
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El lugar común representa a nuestro varón como despótico. Sin embargo, los venezolanos nacen en familias cuya jefatura es crecientemente ejercida por mujeres. Según el Censo, en 2001 el 71% de los hogares era encabezado por hombres y el 29% por mujeres; en 2011 sólo el 61% de los hogares es dirigido por hombres; por mujeres, el 39%. Cada vez ingresan más mujeres al mercado de trabajo; la doble función de proveedoras y criadoras problematiza y dificulta la socialización de los niños.
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Para 2013 el 18,8% de los venezolanos (unos 5.350.428 del total de 28.459.085) son jóvenes, entre 15 y 24 años. La edad promedio de los compatriotas es de 26,6 años. Pasaron los tiempos de abrumadora preponderancia juvenil, que para 1960 situaba la edad promedio en 18 años. Según el último censo de población, la tasa de crecimiento ha bajado de 4.0 en 1961 a 1,6 en 2011. Pasamos, de una pirámide demográfica de base ancha en 1990, con 37% de la población de 1 a 14 años, 58,7% de 15 a 64 y sólo 4,0% mayores de 65 años, a otra pirámide con base restringida en 2011, con 27,6% menores de 14 años, 66,6% entre 15 y 65, y 5,8% mayores de 65. Una sensible proporción de los venezolanos pasa a una edad en la cual debe afrontar las necesidades y los deberes de la adultez.
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Los jóvenes venezolanos forman parte de una fuerza laboral que ha crecido sin pausa desde unos 9.900.000 trabajadores en 1999, hasta unos 13.1655.887 en diciembre de 2013, casi la mitad de la población. De ella, 8.169.527 (el 62,1%) trabajan en el sector formal; 4.996.360 (el 37,9%) en el informal; el desempleo ronda el 7,5% (INE). Algo así como un 53% de los venezolanos está en una relación de dependencia, vale decir, no forma parte de la fuerza de trabajo: un 9,5% de adultos mayores y el 43,7% de los jóvenes estaría en esa situación
(http://www.indexmundi.com/g/g.aspx?c=ve&v=72&l=es).
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Jóvenes con necesidades y deberes de adultos, y con dificultades de inserción en la fuerza laboral que los condenan a una situación de dependencia, están sujetos a la tentación de satisfacer sus necesidades mediante la violencia. El cuadro se repite en toda América Latina y el Caribe. Durante más de medio siglo los medios de comunicación privados han ejercido otra abrumadora pedagogía que enseña que el delito es el camino hacia bienes de consumo en otra forma inaccesibles. Para hijos e hijas de Venezuela se requiere una contundente acción cultural y educativa que exalte las vías de la solidaridad y del esfuerzo.