Trabajo, disciplina, perseverancia y estudio en revolución

Diosdado Cabello tiene razón cuando refiérase que aquellos miembros del PSUV que no estén en concordancia con las decisiones internas del partido asumidas en el marco de la democracia participativa, están en todos sus derechos de caminar hacia la puerta de salida, claro, renunciar a su afiliación al PSUV y conformarse como un nuevo sub-conjunto político revolucionario con sus propios e innovados paradigmas ideológicos. Al asumir las responsabilidades de pertenecer, voluntariamente, a una organización, en este caso, político-partidista, se asumen su normativa, su ideología, su estructura organizativa, sus responsabilidades colectivas y personales, sus decisiones colectivas que estarán en perfecta concordancia con los objetivos nacionales en función de alcanzar los objetivos sociales, económicos y de Estado que se haya propuesto el partido político al cual se haya asumido estar en disciplina personal. Pero también hay una corresponsabilidad en “el manejo” del partido, en este caso, el PSUV, que le corresponde, evidentemente, al liderazgo que se conforma dentro de los esquemas correspondientes del partido. Esta corresponsabilidad significativa significa que ese liderazgo debe saber leer las realidades no solo nacionales sino, particularmente, internas al partido con lo cual se confirma, ese liderazgo, precisamente, como liderazgo. En ese orden, al tiempo que el liderazgo capta esas realidades deberá diferenciar entre las realidades nacionales que inciden a lo interno del partido como las realidades propias que, por lógica natural, se desarrollan a lo interno del partido. Es decir, el liderazgo del PSUV está, permanentemente, en un diálogo dialéctico con ellos mismo y su entorno para, en esa lógica consecuencia, conformarse como líderes y asumir los significados de esos liderazgos en responsabilidad disciplinado-partidista.

Permítasenos exponer una referencia muy particular. En días atrás, se publicó una declaración desde el PSUV, Diosdado Cabello la expuso, cuando informó sobre la elección del presidente del PSUV. Al tiempo, cuando percibimos y analizamos las funciones que viene ejerciendo y desarrollando Nicolás Maduro Moros, inmediatamente, definimos como su principal laburo el ejercicio de la Presidencia del Gobierno Bolivariana pero, también, funge y ejercita como líder del chavismo, es decir, se expone como líder político de todo el movimiento chavista venezolano tomándose sus tiempos para, disciplinadamente, ejercer como uno de los líderes fundamentales del PSUV en el marco actual histórico-referente; es decir, Maduro Moros ha comprendido en profundidad los significados reales y objetivos que ha significado la desaparición física de nuestro Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías. Ello no ha significado que el PSUV haya quedado acéfalo sino que “la colegiatura” partidista ha asumido y se ha consolidado como “eje fundamental” del funcionamiento real y objetivo-temporal-circunstancial de las responsabilidades lógicas que el PSUV tenía que ejercer frente a las realidades significativas de la desaparición física de Chávez Frías. Es evidente que esa colegiatura tiene un vocero principal en la persona de Diosdado Cabello quien “se monto el partido sobre los hombres” ejerciendo esa responsabilidad con trabajo, respeto, vehemencia y solidaridad con el “pensamiento Chávez Frías”.

Ahora bien, en todo partido como partido, es decir, como un “organismo con vida propia”, concepto algo complicado y difícil de aceptar, además compuesto por seres sociales que pensamientos propios, siempre se confrontará con su propia realidad objetiva que tiene, al menos, dos (2) variables a considerar: la influencias externo-nacionales y las propias realidades que la lógica dinámica interna del partido desarrolla en su seno. Ambas realidades inciden sobre las mentalidades de los miembros, cuadros, dirigencia del PSUV cual, por su propia dinámica, entra en sus lógicas contradicciones que alcanzan sus soluciones con democracia participativa pero en el marco del aceptado liderazgo y de los tiempos históricos en los cuales está inmerso no solo el PSUV sino, fundamentalmente, el Gobierno Bolivariano y, por ende, la República Bolivariana, Venezuela.

En este marco referente nos encontramos con objetivas realidades que se deberán superar cuales, de ser posible, aplicándolas a los diferentes caminos en los cuales es obligante que los líderes fundamentales asuman esas realidades en responsabilidades sin importar las particularidades personales y grupales cuales, objetivamente, se expresan a lo interno de ese “organismo vivo” y en considerando no solo los lógicos intereses a lo interno del PSUV sino decisiones que cuando la militancia del PSUV desarrolle esas decisiones consecuenciales en sus correspondientes relaciones con los entornos nacionales, la población capte lo real-significativo de un partido de carácter socialista con las particulares referencias único-mundiales que asume el PSUV como partido político; nos referimos concretamente al “ideario de don Simón Bolívar” y el “pensamiento a desarrollar” expuesto por nuestro Comandante Chávez Frías en lo que se podría proponer como el “pensamiento chavista”.

En ese marco, debemos analizar realidades significativas en la organización y coordinación en praxis del PSUV. Es demostrable que el partido es un partido de masas lo que significa las expresiones de las debilidades objetivo-lógicas de un partido de masas; es decir, siempre estará presente “el oportunismo” que se expresa normalmente en considerando que ello es obligante reconocerlo como es de obligación comprender porqué y los porqué de ese oportunismo. En esa inquietud, nos consideramos que dos (2) variables inciden en “el oportunismo”: el conocimiento y/o desconocimiento del “ideario de don Simón Bolívar” y del “pensamiento en construcción de Chávez Frías”, es decir, estudiar y el estudio de esos contentivos político-ideológicos, así de simple; y la segunda variable se correspondería en calificar en objetividad las calidades del “trabajo”; reiteramos, “las calidades del trabajo”; es decir, ello no implica el trabajo de aquellos oportunistas que “trabajan” para “beneficio personal”, el trabajo de aquellos que bien son denominados en buen castellano como los “chupatintas” y en criollo, sencillamente, “jalabolas”.
Pero, entonces: ¿cómo se podría diferenciar a aquel “oportunista” de aquel camarita y camarada quienes en su honestidad revolucionaria si trabajan en función de los objetivos políticos discutidos y aprobados en el seno del partido y en función del desarrollo de la Revolución Bolivariana y la consolidación del Gobierno Bolivariano y, evidentemente, la consolidación de Nicolás Maduro Moros como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela?. Muy sencillo, esa responsabilidad le corresponde a los líderes fundamentales de la Revolución Bolivariana, así de sencillo pero somos humanos.

Históricamente podríamos conocer realidades referidas a partidos políticos: el PCUS y el Partido Comunista Chino (PCCh). Debemos reconocer, en el marco de la honestidad académica, que no somos “sovietólogos” por lo que no estamos al nivel requerido para exponer las contradicciones internas de PCUS mucho menos las contradicciones que se desarrollaron entre Joseph “el padrecito” Stalín y León Trotsky. En contrario, consideramos que estamos a un nivel de conocimiento para atrevernos a exponer algunas realidades que se expresaron, históricamente, en las correspondientes contradicciones internas en el PCCh.

Exponemos la primera etapa del PCCh (1921-1927) cual se caracterizó por la imposición de paradigmas político-ideológicos en una estructura variopinta desde la celebración del 1er. Congreso del PCCh en Shangahi que llegaron provenientes desde Moscú. Esta etapa se caracterizó por los errores políticos en los cuales incurrió cierta dirigencia comunista-china cuando adscribió la tesis del “Frente Único Nacional” diseñada en Moscú e impuesta, según por la normativa del Comintern, al PCCh cuando la dirigencia comunista, patriótica,nacionalista y anti-imperialista china quedó relegada a la tesis de la “revolución democrático-burguesa” rechazando, en cosecuencia, la tesis de la revolución china que se sustentaba en la “revolución desde y con el campesinado” propuesta, en la Academia Militar de Whampoa, por el líder hunanés, Mao Zedong, vista la realidad que de los 400 millones de habitantes chinos, para aquella circunstancia, al campesinado le correspondía más del 85% de esa población nacional al tiempo que se estaba considerando la importancia del fuerte movimiento obrero chino que evolucionó gracias a un profundo y calificado desarrollo de una industrialización en China gracias a los avatares de la 1ra.

Guerra Mundial en el continente europeo y el mercado de productos a nivel mundial. Es decir, las contradicciones políticas entre el secretario general, Chen Duxiu y su grupo político-partidista y el sector más marxista y nacionalista del PCCh fueron acalladas cuando Moscú, a través del Comintern, llamó a la “obediencia debida”, algo así como la “solidaridad inmediata”. El resultado fue la casi desaparición total del PCCh por la persecución y asesinato de los líderes y cuadros fundamentales del PCCh, persecución y asesinatos que el partido nacionalista chino, Guomindang, desarrollaría en sus objetivos político-ideológicos contra esa importante dirigencia nacionalista más radical contraria a aprobar e implementar las directrices provenientes desde Moscú lo cual llevó al Guomindang a aliarse con las mafias, blanca y verde, en considerando que ambas mafias tenían sus bases fundamentales en la ciudad de Shanghai.

El resultado es histórico: triunfaría el Guomindang, se consolidarían ambas mafias en sus negocios de estupefacientes, trata de blanca, extorsión, contrabando, sector financiero shanghainés y la burguesía china profundizaría sus relaciones de dependencia financiero-comercial con los imperialismos europeo, estadounidense y japonés presentes en territorio chino mientras que el PCCh se encontraría sumido en el más profundo fracaso político-ideológico, en la clandestinidad y tener que objetivar las importantes pérdidas de cuadros políticos y del sector obrero-campesino.

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Miguel Ángel Del Pozo


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