La mayoría de quienes han censurado a Jorge Giordani lo han hecho desde el punto de vista formal. Que si no era este el momento oportuno por el acoso del cual es víctima el gobierno por parte de la oposición; las dificultades que han generado las acciones guarimberas y las derivadas de la seria crisis económica por la que atraviesa el país, los rumores de golpe, que él es corresponsable de lo que denuncia, etc. Las comillas que envuelven lo de crisis económica, las pongo de manera muy deliberada porque la expresión la he tomado de José Vicente Rangel, quien la usó en su programa del domingo 22 de junio próximo pasado. Es decir, no es mía, es de alguien quien se ha distinguido y hasta cuidado de no aparecer nunca en actitud crítica frente al gobierno, salvo en asuntos secundarios de la administración pública. Pero pocos, por no decir nadie, se han referido de manera específica a los asuntos de fondo sobre los cuales el exministro de planificación quiere llamar la atención. Hasta Eleazar Díaz Rangel, usualmente muy discreto, hizo si se quiere, serios reclamos procedimentales y hasta censuras al autor del célebre documento que ahora nos ocupa sin aludir a sus esencias.
Las dificultades o enredos en los manejos económicos, la administración de las divisas, como el combate al dólar paralelo son de vieja data y es dudoso que pueda calificarse a Giordani como único responsable de ese asunto, habiendo sido él quien denunció el desaguadero de más de 25 mil millones de dólares, de cuya lista de beneficiados, estafadores y cómplices ya nadie quiere acordarse. Apenas Víctor Alvarez ha hablado con ponderación y sensatez del manejo económico, como sobre el control de cambio, a lo que reconoce como causa importante de los desajustes y advierte que la sustitución de Giordani no generaría por si sola, como algunos quieren hacer ver, la puesta en funcionamiento de una nueva maquinaria o mentalidad para remontar la crisis uso otra vez las comillas que padecemos.
Es dudoso que la firma estadounidense de inversión de capital Merrill Lynch, de muy poca ponderación frente al gobierno del comandante Chávez y todos aquellos progresistas, haya aparecido celebrando la caída del ala marxista radical, según sus palabras, del gobierno venezolano. Como también lo hizo toda la derecha de Venezuela.
Pienso, contrariamente a la mayoría que se ha expresado por diferentes medios sobre el asunto Giordani, que bien puede resultar positivo el proceder de éste. Escuché a un comentarista radial partidario del chavismo, que Fernando Soto Rojas, preguntado por alguien sobre el tema, respondió que ya la discusión estaba sobre la mesa. Precisamente esto es lo que veo de positivo en el hecho que el exministro de finanzas haya roto con unas reglas que pocas veces funcionan. Lo que no quiere decir que admitamos como valederas las responsabilidades que el denunciante pudiera pretender asignarle al presidente Maduro.
Considero que la crisis económica a la cual se refirió José Vicente, tanto que él mismo hizo referencia a unas cifras de Hinterlaces que hablan de recuperación, demanda una revisión de toda la estrategia para corregir o reiterar lo que se considere para acelerar ese proceso que anuncia la empresa encuestadora; ello es necesario e impone al partido, en todos sus niveles, discutir el tema hasta llegar al congreso. Celebro que el renombrado periodista, aunque fuese de esa manera tan comedida, haya contribuido a que de verdad tomemos conciencia de una crisis que va más allá de la guerra económica y los escarceos de acaparadores y especuladores, para que podamos encararla en su exacta dimensión.
Ha sido una viciosa práctica eludir toda discusión sobre asuntos de importancia como el manejo del partido, su relación con el gobierno y la conducción de la sociedad hacia el socialismo, poniendo énfasis en la ruptura con la dependencia rentista petrolera lo que pasa por grandes inversiones reproductivas en términos cuantificables y la formación de una nueva cultura sobre la base del trabajo creador. Además, los argumentos rutinarios como la de estamos de caras a un proceso electoral y los más recientes relacionados con la guarimba y los intentos de golpe de Estado, por lo menos temporalmente superados, no parecen apropiados para eludir una discusión de tanta trascendencia como reclama el documento Giordani.
Es curioso como Eleazar Díaz Rangel también se vale de los mismos argumentos para calificar a Giordani como inoportuno o imprudente, que aun siéndolo, puso sobre la mesa un debate necesario y que no fatalmente estaría destinado a producir daños y resquebraduras; quizás, por qué no pensarlo de esa manera, al abordar los problemas que reclaman atención, el proceso revolucionario salga fortalecido y claro en las tareas a emprender. Recordemos que las discusiones de asuntos relativos a la construcción del socialismo no son privativas de una cúpula, cofradía encriptada, como tampoco sólo de una instancia partidista, sino que compete primordialmente al constructor, el pueblo todo.
Pensando en todo eso, como en la reiterada argumentación según la cual eso está bien, tienes la razón, pero no es este el momento oportuno, creemos que como dijo Fernando Soto, puesto de hecho como tema de fondo sobre el tapete, para decirlo con un lugar común muy degustado, el proceder de Giordani, es en todo caso, mejor que si hubiese callado o enviado sus discrepancias, rencores, reconcomios o como cada quien quiera llamarles, al baúl de los recuerdos.