La convocatoria de un Congreso ideológico tiene la mayor importancia, en tanto se traduce en una respuesta sistemática a un conjunto de problemas derivados de la filosofía política con que se asume el accionar político de un partido. Este Congreso ideológico, tendrá la particularidad de realizarse sin la presencia de Hugo Chávez, quién direcciono, estímulo, supervisó y auspició la discusión en lo interno del PSUV, en un intento de frenar las tendencias burocráticas, clientelares y pragmáticas, que le rehúyen al debate de las ideas.
Sin embargo, lo que necesariamente debería ser una oportunidad parece presentarse como un escenario no para esclarecer sino para concretar una confrontación de tendencias internas, que oscilan entre el pragmatismo acomodaticio, el dogmatismo ortodoxo y acrítico y los que finalmente apuestan por retomar el punto de no retorno, en términos de una alternativa anti-capitalista. El Congreso tiene un contexto que lo precede: el de una profunda crisis institucional determinada por problemas de desabastecimiento, protestas sociales, dificultades económicas y una situación de apremio que no puede ser minimizada. Pareciera imponerse en los delegados una noción de política como negociación, como acuerdo, a pesar de los procesos de consulta directa. Hay elementos de este Congreso que resultan preocupantes, el primero de ellos es que existan aparentes “delegados naturales”: gobernadores, alcaldes, diputados, que por su condición son automáticamente “elegidos” para el Congreso. Esa circunstancia puede hacer del Congreso no un espacio para pensar la filosofía de la praxis que debe caracterizar al PSUV, sino para reunir un conjunto de funcionarios burocratizados y permeados por un pragmatismo nada revolucionario, encerrados en el “tareísmo”, en el hacer sin pensar en la práctica revolucionaria.
No debería haber miembros natos de este Congreso, pero de haberlos solo podrían ser los responsables de formación ideológica a nivel nacional, regional, municipal y parroquial. Vemos con asombro – más bien con estupor e indignación- como en el caso del Zulia, se postulan miembros del PSUV con responsabilidades políticas en la estructura burocrática, que se han presentado como candidatos a cualquier cargo, en un acto de ambición pero que en ningún momento se han caracterizado por plantear un debate sobre lo que pensamos son los nudos críticos del PSUV: 1) su característica como partido de cuadros o de masa, 2) los mecanismos democráticos directos en la evaluación de los funcionarios, 3) la correspondencia en su accionar con la ética y el compromiso anti-capitalista y 4) la necesaria relación de subordinación al poder popular.
Cualquier otra discusión, es una desviación deliberada del sentido ideológico del Congreso. Insistimos que si en el resto del país se presenta la misma situación del Zulia, entonces el Congreso está destinado al fracaso, pues se convertirá en un escenario para “medir” el empuje de las tendencias regionales y locales que existen en lo interno del PSUV.
El caso del Zulia es aún más preocupante, pues sí bien reconocemos en algunos de los militantes que han presentado su nombre a consideración para ser electos como voceros al Congreso, preocupaciones constantes por el ritmo de funcionamiento del PSUV, notamos que en su mayoría son funcionarios del Gobierno Regional, de la estructura burocrática que responde a los intereses y posiciones del Gobernador y no a una preocupación por pensar el futuro inmediato de un partido que nació como un partido de masas y no ha logrado transitar hacia un partido de cuadros. Antonio Gramsci advertía, en sus escritos políticos y filosóficos que un partido esta constituido por las masas, los capitanes y los intelectuales, estos últimos no actuando en forma individual sino como colectivo orgánico, en la urgente construcción de un Bloque Histórico de Poder, que convenciera más que impusiera. La pregunta es ¿estos funcionarios del Gobierno regional tienen la cualidad moral y ética para debatir sobre ideología? ¿No se encuentran ellos permeados por un profundo pragmatismo y tareísmo que es contrario a la esencia dialéctica del socialismo bolivariano?¿El silencio de las bases del PSUV ante la presión clientelar del Gobierno del Zulia será tal que estos funcionarios se impondrán? ¿No corre el PSUV en el Zulia el mismo riesgo que se repita lo ocurrido en Lara con Henry Falcón?
No creo ser el único que piensa así, y me lo demuestra los múltiples comentarios y acercamientos que me hacen ciudadanos preocupados por lo que ocurre. Cuando Chávez les pidió a los zulianos que votaran por Arias, obviando su comportamiento tránsfuga de 2000-2004, lo hizo para construir el socialismo bolivariano en el Zulia, articulado con el Plan Simón Bolívar y luego con el Plan de la Patria, no lo hizo para que el Gobierno regional planificará un plan prospectivo en consonancia con la filosofía liberal, representada por el Instituto de Gerencia del Estado Zulia. Es está una contradicción enorme, que señala el debate interno entre los que abierta – o tácitamente- pretenden claudicar en nombre de la conciliación de clases y los que insistimos en la necesidad de retomar las prácticas de una democracia revolucionaria, más allá de los actos electorales y que signifique la ampliación del poder popular. Ya veremos qué pasa, pero advertimos de lo que sucede en el Zulia y que puede ser un espejo de lo nacional.
El autor es: Dr. Historiador/politólogo
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