Cuadrante económico: ignorancia, negligencia y malas intenciones

Hay mezquindad y candidez de nuestra parte. Una cosa es caernos a mentiras cuando la realidad se impone y otra es negar que la tierra gira alrededor del sol, porque desde donde estamos parados no la vemos moverse. Una cosa es la ignorancia. Otra, la negligencia. Y, una tercera, las malas intenciones. Todas juntas, hacen mucho daño.

Eso nos está pasando. Por una parte, con la llamada "inseguridad", sobre todo, por las mentes disociadas, que acusan al gobierno de ser culpable, por ejemplo, de los crímenes de alcoba, entre mafias, de los asesinatos entre amantes y sodomizaciones fraternas entre los de la secta "Tradición, Familia, propiedad" o de los cuernos que se montan renombrados y conspicuos políticos del oposicionismo.

Pero, esos disociados nada dicen desde la Mesa de la Ultraderecha (MUD), sobre los avances y logros, en torno a los dispositivos de Seguridad Ciudadana, específicamente, de los "cuadrantes", en los que la seguridad se focaliza y sectoriza, al alcance del vecino, es decir, del ciudadano común, lo que ha permitido una política de seguridad, preventiva, restrictiva y efectiva. Hoy, gracias a los cuadrantes, los choros, secuestradores y atracadores, la tienen más difícil y los ciudadanos pueden estar más tranquilos. Además, los cuerpos policiales están trabajando, les guste o no y la contraloría social los está permeando, a pesar de sus resistencias.

Por otra parte, en lo económico no podemos decir lo mismo que con la inseguridad y el funcionamiento de los cuadrantes. Hay una gran irritación, que es lo que la burguesía parasitaria y el golpismo han querido lograr desde los laboratorios de guerra sucia.

Esa irritación está dada, por el cansancio de no conseguir los productos, alimentos y servicios requeridos; las largas colas para comprar; la ralentización y; sobre todo, el sobreprecio y la especulación, de la manera más vulgar y descarada, en comercios y servicios, lo que ha liquidado el salario de los trabajadores y, por ende, ha vulnerado a la familia venezolana, con una hiperinflación calculada desde los sectores parasitarios de la economía, cuyas graves consecuencias la estamos pagando, el Pueblo llano trabajador y el gobierno del Presidente Nicolás Maduro.

Ahora bien, estos sobreprecios son tan evidentes en muchas regiones del país, que ningún gobernador, ni alcalde, puede decir que no lo sabía o no pueden hacer nada o que le corresponde solo a la Superintendencia Nacional de Precios Justos (SUNDDE), porque eso es totalmente falso, además de que la responsabilidad es de todos, como ciudadanos y, en especial, de los funcionarios locales y regionales, velar por el fiel cumplimiento de la Ley Orgánica de Precios Justos (LOPJ).

Aquí hay una verdad de fondo. Muchos gobernadores y alcaldes, cuidado si no es la gran mayoría, no quieren enfrentar al sector privado, no quieren problemas de ningún tipo, sino que buscan congraciarse con ellos, con Fedecámaras, Venamcham y CAVECOL, entre otros, incluso, consideran que ellos son el "sector productivo", por encima de los trabajadores, bajo el más rancio criterio burgués, del capitalismo más reaccionario.

Otros, gobernadores y alcaldes dejan que este asunto solo salpique al Presidente Nicolás Maduro, porque está de moda endosarle la culpa, porque sienten un fresquito o desquite indirecto contra la petición del Comandante Chávez y porque los más fríos calculadores, hacen cuentas y sueñan, con presentarse como los salvadores del "Chavismo sin Chávez y sin Maduro" o como el "progresismo" que se cuela entre los palos, desgajando en el chavismo y entre las oposiciones, de la vieja y rancia casta adeco-copeyana y de la generaciones Frigurt y Migurt más melifluas y oportunistas.

El caso es que el Presidente Nicolás Maduro sentó las bases y las delineó (como en noviembre y diciembre del 2013), para combatir y ganar esta guerra económica, además de aprobar la Ley Orgánica de Precios Justos (LOPJ), como instrumento jurídico que acabaría con estas aberraciones económicas inflacionarias.

Pero, hay gobernadores y alcaldes, de brazos caídos. Del lado de los oposicionistas, aunque repudiable, esto se explica. Pero, del lado de quienes dicen seguir el legado del Comandante Hugo Chávez, esto no es más que un vulgar y cínico acto de traición al Pueblo, al Comandante Chávez y, sobre todo, al Presidente obrero, Nicolás Maduro.

Pretender ocultar esta grave distorsión que es evidente, pública, notoria y padecida, con un pase televisivo esporádico o cayéndole a algún comercio emblemático, no oculta la traición, de la que todos, incluyendo los traidores, somos víctimas. Otros, cual alquimistas, pontifican y descubren que hay corrupción, como para ayudar a desgajarle Pueblo al Proyecto revolucionario y como para justificar la razón por la cual hay hiperinflación y Desabastecimiento Programado.

Y, si no fuere así, entonces, veríamos cómo gobernadores y alcaldes, de la mano del Poder popular, con los consejos comunales y las comunales, peinarían sus cuadrantes económicos (los mismos del dispositivo de seguridad) y garantizarían que en cada uno de ellos, ningún comercio o servicio, especule o robe al consumidor y el usuario. De ser posible, no solo atajaríamos la inflación, sino que la revertiríamos. Pero, no es así. No hay voluntad, sino que parece que en unos cuantos hay ganas de irritar al Pueblo, con hambruna y miseria, para derrocar al Presidente Nicolás Maduro.

En fin, solo el Pueblo salva al Pueblo. Y el Pueblo está con Nicolás Maduro, a pesar del los traidores, del desabastecimiento programado, del robo y la usura y de la hiperinflación como consecuencia de las distorsiones económicas. Tenemos pues, un coctel de ignorancia, negligencia y malas intenciones, que debemos derrotar.


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Luis Alexander Pino Araque


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