Nosotros nunca pensamos que la única salida era irnos del país

Estoy viviendo momentos de intenso dolor, gente de mi alma están arreglando sus cosas para irse de Venezuela. Según ellos no hay otra salida que esa: “Este país, cayó en manos de los mediocres y su población está total y profundamente corrompida, llegó a su etapa final. En dos palabras: Este país y su pueblo es una mierda que no tiene composición. Hagamos lo que hagamos cada día estamos cavando nuestra propia fosa. Ese fue el legado que nos dejó Chávez que con sus políticas populistas sembró en los pobres la idea que todo debían recibirlo gratis, sin hacer ningún esfuerzo y sin pagar nada”.

En el párrafo anterior está más o menos sintetizado el discurso que durante los dos últimos días he escuchado de personas muy allegadas, que decidieron recoger sus cachivaches , venderlos e irse a vivir a un país Centroamericano, pues según ellos: allá no tienen que hacer colas para nada, se consigue de todo, hay seguridad personal, el salario mínimo alcanza para vivir holgadamente y sin penurias.

La descripción que me hicieron de cómo funciona ese país y del comportamiento de sus ciudadanos casi parecía que me hablaban del paraíso terrenal. Todo es bello, limpio, organizado; todo el mundo cumple con su trabajo y es responsable. Me pusieron un ejemplo: “Llegamos, alquilamos una casa, compramos una cocina, pedimos el gas y en menos de 30 minutos estábamos recibiendo la bombona, la cual nos instalaron diligentes obreros con una sonrisa en sus caras.” Estuve a punto de exclamar: “Va monos pa allá negro mojino”.

Habiendo recibido ese bombardeo ideológico político en mi propia casa, en vivo y en directo; sin poder argumentar con fuerza, pues si lo hacia corría el riesgo de que se fueran, esperé hasta este momento para reflexionar y escribir a mis lectores lo que pienso sobre los venezolanos que están haciendo planes para abandonar el barco, pues según ellos se está hundiendo e inexorablemente su destino es el fondo del mar.

Lo primero que vino a mi mente es que a mi generación (ojo: tengo 74 años) nunca le pasó por la mente la idea de emigrar del país. En los años más funestos de la IV República, los más radicales cogieron el monte y se levantaron en armas contra el gobierno. En los 80 y 90 del siglo pasado, cuando se generó la gran crisis, que todavía sufrimos, salíamos a las calles dispuestos a morir por lograr la Patria que hoy hemos logrado construir entre todos.

Venezuela fue durante toda su historia, un país de Inmigrantes. De todas las nacionalidades han venido a la tierra del oro negro y del oro amarillo. No hay ningún extranjero, venido de otros lares a trabajar, que no haya realizado sus sueños. Unos se sembraron aquí, se enriquecieron y pasaron a formar parte de las clases dominantes; otros acumularon fortunas, se fueron y hoy viven como ricos en sus países de origen. Los únicos venezolanos que se han ido a vivir a otras tierras es por razones políticas, unos autoexiliados, otros perseguidos por las dictaduras de turno que hemos sufrido.

Los miles de venezolanos, en su gran mayoría hijos de extranjeros nacionalizados, que hoy viven en el exterior, no se fueron por razones de carencias económicas, como si lo hacen los mexicanos, hondureños, colombianos, dominicanos, etc. Tampoco son perseguidos políticos a los cuales se les impida participar en la vida democrática; simplemente son sectores de poder político y económico, que han perdidos ancestrales privilegios y no se sienten bien viviendo en un régimen político igualitario. No asimilan que los “tierruos” los tuteen, se sientan iguales que ellos y no les quieran trabajar de sirvientes ganando salarios de hambre.

Mi reflexión sobre este tema surge, al darme cuenta que algunos de los que se quieren ir, son de abajo. Eran “tierruos” que, gracias a la revolución y a sus políticas de inclusión, lograron un título universitario; muchos hasta consiguieron una vivienda y otros hasta pudieron comprarse un vehículo. Algunos han logrado viajar al exterior de vacaciones y la gran mayoría de ellos han obtenido tarjetas de crédito y han raspado cupos, gracias a las políticas económicas de democratizar la obtención de divisas para todo el mundo. Con todos estos beneficios obtenidos , que para la gran mayoría de la gente de nuestra generación fue un sueño inalcanzable, no están satisfechos y sienten que merecen mucho más.

Te dicen en tu cara, que no viven mejor porque los dineros de la renta petrolera se lo están robando los líderes chavistas y que por eso, todo el mundo se considera con derecho a también meter la mano o especular con los alimentos. Para ellos los únicos que no roban, ni quieren robar son los que deciden irse del país. O sea que ellos son los únicos venezolanos honestos pues todos los demás estamos corrompidos y somos ladrones. Para oír esto y quedarse quieto es necesario tener mucho autocontrol.


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Juan Veroes


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