Educación, burocracia y calidad educativa

Un espacio de la Venezuela rentista, un lugar sembrado palmo a palmo en el terreno sin dejar espacio a otra cosa que no sea la mala hierba de la burocracia, ese no es otro que el Ministerio de Educación.
Se requerirá quizás de muchos años para desmontar esa maraña creada por el estado burgués, esta especie de jarrón chino ubicado en Caracas en la famosa esquina de Salas, es incapaz de ser gobernado. Allí a simple vista no hay alternativa posible para resolver problemas; es un monumento a todos los males heredados de la IV República.
Es incomprensible cómo el avance de las ciencias de la informática ha pasado sin tocar o hacer mengua alguna sobre esta destartalada institución. Vivimos los tiempos de la nube tecnológica y los servidores súper poderosos que simplifican la vida, pues parece que este insólito y penoso lugar no ha sido tocado por la tecnología, las personas que allí acuden llegan ligando con todos los dedos (incluyendo los de los pies), que por un azar de la vida por allá en sus anticuados depósitos de papeles, aparezca la hoja de la cual pende la vida y las esperanzas de un maestro que dedicó más de la mitad de la vida a educar venezolanos. ¡¡Increíble!! Y vergonzoso.
Una vez pude hablar con uno de los tantísimos ministros de educación que ha habido en Venezuela. Recuerdo que en aquella ocasión estaban demoliendo aquel monumento a la mediocridad capitalista que fue el retén de Catia, el cual se podía ver desde la oficina ministerial. Le dije al ministro a propósito de la iniciativa de demoler la cárcel: "lo que han debido demoler es el edificio del Ministerio de Educación”. Hoy al pasar casi veinte años de este episodio y en plena Revolución, en la cual estoy involucrado profundamente, mantengo mi opinión en torno a este ente burocrático y mediocre de la administración pública. Allí se pueden notar largas colas de maestros y profesores casi en estado de miseria implorando por jubilaciones y enfermos de cesantía laboral. Pensar que muchos de los maestros y profesores sometidos a estos tratos inmisericordes son los tutores de nuestros hijos y nietos, hombres y mujeres que viven de la mengua, sin cobrar en más de cuatro largos años de trabajo ininterrumpidos.
Las víctimas de la burocracia del ME son gente, son seres humanos que vienen de los lugares más apartados de la geografía nacional a Caracas a buscar una miserable planilla, porque en las zonas educativas de los estados la desidia es tal, que ni siquiera envían los expedientes a Caracas. Estas líneas se quedan cortas para describir lo ineficiente de este Ministerio, por supuesto que no culpo al ministro actual de semejante desidia, esto es la expresión de lo que no debe existir en revolución, la burocracia maligna de la que siempre nos alertó El Che. Creo que cosas tan horrendas como el Ministerio de Educación fueron las que mermaron la salud del Comandante Chávez, estar en presencia de semejante monstruosidad, y ser indiferente es terrible, es sencillamente indolencia.
Esta malformación merece que los revolucionarios nos detengamos a repensar la situación y preguntarnos francamente: ¿Vale la pena seguir esforzándonos en cambiar lo que no tiene remedio o es necesario acabar definitivamente con esa serpiente venenosa, para que pueda surgir la verdadera nueva institucionalidad? El Estado de justicia y paz del que tanto habló nuestro eterno Comandante. Nos preguntamos ante tamaño “elefante blanco” ¿es posible hablar de calidad educativa? La respuesta es no. Sin duda alguna, esa fábrica de guarimberos llamada Ministerio de Educación es la que requiere "el revolcón" revolucionario.
 



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Arnaldo Guédez


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