La frontera y el contrabando

Hablar sobre el “contrabando” en Táchira es hacer referencia obligatoria a unas desviaciones culturales que estamos viviendo, producto de un acumulado de sucesos que se vienen dando en la hermana república de Colombia y que indiscutiblemente afectan nuestro estado y nuestra nación. Cuando hablo de desviaciones en lo cultural me refiero precisamente a comportamientos que no son nuestros, no eran nuestros, pero ya están viviendo con nosotros. Entre las historias de las guerrillas y paramilitares, los falso positivos del gobierno, los desplazados por la violencia, los refugiados que quedaron sin nada, las drogas y el sicariato son algunos de los motivos por los que nuestra sociedad fronteriza atraviesa en la denominada frontera más viva y caliente de América del Sur. A este cumulo de males se une uno que históricamente ha caracterizado a todos los pueblos del mundo donde se establecen líneas limítrofes, más aun cuando uno de los países involucrados se encuentra en mejores condiciones económicas que otro: el contrabando. Y si a esta macabra receta le añadimos el toque final: una serie de motivaciones comunicacionales que los medios de Colombia han agregado en la mente de niños(as) jóvenes y adultos, donde villanos son mostrados como héroes poderosos, con series como El Capo, Pablo Escobar, Las muñecas de la mafia, Sin tetas no hay paraíso etc… todo un cartel de producciones audiovisuales que ha deformado la mentalidad de sus observadores y donde todos los delitos habidos y por haber se cometen con los excesos correspondientes, casi que una clase magistral delictiva.

Esta es la verdadera realidad de la frontera, gente que quiere ganar mucho dinero en poco tiempo. Personas que no les importa cometer un delito con tal de ser recompensados económicamente. Ya hasta el lenguaje en lo cultural nos golpea, palabras como: patrón, parcero, camellar forman parte del dialecto que nos inyecta una sociedad que tropezó con nosotros en un dramático momento de su vida. No estoy haciendo uso de este recurso literario para juzgar a un pueblo grande y heroico como es el pueblo Colombiano. Hijo de Bolívar y desde donde se fraguó parte de nuestra lucha independentista. Lamentablemente a Colombia le ha tocado vivir duros capítulos de su historia que se han escrito con sangre, y donde han tenido al frente del gobierno simplemente a empleados de la Casa Blanca y del Pentágono, adoptando decisiones muy contrarias al interés y al bien común del pueblo Colombiano. No soy quien para juzgar esa historia y sus consecuencias. Pero hablare de nosotros de los Tachirenses, de los Andinos y Venezolanos.

Dice el viejo refrán: la culpa no es del ciego, sino de quien le dio el garrote. Somos nosotros quienes nos prestamos complacientemente a desangrar nuestra seguridad, integridad, garantía y riqueza. Siendo simplemente hombres de a pie o uniformados. Somos nosotros quienes llevamos en un alto porcentaje, quienes planificamos los negocios, quienes en nuestros vehículos colocamos en la frontera: productos alimentarios, combustibles, cosméticos, materia prima, etc. Todo pasa ante nuestros ojos, todo el mundo sabe quién es contrabandista, todos saben por donde transitan y a qué horas. Y terminamos siendo igual de culpables que quienes cometen el delito porque nos hacemos testigos mudos, cómplices silenciosos y la ley también podría castigarnos por callar el atroz crimen que le estamos originando a nuestra Patria. Y todo esto pasaba y nadie hacia nada. Fue Vielma Mora quizás el primer denunciante actuante, como Gobernador del Táchira que comenzó con sus medios y recursos a enfrentar en la denuncia por medio del verbo, y en la acción con sus planes y medidas una fuga incalculable de recursos que causaba un doble problema: escasez en nuestra patria y especulación en el mercado. Ante la ausencia de los productos en los lugares de venta se inició un excesivo sobreprecio por la altísima demanda en el mercado, hecho que originó el encarecimiento de la vida de quienes vivimos en esta frontera. Colas interminables para surtir combustible, colas en supermercados y anaqueles vacíos, colas en la frontera como si todo el mundo quisiera hacer turismo vacacional.

No conforme con esto, y lo digo desde el lado positivo de la acción, el gobierno revolucionario nacional desde que el Comandante Supremo Hugo Chávez llegó al poder y ha sido una política de continuidad con la presidencia de Nicolás Maduro ha luchado contra la pobreza inyectándole recursos al pueblo soberano mediante planes de alimentación unos subsidiados: Mercal y otros regulados: Pdval, Bicentenario, etc. Teniendo el combustible más barato del mundo y con un vecino que tiene uno de los combustibles más caros del mundo. Con políticas habitacionales abiertas rápidas y efectivas; y con un vecino que lucha por un pedazo de tierra en medio de una guerra que tiene 50 años. Con todos los servicios públicos en manos del gobierno a precios económicos; con un vecino cuyos servicios públicos están privatizados y el sueldo si alcanza para comer no alcanza para más nada. Con una guerra económica producto de un voraz y depredador diferencial cambiario, manejado por un cerrado círculo poderoso que maneja todos los negocios delictivos y que libremente le coloca precio a nuestra moneda. Y sumado a esto: nuestra falta de conciencia, de amor a la patria, de primero lo nuestro, que vemos en la comida y en nuestros recursos energéticos y materia prima un espectacular negocio.

Hemos cargado históricamente con el peso del contrabando, pero nunca como ahora. Las colas de las gasolineras se incrementaron luego del paro petrolero que buscaba derrocar al Presidente Hugo Chávez, basta solo entender cuánto cuesta un tanque de combustible de un vehículo en Colombia y cuánto cuesta ese mismo tanque de combustible en Venezuela. Basta entender cuántas estaciones de servicio o gasolineras existen en el lado de la frontera Colombiana y cuantas tenemos nosotros en nuestro país. Cuánto cuesta la canasta básica en la doble economía ilegal que tienen en Colombia, digo doble economía porque te vas a encontrar con los productos que producen las empresas Colombianas y su costo, y te encontraras también con los productos que se producen en Venezuela y que están en el mercado Colombiano y su costo.

Esta es una radiografía muy superficial de lo que pasa día a día en la frontera. Enfrentar este flagelo significa decisiones de alto gobierno de ambos países. Establecer fuertes medidas de control y castigar con el peso de la ley a quienes cometen el delito. Pero también significa una dura tarea educativa y cultural que deben emprender los educadores para que las futuras generaciones en lo más inmediato no caigan en la “tentación” que termina convirtiéndose en un dramático escenario para el país. Si formamos a nuestros hijos con valores y con ejemplo estaremos luchando desde el hogar con toda la transculturización de la que estamos siendo víctimas. Necesitamos educadores que formen hombres de bien y necesitamos padres que con sus ejemplos encaminen la conducta de los próximos hombres y mujeres de la sociedad. Necesitamos gobernantes como Vielma Mora que ha sido frontal en atacar las desviaciones y castigar al infractor. Necesitamos empresarios que amen la patria y piensen primero en sus conciudadanos. Necesitamos políticas que desde el alto gobierno garanticen paz y tranquilidad, pero que administren también justicia. Necesitamos venezolanas y venezolanos que amen a Venezuela, que piensen primero en el país y que cumplan la ley. No es mucho pedir.



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Jesús Adolfo Zambrano Urbina


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