El Presidente Nicolás Maduro ha dado el giro más radical que se haya visto desde que asumió la primera magistratura de la nación. Somos optimistas frente a este oportuno refrescamiento del equipo ministerial efectuado por el camarada Jefe del Estado.
Este cambio radical será lamentado más por las roscas y grupos parasitarios infiltrados en la burocracia que por los propios titulares de esas carteras gubernamentales donde se perpetró la tan esperada movida de mata. Más de uno que hasta la noche del 2 de agosto era un enchufado, amanecerá como asistente desenchufado o asesor destetado en la mañana del 3 del mismo mes. Con cada cambio de esta naturaleza, unos van alegres y otros van llorando.
Difícilmente la oposición y los críticos implacables de la izquierda revoltosa podrían calificar la designación de los nuevos ministros como otro enroque del ajedrez burocrático.
Como antiguo asesor en materia petrolera por 4 años y luego de mi renuncia voluntaria para atender otras tareas, saludo la labor de Rafael Ramírez en la consolidación de la nueva PDVSA como instrumento de inclusión social.
El pase a otro destino del hombre que por más de una década estuvo al mando de la industria petrolera es un giro radical. Pero a la vez, su llegada a la cancillería genera confianza e implica la asunción de un profesional ecuánime con larga experiencia internacional que ahora al frente del servicio exterior representa una noticia positiva.
Paralelamente la patria gana el mejor ministro de comunas que ha podido tener, quien como capacitado sociólogo podrá ahora escuchar al pueblo más de cerca y entre el calor de las catacumbas del poder popular, dedicará su temple a realizar el sueño del anhelado Estado comunal.
Otras designaciones serán objeto de venideros análisis. Por ahora advertimos que la eficacia de estos cambios tendientes a transformar el Estado, así como a derrotar la corrupción, el burocratismo será evaluada por el insumiso pueblo de Venezuela en los meses por venir. Lo que si ya está demostrado es la voluntad política de Maduro en enderezar el rumbo de la nación amenazada por la guerra económica y restablecer totalmente la seguridad alimentaria prevista en el artículo 305 constitucional.
El sacudón de Maduro revela su interés por resolver las dificultades económicas actuales y un esfuerzo por generar fórmulas acertadas de rectificación con nuevos organismos y mecanismos administrativos.
"He visto poner y quitar reyes" así me dijo una chavista evangélica cuyo nombre no divulgo por protegerla de los intolerantes a la crítica entre hermanas y hermanos revolucionarios.
Sin embargo, partiendo de los valores revolucionarios relacionados con el desprendimiento que debe caracterizar a todo militante socialista auténtico, consideramos
que no es tan malo convertirse en ex ministro ni asumir funciones de inferior trascendencia frente a las que anteriormente se ocuparon; creeamos que nadie debe llorar a excepción de los profetas del desastre que anunciaban una falsa reestructuración del gabinete y del Estado.
Ojalá que este episodio de nuestra vida burocrática sirva de aliciente para que los revolucionarios que cumplen responsabilidades públicas y quienes felizmente preferimos seguir haciendo revolución desde la calle, trabajemos más unidos por alcanzar esa sociedad socialista que garantice el buen vivir de nuestro pueblo. Hoy más es nunca es necesaria la alianza entre Gobierno Bolivariano y pueblo chavista para consolidar la democracia constitucional y avanzar al socialismo.