Lugar
A la inmensa mayoría de los venezolanos nos unen una cultura, una identidad, un modo de ser nacional. Los regionalismos nos condicionan cada vez menos. Culturas regionales y locales tienden a fundirse en la nacional. Salvo las económicas, no nos separan diferencias insalvables. Las comunicaciones físicas y mediáticas favorecen la propagación de contenidos culturales entre regiones. Gozamos de inmensa movilidad geográfica. Ello atenúa diferencias entre lo urbano y lo rural. Los inmigrantes o sus descendientes conservan muchísimos rasgos del país de origen. Tantos como los que comparten los habitantes de nuestras fronteras con sus vecinos.
Sociedad
Parecemos extrovertidos, gregarios, solidarios, igualitarios. Preferimos el disfrute colectivo al privado. Disfrutamos de fluida movilidad social. Ello atenúa las diferencias culturales entre nuestras clases. Nuestras mayorías no discriminan por la procedencia étnica, clasista, regional o nacional. Nuestras familias son extensas y matricéntricas. Perduran rasgos de sexismo y machismo. Persiste la violencia intrafamiliar.
Desaparece el rol subordinado de la mujer, con variantes según estratos, clases sociales, regiones.
Economía
Una historia de conquista, esclavitud y explotación no propicia que valoremos al trabajo como principal medio para obtener recompensas y progreso. Laboramos apasionadamente en lo que nos interesa. Confiamos demasiado en la suerte, el envite y el azar. Nos cuesta mantener proyectos a largo plazo. El lavado de cerebro mediático ha implantado el consumismo con variantes según estratos, clases, regiones. Somos pródigos y generosos. Nos endeudamos sin prudencia. Nos motivan la sociabilidad, la autorrealización y el poder, en ese orden. No sabemos si el petróleo es maldición o bendición.
Política
Creemos en la Patria, la Nación y el Estado, en ese orden. Sólo confiamos en la autoridad de la competencia demostrada. Elegimos gobernantes cuando creemos que se nos parecen. Somos a veces más personalistas que legalistas. Desconfiamos de las instituciones. Conocemos algo nuestros derechos. Algo menos nuestros deberes. Cada vez interpretamos mejor los conceptos de democracia, república, soberanía, legalidad, responsabilidad administrativa.
Seguridad
Los medios han multiplicado la idea de que vivimos una cultura de la violencia. Pocos sabemos que la tasa real y verdadera de homicidios medida por el MPPIJ es casi la mitad de la tasa de “percepción” de asesinatos percibida por el INE. No confiamos totalmente en los cuerpos del orden público. Sabemos que algunos países nos pueden hacer la guerra. Tememos una agresión imperial. No todos sabemos cómo enfrentarla.
Integración
Son muy variadas nuestras percepciones sobre los vecinos latinoamericanos. Cada vez tenemos más conciencia de nuestras similitudes que de nuestras diferencias.
Somos tolerantes con las migraciones. No somos prepotentes en la valoración de nuestra Patria. Cada vez estamos más conscientes de su papel en la comunidad internacional.
Cultura
Respetamos la tradición, pero amamos el cambio. Los medios de comunicación nos influyen, pero no nos gobiernan. Valoramos la cultura, la ciencia, la educación. Nuestra enseñanza promueve cada vez más el sentimiento de nacionalidad. No siempre imparte conocimientos, habilidades, destrezas adecuadas a las necesidades reales del país. Presumimos de un gran sentido del humor. Mantenemos las creencias populares, admitimos las religiones distintas de la católica. Somos creyentes, pero poco practicantes. Creemos en Dios, pero no en las jerarquías eclesiásticas. Cada vez consumimos más bienes culturales. Tenemos una prodigiosa capacidad para la improvisación. Cada vez pensamos más que nuestra cultura debe ser original, mestiza, cada vez nos preguntamos más quiénes somos. Cada vez más sabemos que las suposiciones anteriores no pueden ser aceptadas sin que las validen investigaciones científicamente irreprochables.