Porque la Revolución es Cultural…hacia el Estado Comunal

            La cultura es inherente al ser humano, en ella se asientan nuestros valores, los saberes, las creencias, las formas de organización social, las maneras de relacionarnos, de producir y transformar nuestros alimentos, de cobijarnos. La cultura del trabajo y de los procesos productivos establece una relación dialógica con el mundo simbólico de la cultura (la música, la danza, la pintura, el teatro, la literatura, etc). ¿Cómo trascender en el proceso revolucionario la visión de cultura limitada a las artes como nos la impusieron los colonizadores, en la cual el poder de los aparatos ideológicos privilegia La Cultura Occidental enmarcada en las “bellas artes”  por encima de la cultura productiva? ¿Cómo legitimar Otros Saberes y Otras formas de organización? ¿Cómo hacer visible la mano invisible del poder que impone una cultura que nos acultura y que transforma nuestros valores? ¿Cómo insurgir ante el poder de la academia y la institucionalidad del saber? ¿Cómo darnos cuenta de que la penetración cultural es parte de la guerra de cuarta generación y es la ofensiva del imperio? ¿Cómo construir el Estado comunal desde el Estado burgués? ¿Cómo hacer visible la cultura productiva en la cual se asienta nuestra soberanía e independencia? Responder estas preguntas es el reto a resolver para hacer la revolución cultural y la construcción del Estado comunal.

            Hacer la revolución cultural es transformar las relaciones de poder y reconocer las diferentes formas de organización social que han existido; en algunos casos desde hace 400 años aproximadamente, como son las Cofradías, las Sociedades Religiosas, la Cayapa, la Mano Vuelta y el Convite, y en otras, durante más tiempo como los Consejos de Ancianos. En cada una de ellas se expresan los valores de los y las venezolanas: la solidaridad, la hermandad, el compañerismo, la igualdad, la justicia, entre otros. En contraposición de los valores que nos venden los medios de difusión masiva, la competitividad, el valor de cambio por el valor de uso y la viveza.

Hacer la revolución cultural es propiciar las relaciones interculturales, es la inclusión del Otro/a, que implica la cultura de la paz, donde cabemos todos y todas.

Hacer la revolución cultural es la visibilización de los Otros saberes, los no académicos. Pues el poder de la institucionalidad del “saber”, se ha encargado de legitimar unos sobre otros, el registro escrito por encima de la oralidad, y con ello se ha perdido el respeto al anciano como portador y transmisor de conocimientos, pues ya no se acude a su saber sino al libro y al internet; sin descalificar estos últimos es necesario retomar el valor de la palabra y el gesto, pues gran parte de nuestra memoria histórica, de las crónicas, de las curaciones, están en la oralidad que es necesario registrar.

            Hacer la revolución cultural es avanzar en la consolidación de las Empresas de Propiedad Social Directa Comunal cuyos proyectos están basados en los saberes y valores de la cultura de tradición, que son además sostenibles y sustentables, permiten la articulación y complementariedad del poder popular, la propiedad colectiva de las máquinas y herramientas de producción,  incorporan el saber del maestro y la maestra de tradición, garantizan la continuidad del saber, el sentido de pertenencia a la patria y construyen soberanía e independencia. Es decir, darle el poder al pueblo, y citando a Michel Focault (1976) en Microfísica del Poder, quien hace referencia a que los movimientos populares siempre han sido presentados “…como producidos por el hambre, los impuestos, el paro; nunca como una lucha por el poder, como si las masas pudiesen soñar con comer bien pero no con ejercer el poder…”. Insisto en la necesidad de la transferencia del poder al pueblo, para que haya verdadera revolución cultural y lograr la constituyente desde el Estado burgués para darle paso al Estado comunal.

 

 

            “Una revolución debe asentarse en las más

radicales, vuelvo otra vez, las más radicales

tradiciones –fíjate- tradiciones, estoy hablando de

una revolución que se afinque en lo tradicional,

pareciera una contradicción pero no lo es”.

Hugo Rafael Chávez Frías

 

 

Comuna o Nada…la lucha por la independencia continúa.

 

Arianne Velis Ordosgoitti

Investigadora

 

arianneveliso@gmail.com

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1205 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter