Esta es mi conclusión después de haber escuchado al diputado Alfonzo Marquina esta mañana en un programa de televisión. Según éste dirigente político (supuestamente él no debe pertenecer o estar inscrito en algún partido político en Venezuela) es requisito fundamental que para poder formar parte de los poderes públicos, tales como TSJ, CNE, Fiscalía y tribunales de la República, es la no pertenencia a algún partido político debidamente legalizado del país.
Los aspirantes a estos cargos, digo yó, podrían pertenecer a células terroristas, Narcos, guerrilleros, paramilitares, ser del hampa común; pero nunca el haber estado inscrito en partido político alguno, de lo que se desprende que haber simpatizado con alguno de ellos es el delito más horrendo que venezolano alguno pueda cometer.
Es tan absurdo el argumento de Alfonzo Marquina que a uno no le queda más remedio que burlarse de él y más, cuando el cargo que ocupa en la Comisión de postulaciones designada por la Asamblea Nacional, se debe a su militancia en un partido político, creo que se llama Primero Injusticia o algo por el estilo. (Antiguo adeco es Marquina).
El diputado de marras argumentaba que para pertenecer o formar parte de esos “cuerpos inmaculados de la justicia venezolana” era necesario no haber pertenecido o haber estado inscrito en algún partido político y además ser Profesor Titular de una de nuestras universidades autónomas. Más estúpido y me muero, como dicen los pavos de la Venezuela de hoy. El diputado Marquina “ignora” que para poder llegar a ser Profesor Titular, de una de nuestras universidades autónomas, hay que haberse bajado los pantalones o las faldas con algún partido político. Por ejemplo en la ULA de Mérida, desde hace 15 años, el 85% de los profesores titulares se han declarado políticamente contrarios al gobierno y apenas un 15% dice que le apoya. Allí es imposible encontrar a un solo profesor que no tenga, que no haya estado inscrito o no esté simpatizando con algún bando de los que ahora se confrontan en la vida política nacional.
Además, si hubiera algún venezolano, que nunca haya pertenecido o estado inscrito en un partido político, no merecería ocupar ningún cargo del Estado, a ningún nivel, pues éste habría sido un ser indiferente a la suerte de la República y ésta no le debería tener en cuenta para representarla en ningún cargo. Haber sido indiferente ante todas las vicisitudes vividas en el país, en los últimos 50 años, es un pecado de omisión que merece la excomunión y la expatriación. Quien se confiese que nunca le interesó su país y que nunca se metió en nada debe perder la ciudadanía venezolana, carajo. Ni a los analfabetos se les puede perdonar ese hecho de lesa patria.
Nuestros esclavos Negros, a los cuales se les prohibía alguna actividad ciudadana, porque no se les consideraba personas humanas, podrían ser los únicos exonerados de no haberse preocupado por la suerte de la República. Y con todo eso ya sabemos que si peleaban, se rebelaban y lucharon por hacer de Venezuela la que hoy tenemos.
Me niego a creer que hacer política sea un acto delictivo y más bien creo que podría ser más delincuente, quien no participa activamente en las decisiones en las cuales se juega la suerte de su país. La neutralidad no existe. Esa es una baraja bajo la manga que utiliza la oposición para hacer retroceder a las fuerzas revolucionarias. Si ésta no las vé seria porque también trata de hacer el papel del diputado Marquina.