No somos tan así

“(…) Estamos acostumbrados a detenernos en el qué, pero no en el cómo; en lo que se dice, pero no en el modo; en el sentido, pero no en la forma. A pesar de que proclamamos la indisolubilidad de ambos factores, olvidamos uno de ellos, aquél a través del cual se transmite el significado y se trasluce mucho más aún; la textura, el trasfondo, el bagaje cultural, la intención soterrada, las carencias o abundancias del habla, todo lo que no se dice pero se revela. Porque el lenguaje quiere ocultar y siempre termina delatando lo inocultable (…)”. En torno al lenguaje.

Rafael Cadenas.

Al leer el artículo titulado “Somos así” de Luis Britto García, publicado en el noticiero digital de Radio Nacional de Venezuela el 21 de septiembre de 2014, en la dirección electrónica http://www.rnv.gob.ve/index.php/luis-britto-garcia-somos-asi, juzgué necesario realizar algunos señalamientos sobre cómo, desde otra perspectiva, se percibe lo que somos y hacemos los venezolanos.

Coincido con el autor en la mayoría de las afirmaciones sobre el “lugar” y la “integración” y considero que hay una buena cantidad de conjeturas “discutibles” en los otros puntos, pero lo que más me preocupa no son las percepciones de cada quien ni las diferencias ideológicas entre los venezolanos sino la forma como las expresamos y lo que pretendemos con ello, ya que es un profundo agravio no atender a la verdad de los acontecimientos y desviar la atención de los problemas que tenemos. Y esto último, se debe a que en el artículo hay dos afirmaciones muy sugerentes que merecen ser destacadas.

La primera, tiene que ver con que los venezolanos “somos a veces más personalistas que legalistas” y la segunda con que “no confiamos totalmente en los cuerpos del orden público” porque en ese “a veces” y en ese “totalmente” subyace un problema de gran envergadura y ¿otra? diferencia “insalvable” entre nosotros que expresa el rasgo más característico de la “inmensa mayoría” de los intelectuales en Venezuela: evadir el compromiso con las verdades de su época y hacer ciertas concesiones con intenciones variadas. Para comprender la magnitud del desencuentro, sugiero su análisis detenido. 

1.- “Somos a veces más personalistas que legalistas”

En el artículo, no se afirma que todos los venezolanos somos más personalistas que legalistas porque ello sería absurdo y contrario a la verdad. Tampoco se dice que somos más legalistas que personalistas porque se incurriría en el mismo error. Se dice que “somos a veces más personalistas que legalistas” para matizar la suposición, evitar hablar de proporciones y contextos en este punto y presentar el problema como algo circunstancial u ocasional que no forma parte de esa "identidad" o ese "modo de ser nacional" que nos une, de manera tal que la afirmación resulte, para muchos, creíble.

Contrariamente a lo que se sostiene en él, puede aseverarse que el pueblo venezolano tiende “históricamente” a personalizar en lugar de anteponer a cualquier otra consideración la aplicación literal de las leyes, y ese es justamente el problema: se mitiga lo que ha venido ocurriendo, puesto que ese personalismo se hace evidente en el acto, casi reflejo y muy de moda últimamente, de identificar primero la posición ideológica y social del hablante antes de hacer un esfuerzo por comprender el fundamento y legitimidad de sus ideas y planteamientos.          

De manera que si se le presta atención a lo que dice la mayoría de los venezolanos y se repite obstinadamente en los medios de comunicación, tendríamos que concluir que el personalismo y el culto a la personalidad, se han consolidado como una estrategia política de largo alcance, detestable incluso para quienes encontrándose en las filas de la izquierda revolucionaria, consideran que con ello se le resta autonomía a las organizaciones y movimientos populares[1].

Si a esa tendencia al personalismo y al culto a la personalidad, se une la desconfianza que según el articulista tenemos hacia las instituciones y el poco conocimiento de nuestros derechos y deberes, se entenderá por qué "cada vez interpretamos mejor" el concepto de democracia.  

2.- "No confiamos totalmente en los cuerpos del orden público"

En esta otra suposición, se meten dos gatos por una liebre. El primero está representado en el término “totalmente”, y el segundo, en la expresión “cuerpos del orden público”. La liebre como puede apreciarse, hubiera prescindido del término “totalmente” y hablado de los “cuerpos de seguridad” o los “cuerpos policiales”; expresiones que al no formar parte del enunciado, apresuraron su huída temerosa. En honor a la verdad, los venezolanos sentimos una enorme desconfianza hacia los cuerpos policiales, haciéndose evidente en este nuevo matiz, una pretensión mal disimulada del autor de diluir los efectos de esta realidad y distraer a la mayoría de los (e) lectores.   

Por eso, a contracorriente, sugiero la lectura detenida del artículo “Inconformidad y cultura” de Mario Briceño Iragorry sobre la verdadera necesidad de nuestro pueblo:

“(…) Existen en los actuales momentos fecundas posibilidades para el pueblo venezolano. Muchas posibilidades que pueden convertirse en realidad; pero hay algo fundamental que deben tomar en cuenta los dirigentes de la nación: transformar a Venezuela, por medio de la práctica de la verdad social, de pueblo conforme en pueblo inconforme, es decir, en pueblo que, conociéndose a sí mismo, canalice su angustia hasta convertirla en aliento de creación. Si ayer se hizo, a punta de lanza, una Revolución que nos puso en el goce de la autodeterminación política, hoy debemos realizar una nueva Revolución que, sólo con el aroma de las palabras, nos lleve a la reforma de nuestros hábitos viciosos y nos ponga en el goce pleno de nuestra dignidad de hombres libres. Así caminaremos los caminos ciertos de la cultura” [2].

Quienes, conociendo las diferencias de enfoques y motivaciones entre los intelectuales venezolanos, se dieron cuenta de las matizaciones aludidas, saben perfectamente que ellas no aparecieron fortuitamente en el texto ni constituyeron un inocente desliz del autor. Por eso, precisamente a estas alturas del partido, prefiero la práctica de la verdad social como método para la transformación de nuestro pueblo que las investigaciones científicamente irreprochables.

andresamenguals@yahoo.com

[1] Ver Roland Denis. Las tres repúblicas. Ediciones Nuestraamérica Rebelde. Caracas, 2011.

[2] Mario Briceño Iragorry. Inconformidad y cultura. Obras completas. Ediciones del Congreso de la República. Caracas, 1996.

 



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