¿Como podemos dormir tranquilos con esta bomba de tiempo en la almohada?...¿como?

No es cuento, esos dos pedazos de pueblo, jamás oligarca, que acudieron a las urnas electorales, en las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013,  de vainita no terminaron con el experimento socialista venezolano. La revolución se salvó por un pelito. A pesar de la orden y del petitorio dramático del Comandante Chávez a su pedazo de pueblo revolucionario  éste solo pudo colocar en los parabanes 7,5 millones, algo así como 600 mil votos menos que los que le obsequió al  Gigante en el 2012.

En cambio el otro pedazo de pueblo, ese mismo del año 2013, votó 7,3 millones de veces por el oligarca Enrique Capriles, haciendo que el candidato de la derecha y  de la contrarrevolución mejorara su votación de 2012  en 700 mil sufragios adicionales. En otras palabras, para  2013 nosotros bajamos y ellos subieron respecto al 2012.

Esta Vaina me recuerda el terrible año de 1814 de nuestra guerra de independencia cuando José Tomas Boves comandaba un ejército de puros llaneros venezolanos, la mayoría apureños, combatiendo encarnizadamente contra las tropas llaneras del catire Páez, reclutadas también en Apure. La libertad de la patria era reafirmada y negada, al mismo tiempo, como ahorita, por los mismos venezolanos en irreconciliables combate y batallas…me perdonan la palabrota pero…¡Vergajo e’ peo tuvo que resolver El Libertador con su asombroso genio!

Pero, ojo, esto que nos pasó y nos está pasando no es un asunto atribuible a Chávez ni a Maduro, es una circunstancia histórica y sistémica de la Revolución Bolivariana, a la cual yo creo que no se le ha parado bola adecuadamente. Veamos, como dice Valderrama: en el año 2006, para un registro electoral de 15 millones y una participación del 75 por ciento, el Comandante Eterno sacó una ventaja de 3 millones de votos a Manuel Rosales. En el 2012, con un registro de 19 millones de electores (4 millones más de inscritos) y una concurrencia del 80 por ciento, esa ventaja se redujo a la mitad y superamos a Capriles solo con  un poquito más de 1,5 millones de sufragios.

 El aumento del registro electoral y de la participación no trajo ningún beneficio a las fuerzas revolucionarias, pero a la contra si. El bajón nuestro comenzó a partir del 2007 y la derrota en la reforma constitucional de ese año es una prueba irrefutable de ello, sino pregúntenle a la señora  Tibisay que sabe bastante del tema.

Ahora, sí ésta es una revolución que nació para transformar la vida de los pobres ¿por qué carajo una gran parte de esos pobres votan contra ella?. Esa pendejada refrita de la manipulación mediática ha influido, nadie lo puede negar, pero no es suficiente para explicar la causa de este contrasentido. Y sí fuera así de simple, entonces estamos perdiendo la batalla defensiva o, mejor dicho,  la revolución no está implementando correctamente una estrategia ofensiva de contra manipulación mediática para evitar que la minoritaria burguesía use a nuestros compatriotas pobres para defender unos intereses de clase que nada tienen que ver con los anhelos mas sentidos de ese pedazo de pueblo jamás oligarca.

Pienso que la respuesta a esta pregunta no está en la superficialidad de las justificaciones simplistas dadas hasta ahora, al contrario se va muy, pero muy al fondo de otras razones no exploradas o, peor aún, ignoradas por la jefatura revolucionaria.

Yo me pregunto y me pregunto solitario: ¿Qué es lo que no le cuadra o no le gusta de ésta revolución popular a ese pedazo de pueblo jamás oligarca, como dice Fidel, conformado por 7 millones 300 almas que sin conocerse, ni coordinarse, ni asamblearse, se concertaron unánimemente  el domingo 14 de abril de 2014 frente a un íntimo paraban para expresarnos, en solo 12 horas, esa gigantesca desaprobación al performance de un gobierno que por primera vez es un gobierno totalmente protector de los pobres de Venezuela?...¿Cómo se puede dormir tranquilo con esta bomba de tiempo en la almohada? ¡El coco se me está reventando desesperadamente buscándole la lógica a este asunto, camaradas, compañeros y compañeras!

Ese pedazo de pueblo, jamás oligarca, estoy seguro que no es de derecha, ni es caprilista, ni es ledezmista, ni es aveledista, ni es leopoldista, ni es borgista, ni es machadista, ni es ocarista, ni es obamista, ni es uribista,  ni es capitalista, ni es imperialista por el amor de Dios! Ese es un pueblo olvidado por la revolución y victimado por nuestra desatención y por nuestro desprecio y soberbia política.

Es un pueblo abusado por nuestro sectarismo (vean que el propio Diosdado no se cansa de reclamarlo a lo interno del propio PSUV) y por nuestra odiosa prepotencia  esgrimida en el ejercicio circunstancial de cualquier expresión del poder en el barrio, en la fábrica, en el gremio, en la calle, en las oficinas de gobierno, en el consejo comunal, en la comuna, en los operativos sociales, en los códigos diarios del discurso gubernamental, en los programas, en la ostentación obscena de sus vecinos, en los medios de la revolución, en el partido y en donde quiera que asome la cabeza éste pedazo de pueblo jamás oligarca.

Ese pedazo de pueblo, jamás oligarca, que nos adversa, acaba de probar, hace unos meses, que no es guarimbero ni golpista, pero es democrático, cree en el voto, por eso no acompaña atajos ni aventuras oposicionistas fuera de la constitución, sino imagínense lo que hubiera pasado ya. Éste pedazo de pueblo es obvio, por las razones que sean, que no tiene sentido de clase, pero ese no es un problema solo de él; es esencialmente un problema de la revolución clasista que no hace nada para captarlo ni atenderlo políticamente.

Basta que pasen las elecciones de cualquier rango para que ese pueblo se distancie nuevamente del oposicionismo venezolano y vuelva a andar relengo por allí, a su suerte, sin que nadie le pare la más mínima pelota, hasta la próxima elección cuando  él use nuevamente el parapeto de la oposición y ésta lo use otra vez a él para ir juntos circunstancialmente contra la revolución.

Ese pedazo de pueblo, jamás oligarca, no tiene jefatura política en la oposición ni en la revolución. Uno ve los actos y las convocatorias de la derecha después de los sufragios y palpa la escasez  de fuerzas y movilizaciones populares.  Eso crea inmediatamente una ilusión óptica en nosotros que nos esperanza sonsamente para el próximo comicio cuando nos vuelve a sorprender y a meter por el buche otra catajarra de votos en contra emitidos a nombre del único medio que consigue para adversarnos y expresarnos su arrechera: una tarjeta opositora.

  Es un pedazo de pueblo que se le metió en la cabeza que éste gobierno no es de él y nadie defiende lo que no siente suyo. Es un pedazo de pueblo que ama también a Bolívar pero que lo hemos hecho sentir odio por nosotros porque asume contra él nuestro discurso anti oligárquico sin ser oligarca. Ese pueblo piensa equivocadamente, por culpa nuestra, que la revolución quiere exterminarlo como actor político, electoral y social y lo que hace, en su fuero interno, es defenderse de nosotros. Yo no encuentro otra explicación coherente a esta contradicción tan verraca.

 La derecha oligárquica de éste país nunca ha tenido pueblo pero nosotros erróneamente, ojo, sin proponérnoslo pero eso no es excusa,  le arrimamos permanentemente este pedazo de pueblo a esos sinvergüenzas que bastante plomo le echaron en el pasado reciente. Esta revolución pasará a la historia, sino corrige urgente su estrategia, como la primera revolución que tontamente le obsequio a las élites burguesas una masa popular para que la usaran y manipularan para golpear electoralmente  la revolución  cada vez que quisieran, incluso para sacarla del poder democráticamente. En este vaporón tan angustiante vienen a mi mente los Heraldos Negros de Vallejo: “Hay golpes en la vida, tan fuertes...¡Yo no sé! Abren zanjas  en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte… ¡Yo no sé!”.Que una parte del pueblo pobre vote contra su revolución es el golpe más fuerte que esa revolución pueda recibir.

mision7deoctubre2012@gmail.com



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