Venezuela agro y mar: Dos potencialidades, dos debilidades

El paro del 2002 puso de manifiesto las mayores debilidades de la Revo-lución Bolivariana: alimentos y medicamentos, frente a la determinación im-perial de restablecer su dominio sobre nuestra patria. Cuando inicié como profesional del mar, observé que el abandono entonces de la actividad agrícola por mis abuelos era consecuencia de la importación de productos estadounidenses; más tarde interpreté el sarcasmo implícito en el hecho de que la destrucción de nuestra capacidad para producir alimentos fue favo-recida por el transporte de productos yanquis en buques adquiridos por los gobiernos venezolanos, algunos de los cuales tripulé, propulsados además con el combustible más barato del planeta. Un conjunto de privilegios fal-samente creados para el desarrollo marítimo venezolano, que en realidad sirvió al propósito de la destrucción de nuestra producción agrícola e in-dustrial.

No puedo profundizar el tema agrícola, a la que sólo dedico una década, como sí lo hago con la vocación marítima venezolana, a la que me dedico desde la adolescencia. Mi profesión no puede privilegiar la adquisición estúpida de buques, para enarbolar el pabellón venezolano y sólo transpor-tar productos importados que destruyen nuestra agricultura y nuestra indus-tria, como hicimos durante décadas. En efecto, en 1973 Caldera promulgó la Ley de Protección Y Desarrollo de la Marina Mercante que, como todos los marinos, celebré. Esa Ley, que no por casualidad excluyó el transporte de petróleo y hierro, favoreció el propósito de destruir nuestra producción agrícola e industrial. No objeto la compra de buques, pero sí que esa com-pra, con recursos del Estado, sea para menoscabar nuestra soberanía ali-mentaria y desarrollo industrial.

En un artículo objeté la enseñanza de Ingeniería Pesquera, anunciada por Maduro, como propósito de la Universidad Campesina. Conozco de la total entrega y lealtad de nuestro Presidente con la justicia social y reden-ción de los humildes, pero conozco también intereses detrás y de manera sigilosa, de una propuesta semejante, cabalgando sobre la superficial inter-pretación de quienes, responsables administrativos del agro y la pesca, no se percatan de la contradicción presente entre la pesca industrial que justi-ficaría esa enseñanza y el propósito social y de soberanía implícito en la Ley de Pesca promulgada por el Presidente Chávez. Esta Ley, que puso fin a la pesca industrial que agotó nuestros recursos pesqueros, favoreció el crecimiento de éstos y ahora los preserva, para sustento de la familia pes-cadora artesanal, el regreso de ésta a repoblar nuestras desoladas costas y la reducción de cinturones de miseria citadina donde emigró, como emigró también nuestro campesino.

Otra reforma a la legislación marítima, que promulgó el Presidente Chávez en 2001 en el marco de la Ley Habilitante, fue sin embargo de propósitos contrarios y sigilosos, para favorecer el golpe que sería ejecu-tado en abril de 2002; y como no tuvo efectos, por la forma como se des-arrolló aquel golpe, en noviembre de ese mismo año 2002 sus promotores lograron otra firma del Comandante Chávez, en el marco de la misma Ley Habilitante, para reformar la reforma anterior y favorecer el paro de la flota petrolera y del transporte marítimo venezolano. Grotescas aberraciones le-gales promulgadas entonces siguen aún vigentes, como manifestación de la confusa interpretación de quienes administran el sector o asesoran al gobierno en la materia.

12 de diciembre, de 2104

*Capitán de altura y productor agrícola




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Rafael Flores

Capitán de altura y productor agrícola

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