(A propósito del Premio Nobel de Economía al Profesor Jean Tirole)

La estructura de las economías, el funcionamiento de… (y II)

Firmamos en artículo anterior que "…En 1986, el Profesor Jean Tirole, trabajando con su fallecido compañero Jean-Jacques Laffont, demostró: cómo un marco interesante de contratos de producción puede obviar el problema de la información asimétrica en un mercado en el que la autoridad reguladora no tiene un conocimiento completo de los costes y de las posibilidades de las técnicas de producción de un monopolio, evaluando también el plazo óptimo de las distintas regulaciones que se contemplaban".

La reflexión anterior es válida, y actúa sin contemplaciones, en el modelo capitalista actual, y por supuesto que en Venezuela, cuyas actividades económicas siguen siendo capitalistas en no menos de un 90 por ciento.

En tal sentido, el Profesor Tirole profundiza su aserto al afirmar que la apertura a la competencia de toda una serie de sectores que antes funcionaban en régimen de monopolio (y oligopolio, agregamos), merece una amplia aprobación. "Los procesos de desregulación realizados", dice, "han permitido una mayor eficiencia y unos precios bastante más bajos". Pese a estos logros en la operatividad de sectores desregulados como las telecomunicaciones, la electricidad, el transporte aéreo o los servicios postales, reconoce que para que la competencia florezca "es fundamental que existan reglas de juego claras y reguladores independientes y fuertes".

¿Qué significa lo anterior? Los hechos, al menos en países como Francia, Reino Unido, Italia, EE.UU, Canadá…"Es muy difícil que un mercado energético pueda funcionar en un país, con sólo tres o cuatro operadores; sin más competencia"

Por ello se pregunta: ¿Qué ha pasado para que varios años después de que se haya iniciado el proceso de liberalización eléctrica en Europa, ésta haya dado resultados tan escasos? La respuesta consiste en que uno de los problemas es que los mercados eléctricos europeos siguen cerrados (No se ha expandido la competencia). Para que haya competencia es fundamental que se abran al exterior, y para que esto ocurra, el sistema tendrá que estar más interconectado. Ahora casi no existen redes de transmisión eléctrica entre los distintos países.

Y cuando se le pregunta al Profesor Tirole que ¿cuál es su valoración sobre el proceso de liberalización eléctrica en España?, responde: España hizo algunas cosas bien, como la creación del mercado, el pool. Pero eso no basta. Es muy difícil que un mercado energético pueda funcionar en un solo país, con sólo tres o cuatro operadores. Sin más competencia. Por eso es necesario que cada país se abra a la competencia de los restantes y de sus compañías. Diría incluso que es vital, no sólo por cuestiones de competencia, sino por reducir la actual situación de congestión en algunos sistemas eléctricos nacionales.

Por ello se plantea la posibilidad de un colapso del sistema, al afirmar que empezamos a experimentar picos de demanda que pueden colapsar el sistema. La disponibilidad empieza a ser limitada frente a las necesidades. Y esto sólo se puede resolver con el fin de las limitaciones tarifarias (el price cap), que no es más que un procedimiento para mantener el poder de las compañías nacionales.

Continúa afirmando que el problema está, básicamente, en el transporte y distribución. Las redes no están preparadas para soportar la congestión que les viene encima.

Por supuesto que los estudios del Profesor Tirole se centran en países capitalistas donde no están planteadas transformaciones a otros modelos. Son y seguirán siendo capitalistas, al menos en el futuro predecible.

Las situaciones planteadas en Europa, que vive una crisis de toda índole sin precedentes, es perfectamente trasladable a Venezuela, que durante más de ochenta años ha sufrido la más severa de las deformaciones de su estructura socioeconómica, no padecida por ninguna otra sociedad latinoamericana. Agravada esta deformación desde la instauración misma de la Política de Sustitución de Importaciones durante el régimen betancuriano, profundizada de manera violenta a raíz del llamado "viernes negro" (18 de febrero de 1983), la nación venezolana padece el embate de un cúmulo de monopolios y oligopolios nacionales y transnacionales que han convertido sus actividades productivas (¿o improductivas?) en un círculo vicioso. Y sí, el problema, también en Venezuela, está, básicamente, en el transporte y distribución.

Agobiada por una burocracia ineficiente por corrupta, incapaz y clientelar, el gobierno no atina a responder adecuadamente los reclamos de la población, en un vocerío ya ensordecedor en el sentido de que se requiere dar el "golpe de timón" anunciado por el Presidente Chávez, reiterado como "sacudón" por el Presidente Maduro, pero que no ha colmado las expectativas generadas. Reitero un vez más que ya basta de "enroques" en el gabinete económico y en los altos mandos de las empresas del Estado. Esos equipos han fracasado rotundamente, como lo evidencian los resultados, donde la "guerra económica" ha cobrado saldos inequívocos, por lo que se requiere de nuevos hombres, nuevas mentes renovadoras de la Política Económica del Estado, más acorde con los postulados del Presidente Chávez contenidos en la Ley Plan de la Patria.

Las regulaciones impuestas por el Estado a las grandes empresas que operan en el país han mostrado su ineficacia. Es impotente ante la capacidad y fuerza asimétrica de éstas, que cuentan con el apoyo distorsionador de los grandes medios de comunicación nacionales e internacionales, hasta el punto de que han logrado que Venezuela esté calificada con la mayor nota desfavorable de riesgo país en el mundo por las calificadoras privadas al servicio de los más altos intereses del mundo capitalista. Mejor informados y por tanto posicionados, los monopolios y oligopolios que operan en el país siguen asediando a la República Bolivariana que, no dudamos, saldrá victoriosa en esta guerra de medios, intereses y geopolítica internacional.

En nuestro país hay obstrucciones que deben ser resueltas por las regulaciones que impone el Estado. Y es que una de las condiciones básicas para que la liberalización genere una competencia auténtica es que exista un único regulador con independencia y capacidad para actuar, y ese regulador es el Estado.

Es la gran tarea que tiene, entre otros órganos del Estado, la superintendencia de Precios Justos, SUNDDE.



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César Eulogio Prieto Oberto

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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