Del IVIC, del sectarismo, del país y de la Ley

Tanto los anglosajones como los latinos discutimos con vehemencia sobre cualquier tema. Sin embargo, a la hora de tomar una decisión, los anglosajones se plantean como alternativa ceder en algunas posiciones irreconciliables a fin de alcanzar aquella decisión que maximiza el bienestar común. Los latinos en cambio, adoptamos aquella decisión que mayor daño infringe al adversario independientemente de sus consecuencias. Tal actitud nos condena al atraso y se fundamenta en la hipótesis de que el oponente será arrasado y desaparecerá, bien sea por convencimiento, emigración o extinción. Ese sectarismo banaliza la experiencia acumulada por el contrario y la pierde. Sustituye así una autopista de dos vías por una carretera circular de una sola vía. Camino este que generalmente conduce a entender -con el tiempo- las bondades de los argumentos de la contraparte, pero que retrasa notablemente el progreso de una nación.

Vivimos en una Venezuela que es el producto más acabado de lo que el sectarismo puede ofrecer, del “divide y vencerás”, la mejor representación de aquello que puede conseguirse basado en la “política testicular” de dos posiciones antagónicas. Bajo esas premisas se justifica cualquier cosa, porque se supone que se trabaja en la consecución de un ideal más excelso que justifica los avatares del camino. Se cree pues, que el recorrido no dejará sus huellas en la estabilidad de lo que se persigue. Se conjetura que una vez obtenido el fin, este se preservará por sí sólo, inconsciente, atemporal e irreversible. Se piensa que el adversario nunca pretenderá cambiarlo una vez logrado, y que por lo tanto, su opinión es irrelevante.

Bajo esa óptica se estima que si de manera subrepticia se logra cambiar la ley del IVIC, tal modificación se preservará indefinidamente, independientemente de la composición de las venideras asambleas legislativas, y del mismo IVIC. Se pierde así, la oportunidad “anglosajónica” de elaborar una ley que maximice el beneficio que para Venezuela tiene el desarrollo integral de su institución bandera en Ciencia, porque se presupone que se es poseedor de una verdad absoluta y distinta.

Sospechosamente el cambio de la ley no es ni necesario ni perentorio para lograr los fines que se describen, pero el nuevo proyecto se tramita aceleradamente durante el mes de Noviembre sin presentárselo al IVIC, y se aprueba de una vez en primera discusión en la Asamblea Nacional. Hecho este que circunscribe la democracia “participativa y protagónica” a lo que decide un conciliábulo chavista, que ni siquiera parece incluir el universo chavista del IVIC. Es por esta circunstancia “sobrevenida” que el IVIC dispone de un lapso de aproximadamente un mes para pronunciarse sobre el tema, previo a la segunda discusión en la Asamblea Nacional, y ya dispuso de apenas dos semanas para elaborar propuestas alternativas y presentárselas al ministerio de adscripción. Aún así y de manera reactiva, el IVIC adoptó dos posturas complementarias: Se rechazó la aprobación de la propuesta inconsulta sugiriéndose su retiro ante el pleno de la Asamblea Nacional, y por otro lado, se generaron propuestas alternativas de emergencia –disponibles ahora en la página principal del IVIC.

Nadie sabe a “ciencia cierta” de donde surge el susodicho proyecto ni a cuantas personas representa. Se intuye que de una población de más de 1000 empleados, los propulsores no alcanzan 100 personas. La escritura inicial de la(s) propuesta(s) se atribuye a fracciones chavistas enfrentadas con la presente administración, personal de libre nombramiento y remoción recién ingresado, personal científico con una antigüedad menor a 5 años, y en especial a estudiantes e investigadores ligados a las Ciencias Sociales, muchos de ellos pertenecientes a centros recién creados como el de Transformaciones Sociales. En todo caso, la celeridad de la tramitación de la ley ante la Asamblea Nacional presupone la intervención de algún funcionario público de relativa importancia, bien sea vice-ministro o ex-ministro de Ciencias, o en su defecto, del “familiar de alguien”. El caso es que salvo por notables excepciones, la defensa interna del proyecto la realizan testaferros y estudiantes que en la prensa nacional se manifiestan a través de pseudónimos. Se opina por lo general con desconocimiento del quehacer científico, por no decir, de manera deshonesta y tendenciosa. Con la notabilísima excepción de un artículo reciente en el cual se presentan varios argumentos dignos de consideración, algunos de los cuales comparto, aparecen en esta tribuna artículos con formato científico que no soportan el más leve “arbitraje”. Se apuesta por la panadería sin panadero. Se destacan las debilidades del IVIC y se ocultan sus fortalezas. Afortunadamente, el respaldo de la sociedad venezolana hacia la Institución ha sido más que generoso, hecho este altamente satisfactorio para los que aquí laboramos. Desafortunadamente se espera que eso tenga poco peso en los diputados de la Asamblea Nacional.

En ningún área como en Ciencia y Tecnología se evidencia de manera más contundente la diferencia entre los países desarrollados y subdesarrollados. Entre otras razones porque la comparación implica un esfuerzo intelectual que no puede comprarse. La brecha depende del talento, de la educación, del conocimiento, de la masificación del conocimiento, de la implementación del mismo y de una buena gerencia. No existe camino seguro al desarrollo, no hay un A, B, C a seguir. Por tanto es fácil teorizar sobre lo que se debe hacer, el tipo de ciencia que conviene, el que es útil, el que el pueblo requiere, trivializando el mecanismo de resolución de problemas, y banalizando la especialización necesaria para resolverlos. Quien no se ha enfrentado con la resolución de un problema científico en ciencias exactas y naturales desestima la dificultad de la tarea. No nos encontramos ya en los 1700, años en que la observación acuciosa “bastaba” para realizar un descubrimiento novedoso. La ciencia ha avanzado mucho y el conocimiento científico acumulado es extenso. Se requiere por tanto -como paso previo- estudiar el cúmulo de estudios anteriores y entenderlos a fin de proponer un enfoque distinto. Esto hace que quienes tenemos como tarea cotidiana (intentar) resolver problemas científicos en las referidas áreas, desestimamos también los beneficios de los enfoques filosóficos basados en el “deber ser”.

No es en absoluto desagradable debatir ampliamente acerca del camino más conveniente para alcanzar el desarrollo científico, pero es incómodo hacerlo con la cabeza en el cadalso. El IVIC, al igual que el país, enfrenta múltiples problemas internos. Muchos de ellos originados durante los últimos 14 años, y algunos otros de más larga data. Al igual que el país, el IVIC muestra una composición heterogénea en sus posiciones políticas, e inclusive en sus enfoques académicos y de investigación. Sin embargo la institución, y en especial el personal científico, son ejemplo de mística de trabajo y dedicación. El IVIC es sinónimo de estudio, de esfuerzo, de superación, de amplitud, de libertad académica y de investigación. Gracias a esa amplitud co-existen en el Instituto las ciencias sociales con las naturales y exactas, ya que bajo un enfoque más ortodoxo no tendrían cabida. Gracias a esa pluralidad se fortalecieron los centros de Química, Física y Matemáticas, en una institución que se mantuvo adscrita por décadas al ministerio de Sanidad y Asistencia Social. El IVIC, llamándose IVIC ha sido semillero de instituciones de corte tecnológico (como el Intevep, el Instituto de Ingeniería, Quimbiotec, la planta Pegamma, etc), y exhibe actualmente un palmarés de investigaciones aplicadas y orientadas muy extenso. Esa orientación, incluye a aquellos que trabajamos en las “tres Marías”, y surgió de manera natural sin que nadie nos obligase a ello. De allí la pregunta ¿Por qué este cambio súbito? ¿Por qué no se pone en práctica lo que predica sin arriesgar uno de los logros más notables del país? ¿Por qué el Gobierno no crea una Institución adicional distinta, a su imagen y semejanza y nos muestra las bondades de su enfoque? Hay espacio para más instituciones científicas, y según entendemos, existe dinero de la LOCTI disponible para ello.

Una cosa es que se oriente la investigación científica priorizando las áreas de interés del gobierno en base al otorgamiento de becas y financiamiento (tal y como se ha hecho), y otra muy distinta reorientar al científico que estudia dengue hacia la construcción de viviendas, o poner a la señora del barrio a dirigir la secuenciación de un virus. Cuando uno lee el proyecto presentado ante la Asamblea Nacional se pregunta si se pretende realmente fortalecer la investigación científica ó crear un centro de beneficencia pública.

El gobierno debe aprender a diferenciar entre Ciencia y Tecnología a pesar de su estrecha conexión. El desarrollo tecnológico sólo ocurre como producto de un conocimiento básico anterior. La tecnología y la innovación, están mucho más ligadas a la ingeniería que a la investigación científica. Es la ingeniería la llamada a lograr la aplicación tecnológica, no necesariamente la ciencia fundamental. Y es la aplicación tecnológica la que puede dar respuesta práctica a los problemas populares cotidianos, como reciclaje de basura, uso de paneles solares, disposición de cloacas, cableado eficiente, recepción satelital, transporte no convencional, etc. En cambio, es la investigación científica la llamada a establecer los modelos sobre los cuales esas soluciones se fundamentan. Esa labor es mucho menos vistosa, menos susceptible de aplicación directa, y sin embargo de igual importancia, a menos que uno se plantee como alternativa copiar de por vida lo que otros inventaron, y pagar por ello. De la compresión del mundo microscópico surgirá nuestra capacidad para crear vacunas, los nuevos computadores, los tratamientos novedosos para el cáncer, la síntesis de nuevos materiales, etc. Esas labores requieren de un alto grado de especialización. En el IVIC el respeto por el vecino se fundamenta en sus méritos científicos y académicos, que redundan en una posición en el escalafón. Ese sistema no es perfecto, pero tal jerarquización no es elitista. Es más bien, la justa valoración de un esfuerzo de años en pos de la comprensión de la naturaleza para poder utilizar ese conocimiento a favor del bienestar común. Son los logros científicos los que motivan la jerarquización en Ciencia amén del show propagandístico. La investigación científica es una actividad en que la posición en el escalafón no se decreta, sino que más bien se logra a fuerza de trabajo. Compárese con la eficiencia de la administración pública nacional y los recaudos que se requieren para detentar cargos en el poder ejecutivo.

Concluyo expresando mi preocupación porque que se re-edite la historia de PDVSA o se intente aplicar a las universidades una metodología similar. Trabajé en INTEVEP durante 5 años y creo que eso de la meritocracia era un mito. La campana de Gauss daba formalidad estadística a una distribución de evaluaciones en donde siempre destacaban las personas que trabajaban para el gerente de más alto rango. Sin embargo, de allí a utilizar esa nimiedad para empañar la labor de la PDVSA de otrora hay un largo trecho. No digo que no hubiesen habido otros vicios, es especial recuerdo aquella notoria decisión en que el control informático de la empresa se le otorgaba a una empresa americana, en un proceso que elegantemente se conocía como “outsourcing”. Tengo ex compañeros de clases trabajando dentro de la Industria y botados de ella. A ninguno le va suficientemente bien. Visto a lo lejos, hubiese sido mejor que los trabajadores que se unieron al Paro Petrolero pagasen el daño que le hicieron a la nación con sus prestaciones, y hubiesen conservado sus puestos de trabajo, pero supongo que la situación política no daba para mucho más. Perdió Venezuela. En el IVIC también hubo paro, y también hubo chavistas dirigiendo, y sin embargo se decidió preservar el personal y con ello el patrimonio científico de la nación. Con el tiempo todos hemos ido termalizando sin claudicar en nuestras posiciones esenciales. Es decir, chavistas y no chavistas hemos tomado una decisión “anglosajónica” en medio del caos latino. Lo hemos hecho en función del bienestar de la Venezuela de todos y creemos que este es un buen ejemplo para la nación y para los recién llegados. Soy un convencido de que llegamos aquí producto de la intransigencia de ambos bandos, y es hora de que enmendemos el camino, dejando a un lado las posiciones extremas, y alcanzando un entendimiento mínimo que nos permita progresar.



 



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