El motivo oculto de los cambios o por qué baja Ramírez

No son cualquier minucia los cambios de los últimos meses. Se sacude PDVSA, a los pocos días, cuando pensaban que se aquietaban las aguas, se sacude la Cancillería y se recicla a Rodríguez. ¿Cómo explicar estos movimientos en las altas instancias de la Revolución?

Lo de Ramírez merece estudio, no es cualquier cosa defenestrar a un Vice del área económica, además Presidente de PDVSA y miembro destacado del alto comando político, oficial mayor del Comandante durante once o doce duros años. El hombre aguantó castigo sin decir ni pío, en su mejor tradición andina, ni siquiera soltó un pujido; como él mismo dice, se movió con disciplina revolucionaria. ¿Por qué sale Ramírez?

La respuesta podemos buscarla en la anécdota de las intriguillas de palacio. Alguien puede decir que no saludó a un principal, o puede ser que saludó a un proscrito, o respondió con mal humor a un príncipe, o puede haberle caído mal al de más allá, o que lo grabaron como a Mario Silva... o simplemente fue la cochina envidia. Todo es posible en el mundo del rumor y la anécdota. Pero con esa visión no adelantamos nada para comprender la política grande, la que decide, la que mueve a las bajas pasiones. La respuesta importante la encontraremos en el movimiento de las ideologías. Veamos.

Luego del asesinato de Chávez, la marcha al Socialismo se truncó, fue sustituida por un deslizamiento al capitalismo evidente y descarado. Se falsificó el Plan de la Patria y se construyó un esquema que se llamó equilibrar al capitalismo, estallar al dólar paralelo, elevar las fuerzas productivas con la ayuda de los capitalistas, pactar en lo político con la oposición, reeditar el pacto de punto fijo. Nada nuevo: este esquema lo vienen desplegando desde Kerensky, allá en la Rusia de 1917. En esta etapa, todos van unidos, con la excepción de Giordani, que era una piedra en el camino de la entrega.

El equilibrio no llegó, la bonanza se evaporó en la voracidad de una burguesía rapaz, el plan fracasó. Frente al fracaso, dos actitudes se enfrentan en el gobierno:

Una, abandona con descaro el camino al Socialismo, continúa el camino de la entrega, ahora con más desfachatez, busca dinero vendiendo el alma al diablo chino y ofreciéndose al Mercosur; entregan, con las zonas especiales, trozos de la Patria, flexibilizan las condiciones de participación de los capitalistas en la industria petrolera, en la faja; desdibujan a la Nueva PDVSA, la conquistada en la dura batalla contra el sabotaje petrolero, desmontan lo adelantado con el Comandante Chávez, intentan regresar a aquella PDVSA divorciada del corazón de la Patria, lo social ahora es considerado un lastre, pérdida, la meritocracia resucita, lo técnico se impone; el flux y la corbata sustituyen al heroico rojo rojito, a la PDVSA del pueblo.

Otra, intenta, tímidamente aún, regresar al camino Socialista. Se yergue valiente ante la confusión que la derecha crea tras el acuerdo de los gringos con Cuba, ratifica su vocación Socialista, su internacionalismo, reivindica la lealtad al legado de Chávez. Representa un peligro para los que insisten en seguir el camino fallido de entrega a los capitalistas. Esta corriente puede evolucionar hacia la autocritica, hacia la rectificación.

Las dos posturas se enfrentan dentro de la Revolución. La capitalista es fuerte, tiene el poder y usa la confusión de la disciplina que castra la lucha interna, se viste de chavista y actúa como la cuarta, como capitalistas. La de la esperanza de la rectificación es débil, está confundida, no pelea, se repliega aturdida por el recuerdo. La descabezan sin piedad, lo que pasa arriba se repite con más fuerza abajo: se retiran los afiches del Comandante, se persigue a los chavistas destacados, la orden es "Chávez está muerto, viva Maduro", así se comportan.

Tenemos elementos para analizar los últimos movimientos: a Ramírez lo castigan, lo intentan borrar, más que por lo que hizo, por lo que puede hacer. Sin duda, forma parte de la corriente que puede restaurar al chavismo auténtico.

Los hijos de Chávez tienen la palabra: ¿dejarán morir el legado de Chávez, dejarán que lo conviertan en sarcasmo, dejarán que su sueño se pierda sin ni siquiera patalear?

La historia tendrá la última palabra.


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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